(XXX)
El padre de Rea Silvia y la sanadora Énule habían llegado por la noche a Alba Longa, pero hasta el día siguiente no podrían ni hablar con el rey Amulio ni ayudar a Rea Silvia. Entre tanto la falsa partera Cora, enviada por la reina Criseida, había fracasado, pues un pájaro carpintero había conseguido llevarse la cinta de lana con el nudo con el cual pretendía impedir el parto de Rea Silvia. Los gemelos estaban a punto de nacer.
“Exhibió el dios Marte sus poderes/ iluminando con relámpagos el cielo./ De las anfractuosidades de su bosque sacro/ alzó firme su voz:/ “Evoquen los truenos el fragor del combate/ cuando las lanzas hienden la carne enemiga/ y los escudos retumban en el cuerpo a cuerpo./ Pues ha de forjarse en los peligros mi prole/ la luz deslumbrante del rayo reciban mis hijos/ y, del trueno, la fuerza imparable.””
Así describió en su crónica oral Urbano Lacio la apoteosis con que la bóveda celeste y los montes Albanos recibieron a los hijos de Rea Silvia. Nacieron al rayar el alba del tercer día después de empezar el invierno cuando, tras una pausa, la tormenta que desde la noche anterior azotaba el territorio sagrado de Alba Longa se reanudó con un violento estallido de truenos y relámpagos.
En la cabaña de la hondonada el acontecimiento se vivió de manera distinta: apenas notó que el parto se aceleraba y llegaba a su momento crítico, Tuccia le rogó a Rea Silvia que sofocara los gritos mordiendo un trozo de lana para no despertar a Cora. Las lágrimas rodaban por el rostro de la vestal mientras, en cuclillas, sostenida por los brazos y el aliento de su compañera, apretaba los dientes y empleaba todas sus fuerzas en empujar a sus criaturas al mundo. Al otro lado del lar, dándoles la espalda, la enemiga Cora aún dormía pese al estruendo casi ensordecedor de los truenos retumbando entre las peñas.
Salió el primer hijo, y la mirada turbia de Rea Silvia sólo pudo distinguir una bola rosada que inflamó de amor su corazón. Tuccia lo envolvió con presteza en el paño sobre el que había caído y, sin levantarlo apenas del suelo ni tocar el cordón umbilical, lo apartó un poco para dejar sitio al hermano. Y antes de que éste asomara siquiera la cabeza, el primero rompió en un llanto agudo que sorprendió por su potencia a las mujeres. Dio un salto Cora, giró el cuerpo y quedó unos instantes boquiabierta mirando a Rea Silvia. Reaccionó Tuccia con gran rapidez, acercándose a ella:
- ¡Vamos, vamos, no te quedes ahí! Necesitamos más agua – y la empujaba hacia la puerta, tendiéndole al mismo tiempo el recipiente. Incapaz de creer lo que estaba viendo, Cora no acertaba a resistirse y se dejaba llevar. Cuando alargó el brazo y cogió su manto, ya Tuccia había desatrancado la puerta y, sin abrirla del todo, la hacía salir. La cerró inmediatamente y pasó la tranca.
Sin dar señales de haber sentido el frío y la lluvia entrar por la puerta, corrió de nuevo al lado de Rea Silvia a tiempo de ver cómo se depositaba en el suelo el segundo varón. La vestal se reclinó hacia atrás, exhausta, empapada en sudor y lágrimas, mientras Tuccia lo envolvía como un bien precioso. ¿Quién le hubiera dicho que, puesta en esta situación, habría sabido desempeñar con tanto acierto el oficio de una partera? Cortó el cordón umbilical del primer nacido, cuyo llanto no había cesado y, entonces sí, lo cogió en brazos delicadamente y lo entregó a su madre. Lloró en ese momento el otro, con la misma fuerza, y rieron de alegría las dos mujeres.
- ¡Dos varones! ¡Y qué vivos están! – exclamó Tuccia.
