Serpientes de bronce devorando su propia cola fue lo último que vio Rea Silvia antes de desfallecer. Además de Tuccia, varias personas acudieron a socorrerla. Valeria soltó el collar que estaba mostrando en ese momento a Anto, sacó a toda prisa un pequeño escabel que llevaba siempre consigo y ayudó a la vestal a sentarse. Su ayudante, Aiara, extrajo de un fardo un trozo fino de corteza de alcornoque y, moviéndolo con las dos manos, comenzó a hacerle aire. Muchas personas se acercaron a averiguar lo ocurrido y Anto les rogó que se apartaran un poco para no agobiarla más. Una mujer sugirió que le quitaran el velo, porque el sol calentaba mucho y convenía airearle la cabeza, otra proponía bañarle los pies en agua, todo eran consejos.
- No deberías haber salido hoy después de haber pasado tan mala noche por culpa de la sopa de coles – dijo Tuccia a Rea Silvia en tono de reproche y con voz suficientemente alta para que la oyera todo el mundo.
- Es culpa mía, por haberle insistido tanto – declaró muy compungida Anto que, agachada delante de la vestal, le frotaba las manos.
Rea no escuchaba a nadie. Le zumbaban los oídos, inmersa en un puchero ardiente donde borboteaban y estallaban como burbujas las ideas más nefastas: el dolor y la vergüenza de sus padres, el rostro de Vesta, su espalda desnuda ante las varas con que la azotarían hasta la muerte, el silencio de los albanos, su propio miedo, el muchacho resplandeciente. Giraban a su alrededor caras, muecas, ojos de compasión, miradas cargadas de odio, funesta alegría. Quería emerger de esa vorágine que la succionaba y la arrastraba a un abismo de insoportable angustia, pero no hallaba una salida.
-… Respira hondo – oyó decir junto a su oído. Y así como el náufrago se agarra a una tabla con todas sus fuerzas y fía a ella su salvación mientras implora a los dioses, así Rea Silvia, haciendo un esfuerzo sobrehumano, se agarró a esa orden para no hundirse en la desesperación y volver a la vida.
Antes de llegar a la casa de las vestales, a donde regresaron en cuanto Rea Silvia se encontró con fuerzas para caminar, la noticia de su repentino malestar y su desmayo se había propagado de un extremo a otro de Alba Longa.
Prátex se la comunicó de inmediato a la reina Criseida y esta la recibió sin disimular su satisfacción. En espera de sonsacarle a su hija los detalles, la noticia le alegraba el día. ¡Si su marido no hubiera sido tan blando, Rea Silvia estaría muerta desde hacía mucho tiempo! Era la mejor manera de acallar los rumores y las especulaciones en torno a esa venganza que, según había propalado la adivina Celia, tomarían sobre ella y su marido los nietos de Númitor. ¿Qué nietos? – le había preguntado con ironía su esposo, el rey Amulio, cuando se lo contó en su momento. Ninguno. Númitor no tenía nietos igual que ya no tenía trono ni corona, pero mientras su hija Rea Silvia viviese, existiría el riesgo de que concibiera hijos.
Y no olvidaba tampoco Criseida la maldición que había tenido la osadía de lanzarle esa Kritubis, una mujer desagradabilísima con quien se había cruzado varias veces por la calle desde que la maldijo y cuya sola presencia le resultaba insufrible. Y aunque ella no creía en chácharas de viejas, su sentido práctico le decía que era mucho mejor deshacerse cuanto antes de su sobrina. Como solían repetir los albanos, los pastores duermen tranquilos cuando el lobo está muerto. Si la vestal se enfermara de gravedad… Se recreó pensando que el mejor regalo de boda que podría hacerle a su hija Anto sería celebrar un funeral por Rea Silvia. Un regalo secreto, desde luego, porque Anto adoraba a su prima y jamás comprendería las razones que aconsejaban y urgían su muerte.
Por su parte, la Vestal Máxima Camilia había hecho llamar a Énule y ambas acudieron a la puerta de la casa de las vestales para recibir a Rea Silvia. Al igual que la cabaña real, la de las vestales se dividía en varias estancias, teniendo asignada cada vestal una propia. Rea Silvia fue conducida a la suya y, a petición de Énule, las dejaron solas en compañía de Tuccia.
