LOS HOMBRES SON UN MAL AGRADABLE

Ante las palabras de Ovidio, responde Corina:

La verdad ha hablado por tu boca, amado mío, más alto y claro que cuando me lisonjeas con palabras amorosas. ¿Cuántas veces me has acusado de inconstante? ¿Cuántas te has quejado de la dureza de mi corazón si no te abría la puerta de mi cuarto? ¿No pasaste ayer mismo la noche entera delante de mi casa implorando al portero que te dejase entrar? Para desgracia de las mujeres, los hombres encuentran en las dificultades el aguijón que espolea su ardor. Nos obligáis, por tanto, a refrenar nuestra propia pasión y a comportarnos con coquetería. Pues dime: de ser yo más dócil a tus deseos, de responder favorablemente a tus requerimientos, ¿cuánto tiempo habrías tardado en aburrirte? ¿Qué más hubieras necesitado para saltar al lomo de ese caballo enloquecido del que hablas, ese que te arrojaría a los brazos de otra mujer?

Pero no es mi propósito quejarme, sino rogar encarecidamente al dios Cupido que, cuando te hayas cansado de mí o yo de ti, me arroje inmediatamente un nuevo dardo: no quiero vivir ni un instante sin amor. También los hombres sois un mal agradable…

Este texto de Corina es respuesta al de Ovidio Imposible vivir sin amor

*Detalle de escultura femenina, quizá imagen de Cleopatra, en los Museos Capitolinos de Roma.
**Detalle de relieve decorativo en una urna funeraria. Aula Octógona. Museo Termas de Diocleciano. Roma.

Amor, Cupido, Ovidio, amada