Con un hijo en cada brazo, bien apretados contra su pecho, a Rea Silvia esos gritos le sonaban a música; agitaban los piececillos, sacaban los brazos de la envoltura y ella se maravillaba de la perfección de aquellas manos tan diminutas, de sus dedos regordetes y robustos, de la vitalidad con que se movían, lloraban y apretaban los puños.
- Son preciosos, ¿no te parece? – decía con voz riente, incrédula aún. Era una maravilla de ver y tocar a esos hijos por los que había luchado tanto y, hasta entonces, se le habían antojado lejanos y próximos al mismo tiempo. Era tal su éxtasis, que ni se percató, hasta ser advertida por Tuccia, de la expulsión de la placenta.
- Encomendémoslos a los cuidados de Carna enseguida, pues los demás dioses han desempeñado su función sin que nos hayamos dado cuenta – dijo Tuccia haciendo un gesto ritual. Debían comenzar el aseo de los recién nacidos.
¿Cómo habría conseguido arrancar el nudo esa zorra de Tuccia?, se preguntaba rabiosa Cora cuando, al hurgar con la mano en el agujero que ella misma había hecho en la pared externa de la cabaña, echó de menos la cinta de lana. La luz aún era escasa, pero suficiente para constatar que había sido cortado el palo, del grosor de su dedo meñique, al que había atado la cinta con un nudo bien fuerte. La reina Criseida se encendería de cólera cuando supiera que la sacrílega había parido. Se estremeció sólo de pensarlo. Pero no servía de nada lamentarse: entraría de nuevo en la cabaña, como si nada hubiera ocurrido, e improvisaría el modo de terminar rápidamente con la madre y su retoño.
Disponía de tiempo, porque la antorcha encendida que había dejado en el exterior para avisar a los hombres de Amulio estaba apagada y a medio consumir. Con tanta lluvia, no habría durado mucho. Quizá ni siquiera había visto su resplandor el hombre de guardia. Mejor así. Le convenía actuar rápido pero sin precipitación. Cogió agua de la tinaja como le había pedido la odiosa Tuccia y se dirigió a la puerta. Llamó una vez. Otra. Otra más. Golpeaba con la palma extendida y llamaba a voces. Nada.
Estaba aterida de frío y la humedad le calaba los huesos. Era preciso entrar.
- ¿Es que no me oís? ¡Abridme! – dijo de pronto la voz furiosa de Cora a través del ventanuco. Rea Silvia se sobresaltó, pues no había vuelto a acordarse de ella, tan entregada estaba a la contemplación de sus retoños.
Tuccia arrugó la frente. Su primer impulso había sido alejar a esa mujer de Rea Silvia y de los gemelos, evitar que pudiera echarles mal de ojo o perjudicarlos con hechicerías, pues sólo la voluntad de hacerles mal explicaba su presencia en la cabaña. ¿Qué convendría hacer ahora? Esa mujer malvada era tan peligrosa dentro como fuera.
- Espera un poco y enseguida te abro, Cora – mintió, para ganar tiempo –. Rea Silvia está a punto de parir a su segundo hijo y no puedo dejarla.
- ¡Eres una mentirosa! Sólo tiene uno y ya ha nacido. Ábreme, me estoy
helando.
- ¡Tápate bien y ten paciencia!
El temporal amainaba de nuevo. La lluvia golpeaba con menos fuerza sobre el tejado, se alejaban los relámpagos y los truenos. Ni un puñado de hojas hubiera podido levantar el viento, agotado después de tantas horas de soplar. Desde la cima del monte Cavo el resplandor de las nubes delataba que el carro del sol iniciaba su recorrido cotidiano por el éter
- He aquí el doble fruto: no me engañó vuestro padre – decía Rea Silvia en voz baja, mientras con suma delicadeza y agua tibia limpiaba poco a poco los cuerpecillos de sus hijos. Dormían y respiraban con regularidad, dando hondos suspiros de vez en cuando. Como dos gotas de leche, así se parecían ellos: los labios perfilados e idénticos, la misma forma de los ojos, las naricillas exactas, el cabello alborotado en los dos, oscuro y abundante. Uno de ellos tenía un lunar en el hombro derecho, pequeño y alargado como una hormiga. No se cansaba Rea de mirarlos.