- ¿Has tenido tu flujo menstrual? – preguntó Énule mientras Rea se recostaba en su lecho. Y le bastó ver las lágrimas en los ojos de la muchacha para saber cuál era la respuesta. Le preguntó si llevaba mucho retraso, qué otras molestias había sufrido y si notaba tensión en sus senos. Se informó luego, a través de Tuccia, de su apetito, de los alimentos que tomaba, si el aliento le olía mal.
- La vida y la muerte se suceden, Rea – dijo Énule después de prender una nueva lucerna, quemar nueve granitos de simiente de alhelí y recitar algunas palabras secretas –. La una es precisa para la otra y no se sabe dónde está la frontera entre ellas. Si quieres, puedo darte un remedio para conseguir que vuelvas a sangrar – añadió –. Es bastante seguro. No puedo prepararlo ahora, pues necesito leche de perra y otros ingredientes que no llevo conmigo, pero quizá mañana o…
- Debo pensarlo – respondió Rea Silvia sin dejarla acabar. Y ella misma se sorprendió de lo tajante de su respuesta.
- ¿Qué tienes que pensar? – intervino Tuccia –. Es lo más prudente que puedes hacer. Nadie se enterará de lo ocurrido. De lo contrario, si sigues adelante con el embarazo, no habrá modo de ocultarlo. ¿No te das cuenta? Tu madre te daría el mismo consejo, si estuviera aquí.
- Eso significa que no me creéis.
La tranquilidad con que Rea Silvia pronunció esas palabras tuvo la virtud de paralizar a las dos mujeres. Desconcertada, Énule la miró, dejando de lado la bolsa mientras Tuccia se arrodillaba junto a la yacija y desmentía enérgicamente que hubiera dudado jamás de ella.
- Entre los adornos que he visto en el puesto de la nueva orfebre, había unos muy curiosos – dijo Rea Silvia, sin que las acompañantes comprendieran por qué cambiaba de conversación –. Eran unas serpientes escamosas que se mordían su propia cola. Tenían los ojos grandes y muy abiertos. Y, sin embargo, no veían que se estaban engullendo a sí mismas.
Énule puso su mano sobre la frente de la joven para comprobar su temperatura. Estaba helada.
- Vosotras no creéis que haya sido un dios quien me ha violado – y ante las protestas de ambas, insistió –. Si lo creyerais, no me aconsejaríais que actuara contra el fruto que él ha dejado en mi vientre. No os lo reprocho. También yo dudo y me atormento, pues no entiendo qué habría querido de mí una divinidad y, en cambio, sé lo que buscan en una virgen los hombres. Sin embargo, me visteis con vuestros propios ojos en el bosque sagrado de Marte, os disteis cuenta de mi aturdimiento y conmoción, os conté lo que aquel joven deslumbrante me había dicho: que de mí nacerían dos varones. Si fue un dios y, desde luego, lo parecía, o uno de esos jóvenes latinos que andaban por los bosques buscando leña para la hoguera sagrada, ¿cómo podría yo saberlo? Y, ante la imposibilidad de averiguarlo, ¿por qué no dar crédito a su palabra?
Desde ese día en mi corazón sólo hay miedo y tinieblas, incertidumbre, pesar, una carga insoportable que a duras penas resisto. Pero ¿qué ocurrirá si me devoro a mí misma, si destruyo mi propio fruto y resulta ser de la simiente de un dios? Pensáis que si los dejo crecer en mi vientre me arrastrarán a la tumba, pues delatarán mi crimen y seré castigada. Yo, en cambio, me pregunto ¿y si, pese a todo, fueran mi salvación? Y, además, si al sacrilegio que ya se ha cometido en mi persona contra la diosa Vesta añado una ofensa a Marte o a quienquiera que fuese esa divinidad ¿dónde me esconderé de su ira? ¿Habré destruido la posibilidad de que vivan mis hijos, si de todos modos sufriré un castigo divino?
Énule y Tuccia guardaban silencio llenas de admiración al advertir en Rea Silvia esta nueva entereza, como si la confirmación de su embarazo le hubiera insuflado energía.
- Mientras tomas tu decisión, te beberás unas tisanas para aliviarte de los vómitos y los mareos – dijo Énule al fin. Sacó de su saco unas hierbas y se las entregó a Tuccia. Ésta las recibió con lágrimas en los ojos, pues sabía que no hay en el mundo una tisana capaz aliviar el horror.
- No deberías haber salido hoy después de haber pasado tan mala noche por culpa de la sopa de coles – dijo Tuccia a Rea Silvia en tono de reproche y con voz suficientemente alta para que la oyera todo el mundo.
