Mira: esta es la famosa isla Tiberina. Ahí donde la ves, con su forma de nave que remonta el río, es un símbolo de la decisión de los romanos de erradicar la monarquía. ¡No hay una forma de gobierno que nos resulte más odiosa! No quiero entrar en detalles, porque entonces hablaríamos del asunto durante horas, pero el último rey de Roma fue un hombre indigno. Tarquino era su nombre, pero todos le llamaban El soberbio, ya puedes imaginar por qué. El caso es que, hartos de sus abusos, los romanos decidieron expulsarlo y confiscaron todos sus bienes.
¿Recuerdas que ayer visitamos el Circo Flaminio, el teatro de Pompeyo, el Panteón de Agripa y sus termas? Pues todos esos terrenos y muchos más pertenecían a Tarquino. El Senado, temeroso de que los ciudadanos se ablandaran o se dejaran engañar por Tarquino y le devolvieran esa propiedad, decidió consagrarla al dios Marte. Ya podía clamar y reclamar el rey expulsado, que los romanos harían oídos sordos, porque ¿quién osaría arrebatarle a un dios su propiedad? Piensa que te hablo de tiempos muy antiguos.
Llegado el momento de la cosecha, y para impedir que alguien pudiera aprovecharse de los frutos de un campo dedicado al dios, los ciudadanos segaron el trigo y, formando gavillas, lo arrojaron al Tíber en una zona poco profunda. Como además el río lleva escaso caudal en esa época del año, la mezcla de los montones de trigo con el lodo terminó por formar la isla Tiberina. Ya ves de qué manera tan extraña nació. Y aunque todos sepamos que se trata de una leyenda, que no hay isla que pueda formarse así, no deja de ser un buen recordatorio de estos hechos del pasado. Sobre todo, de la expulsión del rey. No conviene a los romanos olvidar que resulta intolerable e injustificado que un solo hombre gobierne sobre todos los demás.
Y esto lo digo con dolor, no lo oculto. Augusto nos ha traído la paz y esto es un gran mérito. Pero también ha debilitado la república, la ha vaciado como cuando se extrae el fruto de una nuez, y temo que sólo quede un cascarón hueco. Pero ¡ea! no pongas esa cara. No hagas caso de las palabras de un viejo cuando tú, como hombre joven e impetuoso, estás a tiempo de hacer que las cosas cambien. Ojala tu vida en el campo te haya forjado un alma tan digna y potente como la de los antiguos romanos y la educación que te dispones a recibir en Roma no te la destruya.
NOTA: El día 24 de febrero se conmemoraba la expulsión del último rey de Roma, Tarquino el Soberbio. El hecho había acaecido en el año 510 a.C. La República de Roma duró quinientos años. En el momento en que habla el protagonista de este texto, se seguía manteniendo la forma de la república, pero Augusto gobernaba como un verdadero emperador.
**Detalle de la maqueta de la Roma en época de Tarquino el Soberbio. En la parte superior se ve un lago y un gran terreno plano: ese era el Campo de Marte. Hacia la parte superior izquierda se ve la isla en el río. Museo de la Civiltà Romana. Roma.
***Isla Tiberina, con el campanario de la iglesia de San Bartolome y, al fondo, los árboles de la colina del Aventino. Roma.
****Agua del Tíber. Roma.
40 comentarios:
Que vueltas da la historia, madame: huir de un rey para al final acabar en manos de emperadores, alguno de los cuales hasta dejó chiquito a Tarquino.
Curioso lo de la leyenda sobre la isla hecha de trigo. Una isla casi comestible! Ya puestos mejor hubiera sido hacerla de mazapan y chocolate.
Buenas noches, madame
Bisous
24 de berero, ya intuía que era un buen día.
A pesar de que la historia se repite, quizás con tonos más acusados de aquello que se ha querido rechazar o expulsar, la dignidad de los romanos mostrando su repulsa hacia la injusticia de un poder soberbio y absoluto prevalece.
Es una belleza la narración que relata la formación de la isla tiberina, llena de magia, así como el presagio de unos pocos halagüeños tiempos que se avecinan.