Cuando los tuvo limpios, los fajó con las bandas protectoras de Kritubis y
los depositó en la cesta de colores realizada por Amnesis. Mientras colgaba del cuello de cada uno su amuleto, dijo con emoción:
- Tuyos son, Marte, y más míos aún pues los he gestado en mis entrañas. Cuídalos. Ya que han sido engendrados por tu voluntad divina, protégelos de todo peligro y, aunque haya de pagar yo con la vida el haber perdido involuntariamente mi virginidad, no permitas que sobre ellos triunfe el rencor del rey Amulio. Han de vengar a mi padre si es cierta la profecía de Celia. Que sea así con tu ayuda.
Como si le diese réplica, aulló de nuevo el lobo.
Lo escuchó Cora, y se echó a temblar. Parecía estar muy próximo, quizá a pocos pasos de allí, al otro lado de la cabaña. Se agachó, apoyando la espalda entre la pared y la tinaja para ocultarse, aunque bien sabía que era el olfato el que atraería al lobo si estaba hambriento. No se atrevía a hacer ruido ni a regresar delante de la puerta. Estaría pendiente de todos los sonidos y correría hasta allí cuando oyera a Tuccia quitar la tranca para abrirla. Así estaba, amedrentada y encogida, cuando otro rumor atrajo su atención. Era débil, pero su oído aterrorizado lo captó.
Dos sombras se acercaban por la hondonada sigilosamente, caminando con cautela. Iluminadas apenas por la claridad, destacaban sobre el fondo oscuro del bosque. Le bastó observarlas un poco para reconocer a Prátex y el andar vacilante de Catión, ese borrachín inseparable suyo. Pensó con rapidez. Ahora ya era imposible seguir su plan de deshacerse por sí misma de Rea Silvia y su hijo, y también era tarde para evitar la furia de Criseida. Mejor sería, en tales circunstancias, servir al rey Amulio ayudando a sus hombres.
Se puso en pie y agitó los brazos para llamar su atención mientras les salía al encuentro. Una vez los hombres dieron señales de haber advertido su presencia, cambió de dirección para dirigirse hacia la zona arbolada situada a su izquierda. Allí podrían hablar sin ser vistos desde la cabaña.
- ¡Por fin llegáis! – dijo fingiendo alivio –. Hace rato que os espero. Temía que, con el temporal, no hubierais visto mi antorcha.
- ¿Creías, acaso, que te íbamos a perder de vista? – se burló Prátex –. Aún no ha nacido humano que se nos oculte, ni a mí, ni al rey Amulio. ¿La cerda ya ha parido?
Asintió con la cabeza Cora.
- Pues vamos allá.
- ¡Espera! – lo contuvo –. La puerta está atrancada. La doncella no tardará mucho en abrirla para que entre yo. Ese será el momento.
Lavó Tuccia a la vestal, le hizo beber una infusión de hierbas calmantes y la arropó rogándole que descansara un poco. Agotada, cerró los ojos Rea Silvia con la cabeza al lado de la cuna. Somnus acudió al momento y le puso miel en los párpados para producirle un sueño dulce y reparador. Recogió la doncella Tuccia todas las telas que se habían manchado y las fue arrojando al fuego para evitar que Cora se apropiara de ellas y las aprovechase para hacer algún conjuro. La perfidia de esa mujer era de temer.
¿Quién la habría mandado allí? Le parecía imposible que hubiera sido Anto, porque quería sinceramente a su prima Rea y jamás habría ordenado causarle ningún mal. Menos todavía atar un nudo de manera tan insidiosa como había hecho Cora para impedir el parto. Pero ¿había sido ella realmente la autora del nudo? Había estado fuera poco tiempo y porque ella misma la había mandado a por agua. Ahora la asaltaban las dudas… Debía, sin embargo, tomar una decisión. Hacerla entrar en la cabaña era un riesgo indudable; dejarla a la intemperie no era mejor, pues si la descubrían los vigilantes de Amulio se enterarían de que ya se había producido el nacimiento, una información que era preciso ocultar a toda costa.