- Es culpa mía, por haberle insistido tanto – declaró muy compungida Anto que, agachada delante de la vestal, le frotaba las manos.
Rea no escuchaba a nadie. Le zumbaban los oídos, inmersa en un puchero ardiente donde borboteaban y estallaban como burbujas las ideas más nefastas: el dolor y la vergüenza de sus padres, el rostro de Vesta, su espalda desnuda ante las varas con que la azotarían hasta la muerte, el silencio de los albanos, su propio miedo, el muchacho resplandeciente. Giraban a su alrededor caras, muecas, ojos de compasión, miradas cargadas de odio, funesta alegría. Quería emerger de esa vorágine que la succionaba y la arrastraba a un abismo de insoportable angustia, pero no hallaba una salida.
-… Respira hondo – oyó decir junto a su oído. Y así como el náufrago se agarra a una tabla con todas sus fuerzas y fía a ella su salvación mientras implora a los dioses, así Rea Silvia, haciendo un esfuerzo sobrehumano, se agarró a esa orden para no hundirse en la desesperación y volver a la vida.
Antes de llegar a la casa de las vestales, a donde regresaron en cuanto Rea Silvia se encontró con fuerzas para caminar, la noticia de su repentino malestar y su desmayo se había propagado de un extremo a otro de Alba Longa.
Prátex se la comunicó de inmediato a la reina Criseida y esta la recibió sin disimular su satisfacción. En espera de sonsacarle a su hija los detalles, la noticia le alegraba el día. ¡Si su marido no hubiera sido tan blando, Rea Silvia estaría muerta desde hacía mucho tiempo! Era la mejor manera de acallar los rumores y las especulaciones en torno a esa venganza que, según había propalado la adivina Celia, tomarían sobre ella y su marido los nietos de Númitor. ¿Qué nietos? – le había preguntado con ironía su esposo, el rey Amulio, cuando se lo contó en su momento. Ninguno. Númitor no tenía nietos igual que ya no tenía trono ni corona, pero mientras su hija Rea Silvia viviese, existiría el riesgo de que concibiera hijos.
Y no olvidaba tampoco Criseida la maldición que había tenido la osadía de lanzarle esa Kritubis, una mujer desagradabilísima con quien se había cruzado varias veces por la calle desde que la maldijo y cuya sola presencia le resultaba insufrible. Y aunque ella no creía en chácharas de viejas, su sentido práctico le decía que era mucho mejor deshacerse cuanto antes de su sobrina. Como solían repetir los albanos, los pastores duermen tranquilos cuando el lobo está muerto. Si la vestal se enfermara de gravedad… Se recreó pensando que el mejor regalo de boda que podría hacerle a su hija Anto sería celebrar un funeral por Rea Silvia. Un regalo secreto, desde luego, porque Anto adoraba a su prima y jamás comprendería las razones que aconsejaban y urgían su muerte.
Por su parte, la Vestal Máxima Camilia había hecho llamar a Énule y ambas acudieron a la puerta de la casa de las vestales para recibir a Rea Silvia. Al igual que la cabaña real, la de las vestales se dividía en varias estancias, teniendo asignada cada vestal una propia. Rea Silvia fue conducida a la suya y, a petición de Énule, las dejaron solas en compañía de Tuccia.
- ¿Has tenido tu flujo menstrual? – preguntó Énule mientras Rea se recostaba en su lecho. Y le bastó ver las lágrimas en los ojos de la muchacha para saber cuál era la respuesta. Le preguntó si llevaba mucho retraso, qué otras molestias había sufrido y si notaba tensión en sus senos. Se informó luego, a través de Tuccia, de su apetito, de los alimentos que tomaba, si el aliento le olía mal.
- La vida y la muerte se suceden, Rea – dijo Énule después de prender una nueva lucerna, quemar nueve granitos de simiente de alhelí y recitar algunas palabras secretas –. La una es precisa para la otra y no se sabe dónde está la frontera entre ellas. Si quieres, puedo darte un remedio para conseguir que vuelvas a sangrar – añadió –. Es bastante seguro. No puedo prepararlo ahora, pues necesito leche de perra y otros ingredientes que no llevo conmigo, pero quizá mañana o…
- Debo pensarlo – respondió Rea Silvia sin dejarla acabar. Y ella misma se sorprendió de lo tajante de su respuesta.
