Dejo caer las manos sobre mi propio regazo y me las contemplo. Todos los dedos se han torcido como si se hubieran peleado entre sí y se resistieran a volver a juntarse en armonía. Cientos de arrugas y manchas se acumulan en los dorsos, surcados por gruesas venas de color azul amoratado. Es una paradoja que parezcan ríos caudalosos a punto de reventar.
Karo llega sin hacer ruido, se agacha delante de mí y me coge ambas manos. No tengo más remedio que mirar sus ojos, especialmente escrutadores esta tarde. Todo asomo de burla o picardía está ausente y en su lugar hay una mirada intensa.
- ¿Sabes una cosa, señora Imilce? – pregunta como si alguna vez hubiera necesitado de mi permiso para hablar –. Eres la persona más lista que he conocido nunca y, si tuviera unos cuantos años más, me casaría contigo. ¡Fíjate cuánto te quiero…!
Suelto una carcajada ante esta estrafalaria manifestación de amor.
- ¡Menuda pieza serías tú como marido! Anda, déjate de zalamerías y suéltame.
- No te suelto. Hemos de ir a la plazuela del granado. El poeta Trailo ya está allí, rodeado de gente, dispuesto a darnos su versión sobre la marcha de Eneas y sus hombres.
- Vamos allá. Y quieran los dioses concederme paciencia y contención, porque ¡buena sarta de mentiras nos espera…!
Karo llega sin hacer ruido, se agacha delante de mí y me coge ambas manos. No tengo más remedio que mirar sus ojos, especialmente escrutadores esta tarde. Todo asomo de burla o picardía está ausente y en su lugar hay una mirada intensa.
- ¿Sabes una cosa, señora Imilce? – pregunta como si alguna vez hubiera necesitado de mi permiso para hablar –. Eres la persona más lista que he conocido nunca y, si tuviera unos cuantos años más, me casaría contigo. ¡Fíjate cuánto te quiero…!
Suelto una carcajada ante esta estrafalaria manifestación de amor.
- ¡Menuda pieza serías tú como marido! Anda, déjate de zalamerías y suéltame.
- No te suelto. Hemos de ir a la plazuela del granado. El poeta Trailo ya está allí, rodeado de gente, dispuesto a darnos su versión sobre la marcha de Eneas y sus hombres.
- Vamos allá. Y quieran los dioses concederme paciencia y contención, porque ¡buena sarta de mentiras nos espera…!
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Eneas, el insigne hijo de la diosa Venus, se disponía a pasar el invierno en las playas de Cartago. Después de las penalidades sufridas, los troyanos creían merecer un descanso prolongado y placentero, sin los riesgos de enfrentarse al frío y la incertidumbre en tierras hostiles. Así pues, una mañana el príncipe y sus hombres se internaron en los bosques para cazar, a fin de abastecerse de carne.
En su ausencia, las trompetas de Fama resonaron por los desiertos, las montañas y las ciudades de la extensa Libia, llegaron hasta el palacio del rey Yarbas, hijo del dios Júpiter, y con sus voces agudas proclamaron los amores del príncipe troyano y la reina Dido. Yarbas, quien desde hacía tiempo planeaba unirse en matrimonio con la reina de Cartago, tan pronto escuchó esa noticia desfavorable para él, se dirigió al altar de su padre, sacrificó ante él siete bueyes y le imploró que alejase a su rival troyano para poder celebrar sus propias bodas con la reina.
Cuando Júpiter, rey de todos los dioses, olió el humo del altar y escuchó los ruegos de su hijo Yarbas, dirigió su divina mirada hacia Cartago y se asombró de ver aún las naves troyanas varadas en la arena.
- ¿No le había prometido yo a tu hijo Eneas un reino en las costas de Italia? – le preguntó airado a su propia hija, la diosa Venus –. ¿Cómo es que permanece ocioso en Cartago y no ha partido ya en su busca? ¿Acaso mi palabra no es suficiente para él?