Desde que Palantea las había encontrado, una luz de esperanza brillaba en el corazón de Rea Silvia: la posibilidad cierta de entregar los gemelos al cuidado y protección de sus amigas para que los criaran reservadamente en algún lugar secreto, fuera del alcance de Amulio. Puesto que el parto se había anticipado en ocho días a lo previsto, la perspectiva era aún mejor. Cuando, contados los 274 días de embarazo, los esbirros del rey se presentaran en la cabaña para quitárselos, los recién nacidos ya estarían a salvo lejos de allí, libres de sus insidias.
En una situación tan delicada, lo más aconsejable sería hacerla entrar. Ya resolvería las dificultades futuras según se presentasen. Sorteando la cuna y el cuerpo de Rea Silvia, se acercó al ventanuco a llamarla. Cora no respondió. Tuccia pensó que quizá se había quedado dormida o esperaba a la puerta de la cabaña. Se echó el manto sobre los hombros y, procurando no hacer ruido para no despertar a la madre ni a los hijos, desatrancó la puerta y salió.
* La fotografía de Rea Silvia con los gemelos en los brazos está sacada de internet. Las restantes son todas mías.
49 comentarios:
Queridos amigos: me rindo. Con el nuevo diseño de blogger para meter entradas, llevo más de dos horas batallando y no he conseguido poner la letra del tamaño que quiero, es una tortura colocar las fotos y, en fin, creo que lo he pasado peor que la pobre Rea Silvia pariendo a los gemelos. Disculpad lo que veáis mal. Sencillamente, no puedo más. Besos a tod@s.
Todo está perfecto, para mi gusto.
Blogger cada día nos sorprende: hoy me encuentro con una nueva forma para los comentarios.
Poquito a poco.
Lo importante es el texto y ese es formidable.
Gracias, mariajesusparadela, me rompe los nervios y, francamente, tener que perder tiempo en dificultades absurdas como éstas me agobia, porque todo ese tiempo tendría que estar dedicándolo ya a empezar el siguiente capítulo, a visitaros, o, en fin, a relajarme mínimamente... Un desastre. En fin, me consuela que no lo veas mal. Besos, querida amiga.
Por aquí también se ve muy bien.
Incluso los gemelos están ¡al fin! preciosos, rosados y sanos.
Recién llego del trabajo y me encuentro con este regalo.
Pero no cantemos victoria aún, la maldad se despliega por el bosque...
Hoy, un abrazo más grande y mi enhorabuena por este nacimiento.
Pues yo no he notado nada, Isabel. La letra es más potente pero de acuerdo con el ritmo de la entrada. Es fabulosa, una narración trepidante.
D.
A mi me parece que está todo perfecto y la letra está muy clara. Siento que hayas tenido tanto trabajo.
Gracias por este nuevo capítulo.
Bicos
En mi opinión ha quedado perfecto, aunque comprendo que es un fastidio no poder realizarlo exactamente según la idea que uno tiene en mente por culpa de los dichosos cambios que está haciendo constantemente blogger.
Bueno, lo importante es que hoy nos ha ofrecido un capítulo interesantísimo y crucial en esta historia. Ya tenemos a los gemelos. Ahora habrá que ver si logran escapar a la maldad que los rodea.
Buenas noches
Bisous
A todo se acostumbra uno y, al final, tú también te acostumbrarás.
Ya tenía yo ganas de que nacieran los hermanos. Vaya un capítulo, no pierdes tu arte para mantenernos enervados y, encima, dejarnos con la tensión de saber lo que pasará. Aunque lo único seguro es que los hermanos vivirán, me has dejado con las ganas de más, como de costumbre. Por cierto, muy bueno el recurso del pacto de Rea Silvia con Marte.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Se ve estupendamente, Isabel, no te preocupes. Aunque entiendo que los nervios se te pongan de punta: a mí también me ocurre en ocasiones y me desquicia mucho.