- ¿Qué tienes que pensar? – intervino Tuccia –. Es lo más prudente que puedes hacer. Nadie se enterará de lo ocurrido. De lo contrario, si sigues adelante con el embarazo, no habrá modo de ocultarlo. ¿No te das cuenta? Tu madre te daría el mismo consejo, si estuviera aquí.
- Eso significa que no me creéis.
La tranquilidad con que Rea Silvia pronunció esas palabras tuvo la virtud de paralizar a las dos mujeres. Desconcertada, Énule la miró, dejando de lado la bolsa mientras Tuccia se arrodillaba junto a la yacija y desmentía enérgicamente que hubiera dudado jamás de ella.
- Entre los adornos que he visto en el puesto de la nueva orfebre, había unos muy curiosos – dijo Rea Silvia, sin que las acompañantes comprendieran por qué cambiaba de conversación –. Eran unas serpientes escamosas que se mordían su propia cola. Tenían los ojos grandes y muy abiertos. Y, sin embargo, no veían que se estaban engullendo a sí mismas.
Énule puso su mano sobre la frente de la joven para comprobar su temperatura. Estaba helada.
- Vosotras no creéis que haya sido un dios quien me ha violado – y ante las protestas de ambas, insistió –. Si lo creyerais, no me aconsejaríais que actuara contra el fruto que él ha dejado en mi vientre. No os lo reprocho. También yo dudo y me atormento, pues no entiendo qué habría querido de mí una divinidad y, en cambio, sé lo que buscan en una virgen los hombres. Sin embargo, me visteis con vuestros propios ojos en el bosque sagrado de Marte, os disteis cuenta de mi aturdimiento y conmoción, os conté lo que aquel joven deslumbrante me había dicho: que de mí nacerían dos varones. Si fue un dios y, desde luego, lo parecía, o uno de esos jóvenes latinos que andaban por los bosques buscando leña para la hoguera sagrada, ¿cómo podría yo saberlo? Y, ante la imposibilidad de averiguarlo, ¿por qué no dar crédito a su palabra?
Desde ese día en mi corazón sólo hay miedo y tinieblas, incertidumbre, pesar, una carga insoportable que a duras penas resisto. Pero ¿qué ocurrirá si me devoro a mí misma, si destruyo mi propio fruto y resulta ser de la simiente de un dios? Pensáis que si los dejo crecer en mi vientre me arrastrarán a la tumba, pues delatarán mi crimen y seré castigada. Yo, en cambio, me pregunto ¿y si, pese a todo, fueran mi salvación? Y, además, si al sacrilegio que ya se ha cometido en mi persona contra la diosa Vesta añado una ofensa a Marte o a quienquiera que fuese esa divinidad ¿dónde me esconderé de su ira? ¿Habré destruido la posibilidad de que vivan mis hijos, si de todos modos sufriré un castigo divino?
Énule y Tuccia guardaban silencio llenas de admiración al advertir en Rea Silvia esta nueva entereza, como si la confirmación de su embarazo le hubiera insuflado energía.
- Mientras tomas tu decisión, te beberás unas tisanas para aliviarte de los vómitos y los mareos – dijo Énule al fin. Sacó de su saco unas hierbas y se las entregó a Tuccia. Ésta las recibió con lágrimas en los ojos, pues sabía que no hay en el mundo una tisana capaz aliviar el horror.
47 comentarios:
Me he quedado esperando a Camilia. De todos modos la entereza entre divina y regia de Rea le ha permitido decidir. Bien, Isabel. Muy bien.
D.
Mujer valiente, digna de ser madre de los dioses.
La lucidez de la destinadas a grandes actos. No lo sabe bien, pero intuye que debe ser ella y sólo ella la que decida su presente y su futuro.
Me estoy haciendo una enterada en Roma, me gustó el abanico de alcornoque y los nueve granitos de alhelí.
Un abrazo, querida Isabel
Entre dudas y volver a duar, va cosnruyenedo alguna certeza, o aferrandose a la posibilidad negada de tener hijos, ya fuera un Dios o cualquier joven pastor que pasara por el camino. Atrapada entre dos sacrilegios, dee calcular cual es el menor.
Esperemos que el remedio de Criseida no llegue a tiempo.