Venus se arrojó llorosa a los pies de Júpiter y excusó a su hijo. Alegó que la diosa Juno, tratando de retenerlo, había enredado su corazón en amores con la reina Dido. Con rabia respondió la propia Juno: no era ella precisamente quien tenía autoridad sobre Cupido, cuyas venenosas flechas habían emponzoñado de amor a su protegida, la reina de Cartago. Se cruzaron palabras hirientes entre las diosas, hasta que las interrumpió, colérico, Júpiter.
- ¡Ya basta de disputas! – ordenó. Y mandando llamar a su presencia al mensajero Mercurio, lo envió con un recado para Eneas.
Regresaba el príncipe troyano alegre a su campamento con los zurrones llenos de caza, cuando el dios Mercurio se le acercó sin dejarse ver, se arrimó a su oído y le susurró las órdenes de Júpiter: debía abandonar Cartago sin dilación y dirigirse hacia Italia, donde tenía reservado un territorio en el cual fundar la nueva Troya. Eneas, aturdido por lo inesperado de la orden y lo avanzado del otoño, quedó en suspenso. Luego, sofocando en su propio pecho el dolor que le causaba abandonar Cartago y a su reina, llamó enseguida a los suyos y les transmitió los nuevos planes.
Mientras pensaba en el mejor modo de comunicárselo a la reina, a quien la separación resultaría difícil, dio orden de actuar con rapidez y mantener en secreto sus propósitos. Así, los preparativos para permanecer en Cartago se transformaron en preparativos para marcharse, y los corazones de los troyanos se alegraron, aún temiendo que los dioses hubieran dispuesto para ellos nuevas pruebas de fortaleza y audacia.
Enloquecida por el dolor al enterarse, Dido se presentó en el campamento de Eneas para disuadirlo de partir. Con dulces palabras y razones, el príncipe troyano le explicó que debía obedecer el mandato de Júpiter y hallar por fin una tierra donde instalar su ciudad y sus dioses penates. Ella, con los ojos de la razón cegados por el amor, se resistía a dejarle marchar y de su boca tan pronto salían ruegos como amenazas. Pero Eneas no cedió. Antes bien ordenó a los suyos acelerar los trabajos para abreviar una despedida tan cruel para él mismo como para la propia reina.
Sin cejar en su empeño, la reina envió a su hermana Anna para hablar con Eneas, sabiendo que él sentía por la joven mucho afecto y ambos solían conversar con la sinceridad de los amigos. Repitió Anna los argumentos de su hermana acerca de los peligros del mar, de la conveniencia de retrasar su partida hasta que el invierno hubiera pasado. Y aún añadió otro: el rey Yarbas de Libia exigía casarse con la reina y pretendía conseguirlo incluso atacando Cartago con un ejército. A esto respondió Eneas que la reina Dido había dado abundantes muestras de ingenio en el pasado y encontraría el modo de aplacar a Yarbas. Despidió a Anna con afecto pero pidiéndole que se abstuviera de volver y de enviarle otros mensajeros, para no hacer su partida más desgarradora.
Otra jornada transcurrió hasta que los troyanos estuvieron listos. Habían retirado sus naves de la playa de Cartago y las habían trasladado a la playa de su campamento para pertrecharlas. Al amanecer del día fijado, Eneas ofreció un sacrificio a los dioses penates y otro a Neptuno y con gran alborozo los troyanos arrastraron las embarcaciones hasta el agua y empezaron a remar. El mar revolvía las arenas del fondo y escupía a la superficie montañas de espuma sucia. Altas olas se encrespaban para azotar las rocas que separaban esa playa de la de Cartago, y era tan grande su furor que temieron estrellarse contra ellas. Pese al peligro, los ánimos troyanos se exaltaron al surcar de nuevo las aguas y saberse en rumbo hacia su nueva patria.
Cuando pasaron por delante de Cartago, Eneas vio a la reina en la lejanía, subida a la terraza de su palacio, y sintió un gran dolor. Le pesaba alejarse de aquel modo de una mujer admirable y de generosidad ilimitada. No quiso volver la cabeza para evitar apenarse más. Y así, dejando a su izquierda Cartago, navegaron durante largo tiempo sin hablar. De pronto, el piloto de la nave de Eneas, Palinuro, señaló con su dedo hacia la costa: una gran columna de humo, negro como la noche, surgía de Cartago y ascendía hasta las nubes. Se levantó entonces un viento poderoso que arrastró el humo hacia ellos, les heló el aliento y los sumió en la oscuridad.