Dejando a un lado las cuestiones técnicas, te dirá que estoy contentísima- Por fin llegaron al mundo los gemelos y yo los miro embobada, ya olvidado el dolor soportado para traerlos a la vida. Los miro y experimentos sensaciones desconocidas y muy gratas y dulces. Mientras viva, estos niños serán mi preocupación primera, los atenderé y amaré con todo mi corazón.
Alzo mi copa simbólica y brindo contigo y con todos los que seguimos la Fundación de Roma por el nacimiento de estos seres que cambiarán el destino de la humanidad.
Un abrazo inmenso, querida amiga.
¡Bienvenidos gemelos! Noble estirpe del dios Marte y de la joven vestal Rea Silvia, parece mentira pero desde el futuro os hemos esperado largamente.
Vuestro nacimiento ha sido observado por vuestro padre quien ha enviado una tormenta a la altura de las batallas que él insufla. Parecía que el cielo con todo su poder, sus truenos retumbando y la luz de los rayos se fuera a derrumbar contra quienes quisieran impedir el nacimiento de los gemelos de estirpe divina.
Ay de aquel que no haya querido hacer caso a la advertencia de Marte, mientras un lobo parece hacerse carne como un símbolo de quién ha de ganar este momento de fuerzas encontradas.
Nuestro ánimo se ha iluminado a la par que Rea Silvia olvidaba todos los meses de amargura, desazón, terror y sinsabores mirando a los pequeños que han sido valientes desde su nacimiento.
Bienvenidos pequeños. Os hemos esperado durante largos meses. Las amigas de vuestra madre os han querido arropar a vuestra llegada, dejaos ahora mecer en el cariño de sus labores. Muchos están velando por vosotros.
Esperemos que Marte sea ahora quien vele por Rea Silvia y Tuccia, ¡ay!
No podía haber sido más emocionante.
¡Por fin han llegado! Las crónicas de Urbano Lacio nos han permitido estar allí con nuestros ojos y nuestra alma. Gloria a Urbano Lacio.
Enhorabuena Romana, más grande imposible. Un gran abrazo, querida.
Gracias, virgi, como muy bien dices, la maldad se despliega por el bosque... ¡Ay, espero que nos ayude Silana! Besazos.
Hola dolors gimeno, creo que me va a costar acostumbrarme a este nuevo formato, porque como todo va sin explicaciones... Besos.
Saludos, dilaida, y gracias por tus ánimos. Parece absurdo, pero realmente rompe los nervios. Besos.
Hola la dame masquée, cierto, ya tenemos a los gemelos, han nacido fuertes, yo diría que incluso gorditos, con gran vitalidad... ¿Será tanta como para aguantar las amenazas? Beso su mano, madame.
Saludos, sahara.es, esta historia es como la vida misma: nadie sabe lo que ocurrirá mañana, ni dentro de una hora... Me alegra saber que disfrutas, porque ese es el objetivo principal de mi trabajo: que lo pasemos bien todos juntos. Besos.
Hola isabel martínez barquero, qué alivio que Rea Silvia haya parido finalmente con las dificultades normales. ¡Tantos meses de espera! Y ha valido la pena, creo yo. Rea Silvia ha madurado mucho en ese tiempo, ha asumido que hay una parte de dolor que no podrá evitar, pero de algún modo se somete a los designios del destino. Ojala disfrute de sus hijos como todas las madres tenemos el derecho de disfrutar de los nuestros. Alzo la copa contigo y te felicito por los gemelos. Besos.