NOTICIA DE ULTIMO MOMENTO. Ayer Domingo a las 20:15 hs. Sirio, estrella internacional de tu mano en tu novela Dido, Reina de Cartago, despues de dar batalla a problemas neurologicos, de higado y demas que no dejaban nada para hacer a la ciencia, cerro sus ojos por ultima vez y nos dejo. Sobrevivio a mil y un avatares que dejarian en el camino a muchos humanos, y hasta parecia haberse recuperado como si quisiera disfrutar de tu nuevo libro de su 'tia Isabel' solo que el cuerpo no dio mas, dijo basta y ahora debe disfrutar en adelanto de como va gestanto su obra al lado de la Gran Diosa Gata. El dueño legal del gato ante asociaciones felinas, que le toco hacerse cargo esa vez, ni mosqueo mucho por la perdida. Al menos se fue pocas horas despues que lo viera por ultima vez segun el nuevo regimen de visitas, que lo tuviera en brazos, y lo mimara y peinara casi sin forma de sacarlo de encima mio. En un diario internacional, mi amiga Chavita esta escribiendo una nota sobre el luto por las mascotas, y sobre la partida de Sirio.
Las dudas carcomen, pero la certeza da fuerza, valor y energía para enfrentar incluso la ira de los mortales.
Un abrazo, Isabel!
Bueno, dolors, Camilia se asomará en el próximo capítulo. Al menos, eso creo... Un abrazo.
Hola mariajesusparadela, también yo creo que Rea Silvia fue digna madre de sus hijos. Besitos.
Comprendo perfectamente a Alejandra...el luto por las mascotas, repose Sirio en el paraiso felino donde Bastet, junto a mi Minos, traspasado hace un mes.
Isabel, se crece Rea, a pesar de la angustia y las amenzasa, cobra valor, es digna de ser la madre de los semi divino mellizos.
Atareada también por mil temas, sin contar el galope cruzado, te saludo, que en este capítulo tus artes descriptivas, sobretodo en la intimidad de cada personaje y sus reacciones, alcanza lo sublime.
Elegante tu estilo, capaz de trasladarme junto a Rea y sus compañeras, viendo a su enemiga insaciable.
Que le sea amable Vesta, que adivine los antojos de otra divinidad que causa tanto estrago. Entre dioses, digo yo, se sabe todo.
Besitoooooo.
Hola virgi, el abanico de alcornoque es una intuición mía. Desde luego, las romanas utilizaron abanicos y como en Alba Longa habían muchos alcornoques, he juntado las dos cosas. En cuanto a los granos de alhelí, se utilizaban para algunas recetas en la medicina antigua griega, no te diré mezclado con qué... Coincido contigo en que Rea Silvia ha sentido que algo se esperaba de ella. Besitos.
el detalle de las serpientes que se engullen a sí mismas es todo un símbolo
Hola alejandra sotelo faderland, siento mucho que Sirio, el gran Sirio amigo y protector de Anna, la hermana de la reina Dido, se haya marchado ya de este mundo. Fue un gato ejemplar, un modelo único y querido, personaje afectuoso que siempre estaba allí, junto a sus amas queridas, y que no las abandonó jamás. Incluso la señora Imilce lo puso como modelo de fidelidad, frente al voluble Eneas. Me alegra saber que tuviste tiempo de acariciarlo, de despedirte de él con el afecto que ambos os merecíais. Si está en una estrella, seguro que nos manda su protección gatuna.
Mañana voy a un club de lectura para hablar de Dido, así que tendré para él un recuerdo muy fespecial.
Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
Hola mayte, soy de tu misma opinión: es la certeza lo que ha dado fuerza a Rea Silvia. Un abrazo muy fuerte.
Gracias, natalia Tarraco, Sirio fue el gato de Anna, la hermana de Dido, y su ausencia se notará mucho. Cuando salió en la novela ya estaba malito, pero quizá su amor por Anna lo hizo resistir e incluso recuperarse. Espero que esté con tu Minos y se hagan compañía.
En cuanto a Rea Silvia, ya ves, se va creciendo en el sufrimiento. Paso enseguida a ver cómo van tus cruzados... Un abrazo muy fuerte.
Hola pedro ojeda escudero, dicen que es el símbolo de la eternidad, del infinito. Rea Silvia lo ha interpretado a su manera, pero también es parte de esa rueda de la existencia y el tiempo... Un abrazo.
Pobrecita niña, víctima de una divinidad de hombre. Al menos los gemelos nacerán preciosos. Beso.
Aumenta la tensión y Criseida ya regocijandose con las noticias sobre Rea silvia, esto es un sin vivir, Isabel.