Así se despidieron los troyanos de Cartago y dieron comienzo a su última aventura.
Así se despidieron los troyanos de Cartago y dieron comienzo a su última aventura.
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El público de la plazuela del granado calla también. Como siempre, Trailo ha compuesto con habilidad una fábula y algunas personas se le acercan y lo felicitan, pero nadie aplaude. La única verdad esencial que ha salido de su boca es esa humareda con la que concluye su relato y nos destroza corazón.
*Detalle de escultura femenina. Museos Capitolinos. Roma.
**Hojas y *********Cactus. Jardín Botánico. Valencia.
***Detalle de relieve con escena de caza. Palazzo Mattei. Roma.
****Detalle de figura masculina en la Fuente de las Cuatro Estaciones. Valencia.
*****Dios Mercurio. Fuente en Villa Médici. Roma.
******Detalle de figura masculina en la Fuente de las Cuatro Estaciones. Valencia.
*******Detalle de relieve con una muralla. Museo Centrale Montemartino. Roma.
********Detalle de la fuente de Santa María in Dominica. Roma.
44 comentarios:
precioso, isabel, ya sabes que tu blog es muy especial, una obra por sí solo
un abrazo
:-)
santi
Cuál será la versión correcta? Nos has dejado espectantes, como ese humo que viene de Cártago. Abrazos.
ISA Cuanta intervención de Dioses
quien puede ser feliz así?¿ Uno Debe responder a los mandatos de los Dioses , los sentimientos o a ls flechazos de cupido?
Cariños
Los dioses inclinan, nosotros tomamos la última decisión, y casi siempre coincide con sus designios.
Saludos afectuosos.
Me gustó mucho como inicias.
No recuerdo si te he dicho de las fotos que pones de Valencia. El día que pise la ciudad, disfrutaré más de conocer y obvio, por tu historia.
Me imagino también ese público.
Seguimos linda.
Abrazos cariñosos.
"...les heló el aliento y les sumió en la oscuridad"
¡Precioso, Isabel, precioso..!
Hay magia y humanidad en estos relatos, aunque acaben desgraciadamente. O precisamente por eso.
Cuando Iris le cortó el bucle a Dido, no lo ofrendó al Orco estigio; te lo dejo a ti para que pudieras emocionarnos con esta recreacion.
Un beso, mujer romana.
Me he quedado como el público de la plazuela del granado, sin palabras y asombrado.
Y, sin duda, con el corazón destrozado.
Gran relato.
Besos.
aggg este Trailo y sus historias, me trae de cabeza. Tendré que llamarle al orden.
(Señora Imilce)
:)
Siempre contento después de leerte, apreciada Isabel... continuará...
Besos mediterraneos...
Ese humo negro me ha dejado sin respiración... Sólo puede anunciar trágicas noticias.
A la espera del final te mando un abrazo.
"Humareda".
En el corazón de Dido, carbones encendidos... Se apagarán?
Eneas tiene un objetivo claro y contundente. Se acordará de vivir?
Esperará Dido un poco más?
Me gustaría oir conversar a Dido y Venus...entre mujeres, se entenderían?
Gracias, Isabel. Por Juno, que esto termina bien!!!!
Cupido volverá al ataque...o morirán en el combate.
Sobrecogedor relato, rompe el corazón aún al más audaz de los cordeleros...
Besillos, Isa. Espero que ya estés mejor.
Isabel, esta despedida me dejado un vaivén, veo la partida de los troyanos, y Dido triste por la partida de su amado
Bellas las imágenes cada una entrelazada con el relato
Un besito amiga
sigues embelesando el viaje ....besos amiga
De los poetas en el foro a los juglares, y de éstos a tu blog: La pasión por contar una historia.
Por cierto, pobre Cupido, siempre le culpan de las bajas pasiones ajenas.
Una versión muy diferente de la historia, desde luego.
los dioses...
son elles que deciden lo final de la historia?
abrazo europeo
Isabel... no se te antoja hacer de esta obra un libro?... en verdad que tus relatos son maravillosos... me tienen atrapada... imposible volver y no pasar por aqui.
