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¿Quién me iba a decir que iría por las calles de Roma en brazos de una esclava…? ¡Menudo ridículo! Hago esfuerzos desesperados por soltarme, pero la vieja Ruda me tiene bien agarrada. Incluso más de la cuenta. No nos ha perdonado a mi ama ni a mi que ayer burláramos su vigilancia y nos escapáramos para ir al mercado.
- Hoy iremos con mi madre a ver la procesión de las ocas – me ha susurrado al oido mi ama hace un rato, mientras yo dormitaba sobre la hierba del jardín. La palabra “oca” ha sacudido de mi cuerpo y de mi mente toda pereza. De un sólo salto ya estaba lista para salir. El ama grande se ha opuesto rotundamente a que yo fuera, pero al final ha accedido a condición de que me llevara en brazos una esclava.
- Ya tienes catorce años y eres una jovencita casadera – le ha advertido a mi ama – así que debes presentarte en público con elegancia y dignidad. ¡Nada de llevar encima a una gata!
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Hay mucha gente por las calles y cuesta avanzar, a pesar de los dos fornidos esclavos que nos abren camino. Al fin conseguimos atravesar el foro, subir la cuesta que lleva al Capitolio y aproximarnos al templo de Juno Moneta, donde los esclavos del templo empujan sin contemplaciones a la multitud para abrir paso a la procesión.
Un grupo de flautistas, haciendo sonar sus instrumentos, anuncia la inminente presencia de los sacerdotes. Éstos desfilan con lentitud y paso solemne y a continuación, para alegría mía, un perro crucificado es izado como un estandarte para que puedan verlo todos. Lo reciben con un escandaloso abucheo antes de que sus porteadores comiencen a caminar, seguidos por dos filas de niñas con cestos repletos de grano. Y de pronto aparece, sentada en lo alto de una litera descubierta, adornada con capas y capas de tela de color púrpura y oro, con el cuello ceñido por una cinta roja cuajada de piedras deslumbrantes, con el plumaje hinchado y la mirada estúpida… ¡una oca!
La ovación que le prodiga el público es atronadora. Ruda grita al notar que le clavo las uñas, pero cierra aún más los brazos para sujetarme. ¡Yo a esa oca tan gordita me la zampo...!
Mi joven ama pone una mano sobre mi cabeza. Está emocionada.
- Una vez, las ocas sagradas del templo de la diosa Juno salvaron a Roma – me dice con suavidad, como si quisiera tranquilizarme –. La guarnición apostada aquí, en la ciudadela, estaba durmiendo cuando los galos, amparados por la noche, treparon por las rocas para sorprenderlos. Ni siquiera los perros se dieron cuenta… Fueron las ocas de la diosa las que empezaron a graznar y aletear hasta que se despertaron los soldados y rechazaron el ataque. Juno Moneta – “la que avisa” – fue el sobrenombre que se le dio a la diosa. Y las ocas son alimentadas desde entonces con dinero del erario público. Por eso en este día se honra a las ocas y se castiga al perro.
- ¿Sabes? – añade tras una breve pausa –. Me gustaría muchísimo que tú y yo nos convirtiéranos en heroínas…
Dejo de forcejear y la miro con tristeza. Después de escuchar estas palabras, me falta valor para atacar a esa estúpida oca.
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NOTA: Los galos atacaron y destruyeron Roma a principios del siglo IV a.C. Sin embargo, no consiguieron desalojar a los defensores romanos que se habían refugiado en la ciudadela, esto es, el bastión desde el que se defendía la ciudad, situado en una de las cimas de la colina del Capitolio. Dentro de la ciudadela estaba el templo de Juno, que a partir del episodio que se ha narrado se llamó "la avisadora", esto es, Juno Moneta. Bajo el podium de su templo se fabricaban las piezas de metal que se utilizaban para el intercambio comercial y que, precisamente de ahí, recibieron el nombre de "monedas". Se desconoce la fecha concreta en que se celebraba anualmente esta procesión.
* Gato romano, en las cercanías de la Piazza Campo di Fiori. Roma.
**Lugar donde estuvo emplazada la ciudadela. Las ruinas que aparecen en primer término podrían ser del "auguraculum", el lugar donde se colocaban los augures para observar el cielo. Los edificios de atrás, corresponden a la actual Iglesia de Santa María in Aracoeli y al monumento al rey Vittorio Emmanuele. Piazza del Campidoglio en el Capitolio. Roma.
***Detalle de relieve de una procesión. Ara Pacis. Roma.
****Detalle de mosaico representando un pato. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
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