Ahora a esperar...
Besos.
La valentía y entereza de REA SILVIA no han de ser fruto del milagro engendrándose en su vientre solamente,o si???
P.D.:Algo me dice que las mujeres al ser fecundadas irradiamos una sabiduria especial... ;)
BESITOS NUEVAMENTE AL RUEDO AMIGA QUERIDA =)
Veremos cómo sale de esta Rea, no es posible esconder un embarazo por mucho tiempo. Y a saber de quién es, lo de que ha sido un dios es cuestión de la narradora que está tomando parte a favor de Rea y Numitor. No me apetece nada estar en sus manos pues noto como retrata con cierta inquina a Criseida, mi amada y dulce esposa, y a mi persona.
En fin esperemos que le vuelva la razón y deje que seamos nosotros quienes guiemos el destino de nuestro pueblo, y no esa melindrosa Rea Silvia y su flojo padre.
Rey Amulio
A la novelista: Me gusta. Un beso
Salud y República
la hierba crece de noche. Sin ruidos, como esta historia, como los dos gemelos. Qué maravilla ver los entresijos de la gran historia en su noche. Enciendo mi 'lucubrum' para seguirte.
Me gusta mucho la seguridad que demuestra Rea ante la duda y también esa última frase "...no hay en el mundo...
Sigue siendo cierta hoy día.
Abrazos
Definitivamente Rea Silvia ha entrado en la edad adulta de la peor manera posible. Se ha dado de bruces con una realidad despiadada en su caso. Como tantas y tantas mujeres...
Y la buena de Criseida, con todo lo malvada que es, parece un poco tonta. Un mucho tonta. Después de la predicción y de la maldición que tuvo que escuchar, debería andarse con cien ojos en todo lo relativo a su sobrina.
Pobre Anto, ¡vaya progenitores!
El argumento cada vez gana más en aparentes sencillez y espontaneidad. ¡Qué difícil debe de ser poder escribir así, como si fluyera con total naturalidad! Mi felicitación de nuevo por esa forma y el contenido.
Un abrazo muy fuerte, querida Isabel.
Hoy me ha tocado leer dos capitulos de un tirón, lo cual me agrada. Ultimamente no puedo asomar mucho por aquí, pero por nada dejaría de pasar a seguir esta novela, aunque tenga que leer los capítulos de dos en dos.
Terrible dilema el de Rea Silvia, que ni siquiera puede estar segura de qué es lo que sucedió. Espero que afortunadamente para Roma, y por tanto para nosotros, tomará la decisión correcta.
Feliz dia
Bisous
Creo que hay asuntos tan personales en los que no caben los consejos ni las opiniones de nadie más que de esa persona. Sólo ella misma debe tomar sus propias decisiones. En los demás está apoyarla, estar a su lado, haga lo que haga esa persona.
En este capítulo Rea Silvia me ha parecido muy madura y muy lúcida. Se ve que su intuición es tan fuerte que nada hará que cambie de opinión :D
A ver qué dice Camilia...
Un besito
Terribles son las decisiones que nos presenta el destino. Casi nunca creemos estar preparados, pero es lo mismo. Aparecen como metas de un instante, y hay que elegir, sin pausa, con entereza y sabiendo que no habrá olvido.
El haber concebido le ha dado a Rea Silvia entereza y entendimiento para discernir entre lo malo y lo peor. Una buena papeleta le ha caído.
Un saludo.
SIMPATIZO CON ALEJANDRA.
¡¡¡Pobre Rea Silvia!!! Asumiendo todo la responsabilidad y ¿dónde se esconde el que disfrutó con su virginidad?, ella ni siquiera tuvo esa opción.
¡Bah, dioses, hombres, ...!
Bicos
Los valientes siempre son nobles. Si además, se trata de una mujer valiente es honorable y majestuosa.
Amiga Isabel, estoy siguiendo con tanta atención lo que publicas que no puedo sino esperar con impaciencia tu siguiente escrito.
Un abrazo.
Isabel, sin duda Sirio estara muy orgulloso junto con sus nuevos amigos y hasta su propia familia, del lugar que le diste en el mundo y no solo literario. Paso de ser el gato consentido a ser un personaje con peso propio e internacionalmente conocido. Asi que quizas si te quedas trabajando alguna noche, te susurre alguna frase o te de animos para seguir adelante o simplemente hacerte una caricia o apoltrronarse entre tus letras.