Besazos, querida escritora y amiga.
Romana, romana siempre, Isabel, que me traes perfumes de la Tiberina, aromas de la Urbe en cada una de tus citas. Ahora me veo acodada en el "ponte Fabrizio" sin decidirme, como le ocurrió a Quinto en un capítulo, si penetrar en la isla como un barco o quedarme pie a tierra. Te saludo con gran cariño, amiga.
Vuelvo, a ratos, querida Isabel, tras un doloroso divorcio.
Mi mayor fascinación con el mundo romano, la tuve (tras Robert Graves, )cuando visité por primera vez La Villa Adriana. Jamás olvidaré ese lugar y aquel día, en brazos de un hermoso romano que me la contaba, y las sensaciones, el viaje en el tiempo, Ah...
Siempre te leo y tengo tu libro, en el cual participo.
Un abrazo.
Cuando los pueblos luchan por la justicia y sus divinidades, capaces son de crear islas con trigo en aguas correntosas, lección que no aprenden los tiranos, bueno lo de ellos no es preciso lo de aprender.
Saludos Escritora!!!
Precioso Isabel no te se escapa nada, la conmemoración de la expulsión del último rey de Roma.
Bicos
gran texto, sí señora.
Isabel querida tardo en pasar pero no te olvido , me encanta venir y empaparme de todo lo que escribes
Un abrazo muy fuerte
Tiberina...una historia llena de matices, que narras a la perfección, lo llenas de magia y nos adentras sinp perder frescura.
Un biko grande Isabel, siempre.
Querida Isabel, no son sólo los apuntes de historia con los que nos enriqueces en cada entrada, sino también tu escritura, tu capacidad fabuladora, tu evocación de lugares tan amados para mí. Por un momento, era como si estuviera paseando junto al Tiber y contemplara ese barco de tierra con la chimenea de ese hospital en medio.
Un día más, gracias. Disfruto mucho en tu casa.
Me aounto al comentario de la Dama, Isabel. Y tu lo has reflejado muy bien con la metáfora de la republica como cáscara de nuez vacia.
Saludos.
Isabel qué interesante y qué texto tan evocador, aderezado con esas fotografías que no hacen más que abrirnos las ganas de irnos a la isla Tiberina, a Roma, a Italia...
Un beso
Sabia decisión, la de aquellos antiguos romanos, de cambiar la monarquía por una República. Siempre aplaudí aquella medida. La vuelta a otra similar en forma de Imperio no fue sino el principio del fin.
Amiga Isabel,
Estaba yo todavía pensando qué tipo de comentario hacer a tu Apolo y Dafne, porque, a decir verdad, tu uso del Mito no me convenció, y apareces con un precioso texto sobre la abolición de la Monarquía en Roma.
No me convenció el uso del Mito, porque Febo / Apolo estaba enloquecido por el Amor que le infundió Cupido, y el Amor, pienso yo, es siempre bueno, aunque también quiero que quede claro que yo también estoy en contra de toda clase de acoso, el sexual incluido por supuesto.
Preciosa es la descripción que nos haces sobre la formación de la Isla Tiberina y la expulsión para siempre de los Reyes de Roma. Quiero citar un precioso texto de Tito Livio (Ab Vrbe condita, II,2) que dice:
Nescire Tarquinios priuatos uiuere; non placere nomen, periculosum libertati esse.
Los Tarquinios no saben vivir como personas privadas. No nos gusta su nombre, es peligroso para la libertad.
Todo un placer ha sido leer lo que has escrito, querida Isabel.
Un beso,
Antonio
Chica, qué gusto da venir aquí y conocer nuevas cosas. Me ha encantado la leyenda del nacimiento de la isla, y esa foto primera, qué preciosa es.
Un besito
Lala
Curiosa anécdota sobre la formación de la isla tiberina arrojando montones de gavillas al agua. Habrá que decir a la gente que los contenedores están para algo. Jejeje.