Hola elena clásica, cuánto tiempo gestando, esperando, amando y temiendo, y todo eso se olvida en el mismo instante en que la criatura llega al mundo y a los brazos de su madre. Y a partir de ahí, todo es incógnita: como será la vida de esa criatura, qué carácter tendrá, cuáles serán sus gustos, sus predilecciones, sus temores. Cuánta felicidad nos dará y cuánta nos quitará... Los gemelos no escapan a esa ley: vivirán una vida que proporcionará a los demás gozos y tristezas inevitablemente. Ojalá cuenten siempre con la protección de su padre Marte y de todas las divinidades que han auxiliado a su madre para hacer posible que ellos nacieran. ¡Salve, Silana! Como ya dijo Urbano Lacio en su crónica oral,"Silana, destilando todas sus dulzuras, / transformó su bosque en un regazo materno: / su fronda sería hogar último de Rea Silvia/ y hogar primero de la estirpe romana.” Así debió ser.
Un abrazo muy fuerte, querida protectora y amiga.
Bienvenidos los gemelos. Felicidades a la madre textual. Ha valido la pena...
Un abrazo
Pues vaya con Cora, inútil, dejar que nazcan los gemelos. Tendrá que encargarse ahora CAtión y Pratex. Espero que cumplan con el encargo.
Se hará lo que hay que hacer. Sin contemplaciones
Rey Amulio
Querida, cómo nos has dejado. Con el alma en vilo.
Un beso
Salud y República
Llegó el gran momento.
He de decirte, amiga Isabel, que este capítulo es uno de los mejores conseguidos, si no el mejor, de esta novela. Está muy equilibrado en cuanto a técnicas narrativas, los diálogos son convincentes, el dinamismo narrativo discurre paralelo a la acción que se desarrolla... Vamos, que se ve que está bien trabajado, como no podía ser de otra manera dado el acontecimiento decisivo que se narra.
Un saludo.
Se ve estupendamente Isabel no te preocupes.
Además ya han nacido!!!! que es lo importante!!!!!
Por fin llegó ese nacimiento y como no podía ser de otra manera lleno de emoción, peligro y muchas tensión. Y ahora nos quedamos pendiente de la visita de esos dos...
Isabel, se ve muy bien sin ningún problema, aunque comprendo que rompe los nervios cuando no hay manera de que bloger nos deje hacerlo como queremos.
Besitos
Ay, por dos!!!
Qué pedazo de capítulo! Qué nervios, qué tensión! Casi me da un algo cuando Cora ha despertado. Me ha enternecido mucho el nacimiento, pero luego, coñe, con esos dos matones fuera con Cora y Tuccia saliendo...
Brrrr...
De verdad, no puedo imaginar cómo vas a salir de esta!
Aarrgghhh!
Un besito
P.D. Por cierto, todo se ve y se lee estupendamente ;)
Isabel, la espera ha valido la pena: el texto se lee muy bien, las imágenes están encuadradas y, lo más importante, ¡al fin nacieron los gemelos!
Un parto precioso, con la banda sonora de la tormenta. Y cómo enternece escuchar el primer llanto de un recién nacido.
Pero no nos das ni un momento de respiro: ahí afuera hay ahora tres sombras maléficas...
Un fuerte abrazo.
Gracias, Justo, no sólo por tu felicitación sino también por tu crónica... Saludos cordiales.
Hola rgalmazán, menudos son Catión y Prátex, temo que no sean de fiar. ¡No me pondría yo en sus manos y mucho menos mi futuro! Ándate con tiento, rey Amulio, que nunca se sabe... Espero que el interés no caiga ni un sólo momento en lo que nos queda de historia. Besazos.
Hola cayetano, tus palabras me animan a seguir superándome. Sin duda se aprende haciendo camino, ¿no? Espero que a tu mujer le guste esta historia tanto o más que Dido. En cuanto a los gemelos - nietos de tu jefe - hay que ver qué preciosos son. Besitos.
Hola joanna, es una suerte que hayan nacido los gemelos pese a todas las dificultades. Puede decirse de ellos que son unos héroes, pues su nacimiento ha sido también heróico, lleno de dificultades y peligros para su madre y para la supervivencia de ellos mismos. Un abrazo.
Hola elysa, esto es un sinvivir, pero, al mismo tiempo, un aliciente para quienes vivirmos ahora y pasamos dificultades: seguir el ejemplo de Rea Silvia y sus amigas es comprender que nunca, ante ninguna dificultad, debemos rendirnos, porque no sabemos que há dispuesto el destino para nosotros. Y ella es un ejemplo de enteraza y tesón. Besos, querida amiga.