A demás, que belleza de detalles que nos presentas.
Sabes', no sabía lo que me cuentas de "La mujer vestida de sol"... se me hizo muy curioso :)
Un beso enorme :)
Dos cosas, por un lado recordar que cada uno cuenta las cosas según le parece, así que Trailo hizo una versión a su manera con la que seguro que Imilce no estará de acuerdo. Y otra la forma tan cómoda que tiene los hombres de consolarse y encontrar disculpas para lo que hacen, en este caso Eneas:
“que debía obedecer el mandato de Júpiter” (el caso es echarle las culpas a alguien)
“que la reina Dido había dado abundantes muestras de ingenio en el pasado y encontraría el modo de aplacar a Yarbas” (¡hala! ya te las arreglarás)
“Despidió a Anna con afecto pero pidiéndole que se abstuviera de volver y de enviarle otros mensajeros, para no hacer su partida más desgarradora.” (no pensaba en Dido, sólo en él)
“No quiso volver la cabeza para evitar apenarse más.” (ojos que no ven corazón que no siente)
En fin, lo de siempre, así que espero que Dido recobre su buena cabeza y tome las decisiones acertadas.
Un capítulo estupendo Isabel, no tardes en poner la continuación.
Un abrazo
No se qué me gusta mas, si la manera de contar cómo ocurrieron los hechos, o las fotos con que ilustras el relato. Estupendo este blog. Se lo voy a recomendar a mi hija, que planea viajar a Roma el próximo fin de semana ¡Qué envidia!
siempre queda la duda de si los dioses saben llorar realmente. te abrazo maga de la palabra
Magnífico el párrafo con el que abres este episodio, a pesar de lo inquietante que se esta volviendo la situación. Vuelve a hacerse presente la voluntad de los dioses, y los hombre jamás se oponen a ella.
Curioso el modo en que se enfrentan entre ellos, buscando su propia libertad y lo ciegamente que se dejan llevar por la voluntad de las divinidades.
Un abrazo querida amiga
Salud
Ufff...
el humo de la despedida...
de un adiós que amarga los sueños y lo que no fué...
sigo amiga, sigo la travesía...
admirada de tu ilimitada grandeza!
Besos mi niña...
Por favor Pasa a dejar al blog de CELEBREMOS
tu fecha de cumple y apertura de blog!
Gracias!!
http://celebremoscelebremos.blogspot.com/
Qué decirte, Isabel.
El capítulo es bellísimo, uno se enamora de la historia, de los personajes, de la manera en que lo cuentas, con tantos matices y sutilezas.
Ufff, Eneas... Ay, Eneas. La verdad es que me gustaría poder adentrarme en su corazón.
Está claro que él no ama a Dido y que va a lo suyo, que es un líder preocupado por su pueblo y que ahora mismo eso es lo que le importa, eso y seguir los designios de los dioses.
No creoque sea una mala persona, pero sí me parece algo indolente. Pero bueno, a lo mejor es que él piensa que lo mejor que pueda pasarle a Dido es que se case con Yarbas, pero creo que si la reina bajó la guardia y dejó de lado su orgullo para pedirle ayuda a él, era porque realmente la necesitaba.
Y quizás a él le faltó aprender un poco de esa gran generosidad de Dido. Si él quiere irse nada hay que lo detenga, pero también pudo haber hablado con Dido y ver de qué manera él podía ayudarla, sin que por eso se comprometiera sentimentalmente o comprometiera más a su pueblo de lo debido, no sé, es que en mi corazón queda la idea de que él pudo haber hecho algo y de que Dido sí necesita ayuda.
Excelente capítulo.
Un abrazo, Isabel.
Salve Isabel!!
Hermoso relato. Y triste.
En cierto sentido Eneas y Dido compartieron un destino similar, ambos tuvieron que huir de su patria, enfrentar un viaje, buscar donde fundar una nueva ciudad...ambos desafortunados no pudieron vivir su gran amor, una vez mas el destino les fue adverso.
Me pregunto si Dido sintio’ como una traicion el hecho de que Eneas sometiendose a la voluntad de los dioses rompio’ su pacto de amor con ella, ya que Dido a su vez, por amor a Eneas falto’ la promesa de castidad que hizo a la muerte de Siqueo.