La evolución política de Roma en tiempos clásicos siempre me ha llamado la atención porque, al igual que la griega, puede servir de modelo para hacer comparaciones, salvando las lógicas distancias: Monarquía, República, Imperio, Decadencia... y vuelta a empezar. Se puede aplicar a más de un caso.
Un saludo.
Curiosa y entrañable, como todas tus entradas, Isabel. No conocía esa leyenda pero nos la cuentas de tal modo que resulta atractivo e interesante. Roma, siempre Roma. Avivas mis recuerdos con tus textos.
No conocía la leyenda acerca del nacimiento de la isla tiberina; me ha encantado. Como siempre disfruto de tu narrativa ágil y sublime.
Un abrazo
Tu relato demuestra que cuando un pueblo reùne todas sus fuerzas,tiene la capacidad de elecciòn mayoritaria!!
P.D.:La fotografìas ademàs de ilustrativas,son realmente bellìsimas amiga!!
BESITOS MI ISA QUERIDA
Cada día tengo más pena de los alumnos que no te tienen como profesora: no hay forma más hermosa de aprender historia que siguiendo tus relatos.
Qué bella historia! Cuánto supo (y sabe) Roma de los hombres y sus pasiones y cuántas huellas y leyendas acumula sobre ellos.
Encantador Relato y recordatorio de la conmemoración!
Muchas Gracias Querida Amiga!
Un abrazo!
Me gusta ilusionar que las leyendas no son tales sino hechos reales. Son tan mágicas... como ésta. Y como el ingenio de los romanos consagrando los terrenos al dios Marte.
Besos!
Que maravilla de blog acabo de descubrir.
Yo soy un romano convencido. Vivo imaginariamente en esa ciudad, y siempre que tengo la oportunidad de ir, intento recorrérmela de punta por muchas veces que haya estado.
Fantástica clase! muy pero que muy instructiva.
Un saludo
Era increible el odio que Roma sentia hacia la monarquia, la palabra rex hacia que se les pusieran los pelos de punta.
Besos, querida Isabel.
Expulsaron a los reyes , pero no aprendieron la leccion , pues algunos emperadores fueron mucho peores .
Mira que la imaginacion de algunos no tiene limite : crear una isla con trigo !
Besos desde Málaga
Ah, qué sabia y qué útil es la historia. Y qué bien tus relatos adentrándose en ella.
Tu manera de describir la historia es atrayente y delicada. Siempre una delicia leerte. Besos.
Que error comente el hombre que siendo rey o representante de la república se cree un dios.
Un abrazo y un placer leerte
Bellísima historia. El lugar también debe de serlo.
¿Ese es el origen de la isla? No lo sabía. ¡Qué curioso!
Saludos.
Quizás con Augusto pasó como pasa con muchos políticos, al principio de su mandato pregonan unas cosas y luego pegan un giro radical y hacen todo lo contrario.
Buen fin de semana
Tarquinios hubo muchos en Roma y en todas partes. Reyes y después emperadores; coronas y laureles. Augusto fue muy listo. Utilizó las herramentas de la república para acabar con ella, como Hitler y la república de Weymar (salvando las distancias)
Un saludo
Vengo a dejar un saludo y un abrazo, desde México.
que bonita...
traquino... y los hombres soberbos... que tomban...
abrazo serrano
Qué placer pasear por mi Roma, nuestra Roma, de tus manos y de tus dedos. Leiste, supongo, Roma peligro para caminantes, de Alberti. Justo ahí, justo cruzada la Isola Tiberina, te adentras en el Trastevere que acogió con afecto al exiliado Alberti justamente. Gran regalo tu ración de Roma, tu ración de vida.
Muy interesante, gracias.
¡Qué bonito, querida Isabel! Vengo a agradecerte la visita, y me llevo una enorme lección tras leerte. Cuánta soberbia, cuánta en estos mundos y en todos los tiempos.
Un beso,
Ah, pasear por las orillas del Tiber...
Placer inmenso, que nos has permitido evocar.
Un abrazo, Isabel
♥
Es un verdadero placer pasear por las entradas de tu blog.
Gracias por tu dedicación.
Salud♥s desde Nicaragua.
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