Ja, ja, áfrica, quienes tienen que salir de este apuro son Rea Silvia y Tuccia, porque los pobrecillos gemelos poco pueden hacer, salvo dormir tranquilos. ¡Qué dura es la vida! Besazos, guapa.
Isabel, tu batalla frente a blogger ha tenido el resultado esperado y has salido vencedora de la contienda. Leo y veo tu entrada fenomenal, con un diseño perfecto, así que los sudores han valido la pena.
Por fin podemos ver y acariciar a los gemelos y dar la enhorabuena a Rea Silvia. Todo salió como se esperaba y los bebés son preciosos. A Cora que la parta un rayo si es preciso, que las fauces de la tierra la traguen y que sea eliminada de la faz de la tierra si es preciso.
Besitos
Hola anna denvert, Marte ha armado mucho ruido, a ver si también ahora ofrece nueces... Los peligros no cesan porque, en definitiva, quienes están empeñados en el mal no descansan nunca, ni entonces ni ahora. Un abrazo muy fuerte.
Uffff!!!!!
A mi también me sorprendió DON BLOGGER con su antojadizo nuevo diseño,paciencia amiga,ya veremos cómo le vamos entrando en confianza... ;)
P.D.:En cuanto a éste nuevo capítulo que nos has entregado,se me endulzó el corazón imaginado el sublime momento en que REA SILVIA paría alejada de todo mal!!!
TE DEJO MI CARIÑO Y MUCHOS BESOTES ISA QUERIDA :)
!!!! Uffff...!!!! Menudo capitulo Isabel, creo que aún estoy atrapado en esa cabaña, en mitad de semejante tormenta, sintiendo el frío, oyendo el rugir del cielo, con la tensión del parto...
Consigues con tu estilo que formemos parte de esas escenas y por eso, mi doble enhorabuena, a tí y a los esperados y deseados gemelos por su llegada al mundo.
Un beso grande.
Isabel, llegamos al final...
Ahora no quiero decir otra cosa que !salve! nuevas vidas.
No quiero pensar en otra cosa que en la sensación de pureza, de alegría, de dolor superado, de calma materna...Rea mirando a sus gemelos. Hasta las diosas y los dioses, sin faltar Marte, su padre, se emocionan.
Besitos contentos y felicitaciones por lo que nos das en cada capítulo.
Isabel:
¡Ahora sí que empieza a andar Roma!
Enhorabuena a esa madre.
Saludos a ambas.
Que preciosidad la llegada de los gemelos al mundo… por un momento hasta se me ha olvidado el negro futuro que les depara, bueno, más bien a su madre…
Kisses
Querida Isabel. Ningún contratiempo de Blogger puede restar ni una pizca de emoción a este capítulo. Cierto es que es frustrante tener que entretenerte con estas cosas tontas, pero tu relato es bellísimo y no hay forma de menoscabar su belleza.
Cómo he disfrutado con el nacimiento de los gemelos. Y cómo estoy penando por su destino... y por el fin de la pobre Rea Silvia.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Es una historia maravillosa de principio a fin. Me gusto.
Un placer leerte.
Saludos.
Comprendo tus palabras en el comentario, por eso yo no he querido pasarme al formato nuevo. Lo probé y todo era extraño.
En cuanto al texto, hoy me he fijado en algo en lo que hasta ahora no había hecho: que las fotografías sean tuyas. Excelente labor.
He venido a ponerme al día, después de mis vacaciones y, me encontré, con tres relatos de antología. Brillante querida amiga. Te felicito. Abrazos.
Un nacimiento para celebrar, Roma volverá a resurgir entre sus mujeres, con la fuerza y vitalidad de estos maravillosos gemelos!!!
Un capítulo estremecedor en todo sentido mi querida Isabel!
Un abrazo.
!Isabel! Tranquila, no veo nada raro en el formato del texto, tal vez que está en negrita.
