El fuego de Vesta arde en el ara e ilumina con luz móvil el pequeño recinto circular. Se tranquiliza Claudia y durante unos momentos dedica todos sus pensamientos a la diosa, a la que ruega por Roma y le recuerda los grandes servicios que su padre ha prestado a la urbe: la ha defendido de sus enemigos, ha conducido a sus soldados a la victoria y extendido su poder sobre otros pueblos. Y todo ello por amor a su ciudad y respeto a los dioses eternos.
El sol ha salido ya cuando Claudia regresa a su cuarto. Hasta la Casa de las Vestales llega el rumor que produce la ciudad puesta en pie: los barberos han comenzado a atender a sus clientes en la calle, los flautistas vuelven de los templos donde han acompañado con música los sacrificios, por las puertas abiertas de los talleres se escapan los ruidos y los alrededores del foro están atestados de gente.
En uno de los figones próximos a la vía Nova, que discurre por detrás de la Casa de las Vestales, hay varios clientes. Uno de ellos, acodado en una mesa, da vueltas y vueltas a su copa. De pronto, la levanta y grita al esclavo que sirve:
-¡ Eh, tú! Tráeme más vino. Que no sea tan malo como el anterior – y con voz desabrida añade, para quien quiera oírlo – No sé que pasa en esta ciudad asquerosa que nadie tiene buen vino. Sólo los ricos. Esos sí, maldita sea.
- No te quejes, Marco Vicinio, que esta tarde beberás hasta hartarte – le contesta otro de los clientes – Paga el noble Claudio, así que resérvate para entonces.
- Para otra cosa me reservo, amigo. ¡Y por Júpiter que se va a enterar Claudio! – y cogiendo la copa de barro que le acaba de llevar el esclavo, se pone en pie y la estrella con rabia contra el suelo. Saltan los fragmentos por todas partes, el vino se expande como la sangre por el pavimento y mancha los pies de Vicinio. El esclavo da un respingo y se apresura a buscar una escoba y trapos en el interior. Cuando regresa, el hombre se ha ido y ha de salir tras él para reclamarle el pago de la cuenta.
Marco Vicinio se ha mezclado con la muchedumbre que, como él, rodea la colina del Capitolio, atraviesa el barrio de los fabricantes de yugos y sale del recinto amurallado por la Porta Carmentalis para ir a curiosear al Campo de Marte. Los soldados ultiman los preparativos del desfile triunfal. Se les ve activos y animados. Tienen ganas de que todo acabe. Hace unos meses que regresaron de la guerra, pero han tenido que esperar acampados aquí, a las puertas de Roma, a que el Senado se decidiera de decretar el triunfo. ¡No se demorarían tanto en tomar decisiones si fueran ellos mismos quienes se hallaran lejos de su hogar! Pero no es momento de lamentaciones. Dentro de unas horas desfilarán por la ciudad y todo el mundo sabrá lo valerosos que han sido, qué rico es su botín, cómo han quedado humillados los enemigos de Roma: caminarán encadenados por delante de ellos y mañana serán vendidos como esclavos. Las hojas de las espadas y las corazas que algunos soldados bruñen con paños lanzan destellos al sol.
Marco Vicinio observa el campamento con rencor. Hubiera podido estar ahí, entre esos soldados que se aprestan a disfrutar su tarde de gloria. Él se la merecía más que ninguno de ellos. Y la habría obtenido de no haber sido por Claudio, que lo expulsó del ejército. Por borracho, había dicho. Mentira. Lo ha expulsado porque sí, porque no le gustaba su cara. ¡Qué casualidad que a él tampoco le gustase la cara de Claudio...! En voz baja, murmura:
- No va a conocerte ni tu madre cuando acabe contigo.
- ¿Qué dices? – pregunta un joven que estaba a su lado, creyendo que le hablaba a él.
- Que te pongas cerca de la tribuna de autoridades si quieres presenciar bien el espectáculo – responde con una risa sombría, antes de darse media vuelta y dirigirse de nuevo al interior de la ciudad.