Hola emejota, tú lo has dicho: "una divinidad de hombre". Lástima que haya sido tan bruto... Besitos.
Hola elysa, ya ves que para Rea Silvia no hay apenas respiro. ¡Y qué mayor se nos hace...! Un abrazo.
Hola gabu, yo creo que Rea Silvia ha pasado de la incertidumbre a la certeza. Y ésta, por dura que sea, le da otra perspectiva de las cosas. Un abrazo, querida amiga.
Hola rgalmazán, por una vez tienes razón: la narradora ha tomado partido por Rea Silvia y tanto a tí como a tu dulce esposa tratará de dejaros fatal. Con todo, ya ves tu sobrina cómo va, de mal en peor... Dentro de poco será la tuya. Un besito, malvado.
Saludos hyperion, crecen los gemelos silenciosos en el vientre de Rea Silvia. ¡Cuánto poder futuro creciendo de una semilla minúscula! Un abrazo muy fuerte.
Hola isabel, creo que Rea va asumiendo su nueva situación y sintiéndose reafirmada en ella. Está en transformación. Besitos.
Ja, ja, freia, si los malvados no fueran también un poco tontos, estaríamos perdidos... Sólo hay que mirar a nuestro alrededor. En cuanto a Rea Silvia, nuestra querida niña, está creciendo a golpes de sufrimiento. Todo un pasaje a la edad adulta que han conocido muchas, muchísimas mujeres antes y después de ella. Un abrazo, condesita.
Saludos, la dame masquée, muchísimas gracias por pasar, más todavía en estos días que está usted tan ocupada. Creo que Rea Silvia tomará la decisión que más nos favorece de cara al futuro, aunque haya de pagar un altísimo precio. Beso su mano.
Hola áfrica, también yo veo madurar a Rea Silvia y, sobre todo, manifestar su independencia de criterio. En cuanto a Camilia... supongo que tiene delante una auténtica papeleta. Besos.
Hola odiseo de saturnalia, habla por tí la sabiduría. Las cosas difíciles se presentan estemos preparados o no, cuando ellas quieren, al margen nuestro y de nuestra voluntad. Es tarea nuestra encajarlas e, incluso, volverlas a nuestro favor. Un abrazo.
Saludos, antonio campillo, me satisface saber que te encuentras a gusto entre estas letras. Y es una verdadero placer que nos acompañes en esta aventura de fundar Roma. Saludos cordiales.
Hola alejandra sotelo faderland, me anima y me conmueve pensar que quizá Sirio venga a hacerme compañía alguna noche, a inspirarme mientras escribo. Ahora ya no nos separa un océano, sino esa fracción de segundo que tarda la luz en llegar de su estrella a mi mesa. Puedes estar segura de que me acordaré mucho de él y estaré atenta a sus susurros. Un abrazo muy fuerte.
Como mandan las normas del buen escribir, el relato va creciendo en medio del misterio y la intriga. Brillante!!! Abrazos.
Hay que ver la importancia que tiene la decisión de Rea Silvia...¿cómo seria el mundo y todos nosotros si llegase a decidir tomar el remedio de Énule?
Ufff...hasta me asusta pensarlo...
Besos Isabel.
Muy interesante, Isa.
Siempre he considerado que la mujer tiene un papel mucho más importante en la Historia de lo que parece, aunque también es cierto que desde un cierto anonimato, pero no por ello menos importante.
Leyendo este capítulo me reafirmo en eso y me viene a la mente la figura de la Virgen María. Pese a no ser las mismas circunstancias, sí que veo una relación de este mito con la figura cristiana. Besos.
Oh, siento mucho la desaparición de Sirio, gato literario. Lo lamento, es muy doloroso. Muchos besos para Alejandra.
¿Y la pobre y desmayada Rea silvia? Imágenes infernales acuden a su mente, su propia muerte fruto de la tortura... mientras Criseida maldita, se frota las manos. Criseida, oye, no cantes victoria que Kritubis sabe lo que se dice.
Esa imagen de las serpientes endofágicas abre todo un mundo imaginario de símbolos esotéricos y metafísicos. Han llegado directos a la mente de Rea Silvia, que ha recibido todo su poder y significado. Tomó fuerzas la niña, pero, ¿dónde está el dios Marte que le insufle fuerzas y la exima de su responsabilidad? Esto es un sin vivir, pobre vestal ultrajada. Sin duda, tenía reservado un destino extraño y difícil.