Un abrazo!
Querida Isa...sabés?
Cuando leía lo de la "inteligencia lingüística" pensaba en vos.
Tanta capacidad! Yo te imagino en una Universidad, dando cátedras. Nunca me dijiste algo de vos...y eso que nos conocemos hace mucho tiempo!!! A ver, sos profesora? Investigadora??? Arqueóloga???
Revélame tus secretos!!!!!!ja!
Besos!!! Revélamelos!!! :P
Saludos, amor. �Cu�nto da�o se hace en todas partes en tu nombre...! Besitos.
Hola fgiucich, yo estoy con la se�ora Imilce, su versi�n, hasta ahora, me ha parecido la m�s cre�ble... Besitos.
Hola tinta del coraz�n, creo que hay que buscar un equilibrio. Mira todo lo que te pas� a t� (en tu papel de N�ufrago) cuando te enamoraste de la ninfa Sa� luego de la prostituta Zoe y, por �ltimo y m�s imposible, de la reina. Besitos.
Hola jose�n moros, no se si son los dioses o la naturaleza la que nos inclina hacia un lado u otro. Lo cierto es que muchas veces nuestras decisiones nos hacen sufrir. Saludos cordiales.
Hola clarice baricco, ojal� alguna vez vengas a Valencia, con mucho gusto te acompa�ar� a ver esas maravillosas figuras y disfrutaremos de lo lindo. Besos, querida amiga.
Hola trenzas, con elogios como los tuyos no voy a caber en la pantalla del ordenador... Tendré que empezar a creer en Iris. Besos, guapa.
Hola kurtz, el público de la plazuela del granado ha escuchado ya muchas cosas y, sin embargo, aún es capaz de asombrarse y conmoverse. Esa es una facultad que ojalá podamos conservar siempre. Besos.
Hola almena, menuda lucha con el poeta troyano. Y lo peor - aunque eso es mejor que no lo sepa la señora Imilce - es que su versión es la que quedó para siempre. Besitos, guapa.
Hola pru, ¿seguro que no fallaste al esculpir a la diosa Juno? Parece que no protege mucho a la reina... Besos.
Hola krisish, las malas noticias suelen ser negras. Besitos.
Hola ferípula, creo que la diosa Venus le ha jugado una mala pasada a Dido, así que si hablasen entre ellas, quizá la conversación no sería muy cordial. Besotes, guapa.
Hola kostas k, no dejas de trenzar, sin levantar los ojos de tus manos. Señal de que estás apenado. Besitos.
Sí, alida, desde luego que Eneas se va. Y deja un recuerdo amargo. Veremos. Besitos.
Hola fernando sarriá, gracias por tu visita. Besotes.
Hola malatesta, el pobre Cupido se lleva todos los reproches y también todos los elogios cuando de amor se trata. A mí me resulta mucho más simpático que San Valentín. Y, desde luego, admite que lo pongamos verde por sus fechorías... Saludos cordiales.
Hola niha. Las noticias que hay de la reina Dido son lejanas y confusas. Pese a todo, al tomarla en sus manos Virgilio hizo de ella una heroína mítica. Y lo fue. Su excepcionalidad está demostrada y son los detalles los que varían. Ahí es donde nosotros estamos... Besitos.
Hola mixtu, a los romanos les encantaba creer que todo ocurría por designio de los dioses. Ya sabes, los dioses son muy socorridos y les podemos atribuir todo lo que se nos antoje, como hace Trailo. Otra cosa es creérselo... Besos europeos.
Hola bettina perroni, claro que me apetece hacer de esta historia un libro. De hecho, es más larga ya que muchos libros publicados. Otra cosa es que encuentre editor. Besitos, mujer de sol.
Hola leodegundia, lo has explicado tan bien, que no hace falta decir más acerca de lo que piensa la señora Imilce y las demás mujeres. Creo que Eneas, aunque tuviera razones de peso para marcharse, no actuó bien. En cuanto a lo que puede pasar, pronto tendremos el desenlace. Besos, querida amiga.