El sol ha salido ya cuando Claudia regresa a su cuarto. Hasta la Casa de las Vestales llega el rumor que produce la ciudad puesta en pie: los barberos han comenzado a atender a sus clientes en la calle, los flautistas vuelven de los templos donde han acompañado con música los sacrificios, por las puertas abiertas de los talleres se escapan los ruidos y los alrededores del foro están atestados de gente.
En uno de los figones próximos a la vía Nova, que discurre por detrás de la Casa de las Vestales, hay varios clientes. Uno de ellos, acodado en una mesa, da vueltas y vueltas a su copa. De pronto, la levanta y grita al esclavo que sirve:
-¡ Eh, tú! Tráeme más vino. Que no sea tan malo como el anterior – y con voz desabrida añade, para quien quiera oírlo – No sé que pasa en esta ciudad asquerosa que nadie tiene buen vino. Sólo los ricos. Esos sí, maldita sea.
- No te quejes, Marco Vicinio, que esta tarde beberás hasta hartarte – le contesta otro de los clientes – Paga el noble Claudio, así que resérvate para entonces.
- Para otra cosa me reservo, amigo. ¡Y por Júpiter que se va a enterar Claudio! – y cogiendo la copa de barro que le acaba de llevar el esclavo, se pone en pie y la estrella con rabia contra el suelo. Saltan los fragmentos por todas partes, el vino se expande como la sangre por el pavimento y mancha los pies de Vicinio. El esclavo da un respingo y se apresura a buscar una escoba y trapos en el interior. Cuando regresa, el hombre se ha ido y ha de salir tras él para reclamarle el pago de la cuenta.
Marco Vicinio se ha mezclado con la muchedumbre que, como él, rodea la colina del Capitolio, atraviesa el barrio de los fabricantes de yugos y sale del recinto amurallado por la Porta Carmentalis para ir a curiosear al Campo de Marte. Los soldados ultiman los preparativos del desfile triunfal. Se les ve activos y animados. Tienen ganas de que todo acabe. Hace unos meses que regresaron de la guerra, pero han tenido que esperar acampados aquí, a las puertas de Roma, a que el Senado se decidiera de decretar el triunfo. ¡No se demorarían tanto en tomar decisiones si fueran ellos mismos quienes se hallaran lejos de su hogar! Pero no es momento de lamentaciones. Dentro de unas horas desfilarán por la ciudad y todo el mundo sabrá lo valerosos que han sido, qué rico es su botín, cómo han quedado humillados los enemigos de Roma: caminarán encadenados por delante de ellos y mañana serán vendidos como esclavos. Las hojas de las espadas y las corazas que algunos soldados bruñen con paños lanzan destellos al sol.
Marco Vicinio observa el campamento con rencor. Hubiera podido estar ahí, entre esos soldados que se aprestan a disfrutar su tarde de gloria. Él se la merecía más que ninguno de ellos. Y la habría obtenido de no haber sido por Claudio, que lo expulsó del ejército. Por borracho, había dicho. Mentira. Lo ha expulsado porque sí, porque no le gustaba su cara. ¡Qué casualidad que a él tampoco le gustase la cara de Claudio...! En voz baja, murmura:
- No va a conocerte ni tu madre cuando acabe contigo.
- ¿Qué dices? – pregunta un joven que estaba a su lado, creyendo que le hablaba a él.
- Que te pongas cerca de la tribuna de autoridades si quieres presenciar bien el espectáculo – responde con una risa sombría, antes de darse media vuelta y dirigirse de nuevo al interior de la ciudad.
* Templo de Vesta. Foro romano
** Vista de la Vía Nova
29 comentarios:
Hola max, me alegra que te apetezca detenerte un ratito aquí. Sabes, tengo comprobado que los hombres no dejan de rondar una cocina cuando hay en ella varias mujeres hablando...creo que, de algún modo, os gusta saber de qué va el mundo femenino. Por eso me encanta dejar abierta esta puerta y que entréis. Nos gusta saber de vosotros. Besos
que forma de dejarme atrapado, es un gusto leerte
Gracias, digler. Imagína cómo estaría Claudia: no le llegaba la túnica al cuerpo. Besos.