Reposa y no te martirices que te comprendo, a veces sufro al meter las fotos, el texto, que ni Rea pariendo.
Ánimos amiga, queda menos y nos tienes super intrigados. Besito.
Pues yo lo he visto todo perfecto. Las fotos son preciosas y los gemelos, tal como los describes, también.
Qué tranquilidad que ya estén en el mundo, a ver qué pasa ahora.
Besos y gracias por todo tu empeño.
Gracias por tus ánimos, gabu. Creo que me acostumbraré... aunque sea a la fuerza, claro. También yo pienso que Rea Silvia está viviendo unos momentos dulces que quizá no olvidará jamás. Un abrazo, amiga.
Gracias por tus felicitaciones bagoas, seguro que los gemelos estarán muy complacidos de oírte felicitarlos... a ladridos. Seguro que os encontraréis. Besos, querido amigo.
Hola natalia tarraco, comparto contigo esos momentos de felicidad de Rea, cuando el universo entero, incluidas sus divinidades, se regocijan con ella y con el nacimiento de sus hijos. Lo que tenga que venir, vendrá. Un abrazo muy fuerte.
Saludos, carmenBéjar, tu comentario se coló entre otros, disculpa que te conteste fuera de sitio. Pues sí, a Cora que la parta un rayo o, como propone alyx faderland, que le muerda el lobo en salva sea la parte. Ahora que todo sea paz y bienestar en torno a los gemelos y a nosotros, que los contemplamos también con ternura. Un abrazo muy fuerte.
Hola dyego, ahora empiezan a ponerse las bases para que nazca Roma. Sin los gemelos hubiera sido imposible, como imposible hubiera sido que la fundaran personas corrientes. No habría llegado a ser lo que es. (Dicho esto en contexto literario) Besos, querido amigo.
Hola la gata roma, hay que disfrutar en cada momento lo que la vida nos da. Creo que esa debe ser una enseñanza que obtengamos de Rea Silvia, que ha tratado de vivir con la menor angustia posible durante todo este tiempo de espera y ahora duerme, feliz, al lado de sus hijos. Un abrazo, guapa.
Hola mª antonia moreno, esperemos que los dioses sean clementes y no nos hagan sufrir más. Besos, querida amiga.
Hola salvador pliego, muchas gracias por tu visita y tus palabras. Bienvenido y hasta pronto. Saludos cordiales.
Hola pedro ojeda escudero, al principio de abrir el blog, solía poner la referencia de cada foto (en su inmensa mayoría eran mías o de mi chico) pero ahora ya no tengo tiempo de entretenerme en esos asuntos, así que pongo una referencia general y ¡ya! Me alegra que te gusten. Besos.
Hola fgiucich, gracias por seguir acordánte de Rea Silvia tras las vacaciones. Como ves, la intriga no cesa... Besos, querido amigo.
Hola mayte, también yo creo que Roma se forjó con la ayuda de las mujeres. ¿De qué otro modo hubiera podido ser? Basta que las miremos un poco para que comprendamos qué grande es la deuda que tenemos con ellas. Besazos, guapa.
Hola de nuevo, natalia tarraco, parece que no consigo dominar el tamaño de la letra: si pongo mediana me sale minúscula; si pongo grande, sale enorme... Ay, ¿dónde habrán ido a parar los términos medios? Besos, querida amiga.
Hola isabel, gracias por fijarte en los gemelos y estar a su lado en estos momentos cruciales para ellos. Todo puede pasar... Besos muy fuertes.
Ufff, qué intriga. Ya han nacido los gemelos, pero el peligro no termina. Espero el siguiente capítulo con ansia.
Besos.
¡Al fin han nacido los gemelos!
Isabel, muy a mi pesar no pude asistir a la presentación de Dido,espero que se organice pronto otro acto para poder conocerte en persona :)
Es cierta la profecía de Celia y apenas todo comienza,precioso capitulo del nacimiento,intenso y dramático.
(lo de blogger es así cuando menos lo necesitamos nos da el dolor de cabeza)
Besos.
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