¡Ay, pino de Roma! Quién pudiera mantenerse erguido, como
tú, aún después de haber sido mutilado.
*Villa Doria Pamphili, en el Gianicolo. Roma.
Gracias a C. Mendoza, aquí pongo "Los pinos de Roma" del compositor Ottorino Respighi
Gracias a C. Mendoza, aquí pongo "Los pinos de Roma" del compositor Ottorino Respighi
17 comentarios:
¿Cómo le habrán cortado de tal manera ?
Penica santa, me da a mi.
Con tan pocas palabras, dices tanto, Isabel! Me ha encantado. Quién pudiera... Un abrazo enorme.
Quien pudiese "ser" en Roma...aunque fuese pino.
Un octubre conocí yo Roma.
Besos Isabel.
Testigo mudo de un tiempo que discurre entre piedras milenarias.
Un saludo.
Perdón por las duplicidades, no sé que he hecho...!!!! jajajaja....
Los pinos son bellos, pero me gustan más los cipreses.
Vale, Isabel.
Para la autora y sus lectores, una invitación a disfrutar de otro homenaje a los Pinos de Roma, seres vivos ancestrales de quienes habla la música interpretada por jóvenes de hoy : https://youtu.be/sT66rcWt7Lo
Hola Tecla, igual ha sido consecuencia de un vendaval o de un rayo. No creo que nadie lo podara así... Besazos.
Hola Yolanda, gracias una vez más y siempre, por la atención con que lees todo lo mío. Besazos.
Hola Juan Segura, comparto tus palabras. Tampoco a mí me importaría ser en Roma cualquier cosa... Ahora que la has conocido, ¿verdad que comprendes mejor mi pasión por esa ciudad? Besazos.
Saludos, Cayetano Gea. Cierto, es un testigo mudo mientras no sopla el viento. De lo contario, canta... Besazos, querido amigo.
Hola Dyhego, también a mí me gustan muchísimo los cipreses y en el paisaje romano son preciosos. Lo que tienen de singular los pinos romanos es su gran altura y sus copas tan redondeadas. No los hay iguales en ningún otro sitio. Besos, querido amigo.
Muchas gracias, C. Mendoza: he añadido el enlace al concierto al pie del post. No conocía a este compositor italiano, y me ha maravillado. Mil gracias. Abrazos.
Paseé hace unos años por la Via Apia, yo sola sobre las losas bien encajadas y bajo pinos como éste...¡ah, qué emoción!
Un fortísimo abrazo, querida Isabel.
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