Vaya, sigue el suspense... eres una excelente hiladora de historias. Además, historias que merecen ser narradas de nuevo y resucitadas.
Tienes mucha razón en lo de los hombres y su curiosidad por los "conciábulos" femeninos. ¡En realidad son más cotillas que nosotros!
¿Cómo has llevado a cabo toda tu labor de documentación? decías que has invertido en ella cuatro años... Imagino que gran parte de ella habrá sido in situ, intentando recoger los ecos de la memoria colectiva...
Felicidades.
Un beso
gracias por tu visita, vuelve cuando quieras, si no te importa, tengo que engancharme a la historia desde el principio, así que volveré sobre mis pasos y tus letras.
Nos vemos por aqui --
Hola Isabel:
He estado leyendo la historia que narras con tanta habilidad, la descripción de cada momento. Incluso he sentido caminar yo tambien frente a la casa de las vestales. Atrapante realmente.
Ansío que pronto todo ese material del que ya somos adictos, algunos de nosotros, sea impreso.
Un abrazo, tus palabras siempre reconfortan y hacen minúscula la distancia.
Genial!!... se que no paro de decirlo en cada post, pero es genial. La novela historica siempre tiene el problema del... llamemosle ambiente. Tiene que ser creible. Es decir, si se habla de Roma, no puedes hacer que un gamberro se porte como un Rocker de los 50. Y tu ambiente es perfecto. Tus personajes estan vivos en una epoca viva. Reaccionan con el ambiente. Y me dan esa sensacion de "estar como un fantasma al lado del protagonista". Es decir, estoy con las Vestales cuando sus ritos, con el Borracho deprimente en la taberna, con el sufrido esclavo en la calle...
Me gusta como escribes.
Un saludo de Edem.
sigo con mucho interés las lecturas. He tomado nota del libro que me recomiendas. Siento pena de no poder aportar conocimiento y debate a tu blog, me dejo llevar por las historias y eso me da mucho placer.
gracias
carme
Un viaje de fin de semana me ha demorado, y he leído los dos capítulos seguidos ¡querría seguir ya mismo con el siguiente!.
Pero moderaré mi impaciencia.
Isabel, ya sabes lo que pienso de lo que escribes. Y he visto que también otras voces claman por tus letras impresas.
Enhorabuena entusiasta.
Y un abrazo cariñoso
:-)) Bueno tanto corrí para continuar la historia y ahora tengo que aguantarme esperando la continuación. ¿Sabes? tú te estás pareciendo a Scherezade y nosotros al sultán que espera paciente de un día al otro la continuación de sus relatos.
Un abrazo
Y le decia ciudad asquerosa!!!!
Ay que injusticia!
Una vez mas, magnifico relato Isa.
Gracias por compartir la riqueza de tus conocimientos.
Besos romanos :)
Jajajaja. Me temo, Isabel Romana, que va a tener la misma presión que Alejandro Dumas (padre) para que siga con sus historias.
Estamos todos pendientes de la siguiente entrega del folletón, dicho con el mayor de los respetos.
Es maravilloso recobrar esa inquietud por la novela por entregas que hoy día se da en llamar "blog"
¡Qué manera de aprender con este blog!, por favor sigue escribiendo, jamás dejaré de leerte. Saludos.
Queridos amigos, sois increíbles. Ahora mismo me llega la sonrisa de oreja a oreja y temo que, si no os moderáis, pronto tendré que contratar a uno de esos sujetos que se ponían al lado de los grandes conquistadores y les repetían una y otra vez al oído: "recuerda que eres mortal". De verdad, que me insuflais un ánimo extraordinario y, lo que es mejor todavía, un gran deseo de superación.
Anilibis, los cuatro años de que hablaba han sido de búsqueda y estudio (en mi tiempo libre, claro) para dar con noticias de las mujeres y comprender también la ciudad de Roma, hasta donde he podido, porque en definitiva no soy historiadora y mi intención era documentar lo mejor posible el libro que me proponía escribir, sin olvidar que es un libro de creación literaria. He estado también en Roma seis meses, con una beca. ¡No te cuento lo que ha sido, porque no hay palabras bastantes para ello! Vaya, que me gusta a rabiar. Besos.