Hola cigarra, sólo con leer la palabra "Roma" de tu comentario, ya se me pone envidioso el corazón. Gracias por tu visita, espero que vuelvas más. Y feliz viaje para tu hija.
Hola ontokita, es una maravilla tener dioses que nos reflejan, que son como los hombres. Esos dioses sí lloran, aunque suelen hacerlo cuando nadie los ve. Besos, querida amiga.
Hola charles de batz, ocurre que esos dioses, imaginados con las virtudes y los vicios de los seres humanos, desarrollan en el Olimpo unas luchas similares a las que ocurren en la tierra y utilizan a los hombres como peones. Pese a todo, siempre ha habido descreídos... Ya ves que la señora Imilce no se traga tantas excusas bajo la capa de "mandatos divinos". Todo el mundo sabe que se puede actuar contra ellos. Otra cosa es que cada cual se quiera, o no, arriesgar. Besotes, peregrino.
Hola cieloazzul, a tí que te gusta tener siempre el horizonte despejado, y trataste de mantenerlo limpio mientras cuidaste del ambiente en la nave de Dido, no puede gustarte verlo negro. Pero así es el cielo... Besos, querida amiga.
Hola rosa silverio, haces unas apreciaciones muy interesantes respecto a Eneas. Para ser sincera, en esta historia no he querido acercarme a su corazón. De hecho, verás que la parte significativa de los troyanos la narra un poeta troyano, y siempre habla en pasado, con bastante distancia. En cambio, lo concerniente a las vivencias de la reina están siempre contadas en presente, estamos mucho más cerca de ella. Cuando más nos acercamos a Eneas es en los momentos en que la señora Imilce nos habla de él. Y procura hacerlo poco. De todos modos, el corazón de Eneas es inexcrutable, así lo percibió la reina desde el principio.
Este planteamiento tiene una explicación: mantenerse equidistante de ambos, cuando entre ellos hay un desencuentro amoroso tan grande, no me gustaba. Encuentro preferible implicarme (en tanto que narradora), tomar partido: estoy del lado de la reina. Pese a todo, le doy voz a los troyanos, tienen la oportunidad de explicarse.
Los romanos le tenían pánico al amor apasionado, les parecía un sentimiento muy peligroso, capaz de convertir a un hombre en un pelele. En esta historia creo que Virgilio (y con él muchos romanos) quisieron mandar un mensaje "urbi et orbe": el deber del ciudadano está siempre por encima del amor, no hay mujer capaz de retener a un hombre y un hombre jamás debe plegarse a los deseos de una mujer cuando éstos estorban a su "ser ciudadano". El padre Eneas se convierte así en el ejemplo a seguir, en el modelo de virtud cívica masculina. A Eneas no le conmueven las lágrimas de Dido, ni le afecta su dolor; tampoco le afectaron las lágrimas de su esposa cuando la destrucción de Troya, ni los gritos de las mujeres que estaban siendo asesinadas. Un hombre verdadero, no se puede ablandar.
De ahí que no merezca para él la pena razonar con Dido, aceptar sus propuestas generosas o proponerle a ella misma que se una a su flota. Lo importante es desembarazarse del amor, estar libre de él. Y lo segundo más importante es mantener a las mujeres lejos del poder. Las reinas no gustaban a los romanos, les tenían alergia...
Besos, querida amiga, estamos ya en la recta final.
Hola tic-tac, cierto que hay mucho paralelismo entre las peripecias de Eneas y de Dido. Sin embargo, también me parece que hay una diferencia fundamental: ella se entregó y él no. No hubo un pacto de amor entre ellos. Eneas no se sentía culpable de romper nada. Por eso Dido se sintió muy traicionada cuando se dio cuenta de la desigualdad de su compromiso. No hay drama para Eneas, sino para Dido. Besos, querida amiga.
Hola de nuevo, ferípula. Gracias por pensar en mí. No soy profesora (aunque tutelo alumnos en prácticas), ni investigadora, ni arqueóloga... Trabajo en un museo, eso sí. ¿Te vale si te digo que soy una contadora de historias? Besotes, guapa.
amiga mia
pásate por favor aqui:
http://celebremoscelebremos.blogspot.com/
y dejame saber tu fecha de cumple, aniv de blog .
gracias¡
mil besos
Hola Isabel, soy Carolina de Chile, me recuerdas?