Ay, ese Prátex antipático no ha perdido el tiempo... ya le tocará pagar, y si no, al tiempo.
Pues nada a sufrir otro poco, estoy deseando que Marte haga acto de presencia por algún lado.
Besazos, Isabelita.
Encantado de leerte de nuevo, querida patricia romana. Tras unas semanas alejado de la blogosfera por motivos laborales...¡he vuelto!
Besos.
La actitud de Rea Silvia en un principio me pareció la de una muchacha asustada y temerosa de su futuro. Sin embargo, ahora ha tomado las riendas de su propio destino alejándose de sus semejantes. Ella cree en lo que ha visto y no necestia que la crean los demás.
Besitos
Ya tengo ganas de leerlo entero, sin pausas y sin prisas.
Un abrazo. Eres grande, Isabel
Hola fgiucich, tus palabras suelen ser siempre una inyección de ánimo. Mil gracias, amigo.
Hola bagoas, ciertamente tus palabras hacen pensar en la trascendencia e importancia que para el mundo tiene una decisión individual. Esa reflexión sí que da vértigo... Un abrazo muy fuerte.
Hola stelmarch, comparto tu opinión. La importancia de las mujeres ha sido enorme y desde luego no menor que la de los varones, lo que pasa es que se ha rebajado y ocultado. En cuanto a la similitud con la Virgen María, no es de extrañar: es bastante frecuente en los mitos antiguos encontrar la figura de esa joven virgen madre de una prole divina. Besitos.
Hola elena clásica, la desaparición del gato Sirio del mundo de los vivos nos apena a muchas personas y nos hace sentirnos más cerca de Alejandra, que lo quería tanto.
En cuanto al dios Marte, ¿qué podemos decir? No es mejor que otros que dejan su semillita y luego se llaman andana... Con todo, esperemos de él algún gesto benévolo hacia Rea. Pero ella, pese al silencio del padre de sus hijos, saca fuerza de donde la sacan todas las mujeres: de dentro de sí y del apoyo de tantas personas que la quieren. En cuanto a Pratex, siempre está dispuesto a la maldad, como sus amos Criseida y Amulio. Ahora bien, aunque la maldad es fuerte y dura, no siempre se alza con la victoria. Esperemos que Rea Silvia resista. Besos, querida amiga.
Bienvenido de nuevo, cornelivs, pasaré en cuanto pueda a visitarte. Un abrazo muy fuerte.
Hola carmenBéjar, creo que Rea Silvia estaba asustada y temerosa y quizá lo siga estando. Pero ha habido un cambio fundamental: lo que antes era el temor de estar embarazada, ahora es la certeza. Y con esa certeza de la cercana maternidad, brota el sentimiento maternal y la fortaleza y la decisión. Creo que acaba de vivir un momento clave. Besos, querida amiga.
Saludos, elena casero, ja, ja. ¡Yo también tengo ganas de leer esta novela entera! Lo malo (o lo bueno) es que antes tengo que escribirla. Un abrazo muy fuerte, guapa.
Mi heroína Rea S. es muy condescendiente . aceptando y dando por hecho , que la violación ha sido realizada por un dios y como tal hay que conformarse , y si no, ante la duda es dar por hecho que sus hijos van a nacer de una divinidad.
Un abrazo fuerte .
Ya me he puesto al día, mi querida Isabel.
¡Cuánto sufrimiento, cuánta inquietud padecida, cuántas dudas! La confusión se apoderó de mi persona. Requería un tiempo para asumir internamente todo lo que me había pasado, la violación por parte de Marte de la que llegué a sentirme culpable. ¡Qué terrible es la culpabilidad y más por actos no provenientes de nosotros!
Pero el instinto vela y la inteligencia vigila. Asumida la injusticia, el haber sido elegida por el poderoso deseo de un dios, no agravo mi situación deshaciéndome del soplo de vida insuflado en mis entrañas. Que se cumplan los designios y de mi vientre nazcan los gemelos que fundarán la ciudad más hermosa del mundo. Seré valiente. Mi corazón empieza a recobrar la calma. Digo adiós a la niña que fui e inicio la mujer que aspiro a ser.
Fdo.: Rea Silvia.
Preciosos los tres capítulos, Isabel. El pulso narrativo se hace denso y ahonda en el interior de Rea Silvia. Pasa del estado atormentado al resignado con una nobleza y una inteligencia envidiables.
Tus letras son siempre un goce para el espíritu.
Miles de besos.
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