Hace tiempo que no te escribia un comentario.
Bueno, insisto en preguntarte: te ha llegado algho por correo?
Te llegaron las postales??
Espero que si.
Bueno, he estado ausente en el ciber espacio. Estoy en periodo de estudio y como este año egreso y estoy en seminario de tesis, eso hace que redusca al 100% mis horas frente al computador con fines exploratorios. Creo que estoy metida en estos estudios de titulo... si, esa es mi realidad ahora.
Nos vemos y me despido otra vez intrigada por las postales.
Salud.
Carolina Trinidad*
¡Felicidades!
Nos volveremos a ver,...en Roma.
Jordi
Los bardos y los bufones son la voz del pueblo y la verdad que perdura en el tiempo...
Y nosotros los reinterpretamos para recrear lo que fue
Un beso amable querida amiga
Gracias Isabel por tu respuesta. Yo me preguntaba por curiosidad y a eso vino mi comentario anterior cual de las Dido fue mas de inspiracion para ti si...la de Virgilio o la de Ovidio.
Virgilio estaba mas interesado en la narracion epica y este amor lo elaboro’ para justificar la historia de Roma que inicio’ de la enemistad hacia Cartago. Y Ovidio en cambio, poeta del alma y de los sentimientos vio’ a Dido mas como figura muy femenina de mujer fragil que como reina fuerte.
Un abrazo!!
Mi querida Isabel, es mucho lo que tengo que ponerme al dìa. Como veràs estoy despertando del letargo en que me habìa sumido y te dejo abierta la invitaciòn a mi castillo negro.
Besos!
No aguante mas y me vine a un ciber donde rodeada de ruidos, musica y demas sonidos molestos, quiero jugar, etc. vine a leerte. MI pC palmo, definitivamente y mientras estoy armando otra. Espero que ande...
Magnifico capitulo y me encantan las reflexiones que hacen del comportamiento de Eneas, nada mas real.
Hola cieloazzul, ya he pasado por Celebraciones y he dejado mis datos. Resulta muy simp�tico... Besotes.
Hola carolina trinidad de Chile, claro que me acuerdo de t� y recib� tus postales en ese "arte postal" tan encantador. Te lo comuniqu� en su momento, pero por alguna causa no te han llegado mis noticias. Ahora, adem�s de este comentario, te en enviado un e-mail. Que tengas mucha suerte en tus estudios y aproveches bien el tiempo. Besitos, guapa.
Hola jordi ventura, ya lo creo que me gustar�a encontrarme contigo y con todos nuestros lectores y contertulios en Roma. �Vaya si ser�a feliz...! Saludos cordiales.
Hola Manuel, gracias por pasarte por aqu� y por la entrevista que has publicado en Anika entre libros. Creo que ha quedado muy bien. Besos.
Saludos de nuevo, tic-tac, yo veo a la reina como una persona bastante fuerte, con mucho temple adquirido también a lo largo de las dificultades de su vida. Pero incluso el hierro más fuerte se puede quebrar, y puede hundirse una montaña. Siempre hay, en la fortaleza, alguna grieta. Besotes.
Hola perséfone, me alegra que hayas retornado al castillo negro. Y por lo de aquí no te apures, tómalo con calma. Besitos y bienvenida.
Hola lady zurikat, sé cuanto se sufre cuando palma el PC, y me admira que te hayas ido a un ciber. ¿Te llevaste a Lizzie contigo? Bueno, ya ves cómo están las cosas en Cartago. Me gusta que las dos amazonas decidiérais quedaros con Dido. Besos, querida amiga.
Vaya desazón!
Estos Dioses inquietos.
Besos, amiga, y te sigo...
Bueno, las fabulas no calman el dolor, pero querida amiga, a mi, me ha parecido hermosa.
Sigo leyendo, para tu blog, siempre tengo que disponer de tiempo, me gusta leerlo, como se merece.
Muchos besitos.
Qué bella tu prosa y con que fuerza arranca. Me obligasta a buscar información sobre los Penates porque a principio los confundí con los Lares y ya veo que nada tienen que ver.
Saludos, amiga.
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