Iralow, ya ves que te esperamos. Gracias por tu visita.
Saludos, laura hammer. En cierto modo, tu también vienes a ser como una vestal: en plena vorágine de la vida, pero algo apartada de ella por barreras intangibles. Intuyo que tendrías cierto parecido con Claudia. Ya me dirás si me equivoco o no. Besos enormes.
Edem, tu entusiasmo me contagia. A veces me da miedo no acertar con la situación y las palabras justas, pero al mismo tiempo pienso que si cometo errores, me los vais a perdonar. Es para mí importante contar con vuestras opiniones, y la tuya es muy cualificada en esto del "ambiente" y la vida de Roma. Espero siempre tus comentarios con mucho interés. Gracias y besos.
Hola Carme. No creas que hay que aportar conocimientos extra, sino simplemente hablar, como tu haces. Me gusta hablar de sentimientos y de actitudes y de esos resortes internos que no sabemos demasiado bien cómo funcionan, pero funcionan... Besitos.
Almena, a mí me pasa lo mismo: ¡estoy deseando ver cómo termina!. Es broma. Claro que se cómo termina, lo que aún es una incógnita para mí es cómo lo voy a contar. Es lo que me gusta de escribir en el blog: ir inventando sobre la marcha. Besitos frescos.
Hola Leodegundia. Pues sí, a veces tengo la sensación de que me juego la cabeza...pero sólo en la imaginación. Tu comparación me llena de orgullo (aunque no creo merecerla) porque siempre he admirado mucho a Scherezada. Y el mundo está lleno de sultanes con la espada en alto. Gracias como siempre. Besos.
Ay, princesa, el mundo no se ve igual si eres un triunfador o un pobre diablo. Y en Roma había capas importantes de población que vivían en la miseria. Algunos esclavos eran más ricos y vivían mejor que muchos proletarios libres. Cara y cruz de una gran ciudad siempre fascinante. Besitos.
Hola alicia liddell. Espero que mis historias interesen y, sobre todo, que no sean un bluf. Quiero decir que me importa que cuenten algo de valor acerca de lo cual podamos reflexionar un poco. Plantearlas con algo de intriga es una forma de conseguir que se llegue hasta el final. Saludos.
Hola xixe: yo también espero seguir escribiendo durante mucho, mucho tiempo. Y más sabiendo que estás ahí. Besos.
El foro romano.
Algún recuerdo queda en mi memoria.
Muy interesante lo que escribes, a pesar de no saber mucho de historia.
Graxs x tu visita en mi blog.
Te leo ;)
No sólo es una lectura apasionante, es que das el "corte" en el momento adecuado.Entretendré la espera con artículos anteriores que tengo pendientes.
Un besín,deseando que se alce de nuevo el telón.
Hola Esmeralda. Si recuerdas algo del foro romano, seguro que estas historias evocarán algún otro recuerdo. Espero que nos frecuentemos. Saludos.
Buenas noches Marian, supongo que cuando te marcas una "longitud" de texto - que en los blogs no puede ser muy larga - te acostumbras a medir también el punto final. ¡Y que me dais mucha cancha...! Besazos.
Gracias por tu visita y tus palabras
Entrar a tu blog ha sido un descanso al corazón en viaje impensado, gracias!
Muchas gracias por tus visitas y por tus animos para seguir escribiendo. Ahora lo tengo un poco complicado pero te prometo ir visitandote a menudo, para seguir aprendiendo sobre esa época tan fascinante como la que tu relatas.
Enhorabuena y un abrazo
Siempre me ha impresionado el procedimiento para decretar la victoria del imperio romano. Y la espera acampada que tenían que hacer los pobres que venían de luchar. Qúé fácil meterse de lleno en tus escritos escenificados al detalle. Me faltan las sandalias liadas a las piernas para sentirme soldado romano. Besos.
Saludos, locaporlaluna: si tu corazón puede descansar un rato aquí, me doy por satisfecha. Ojalá se convierta en lugar de reposo para los fatigados de la vida que transitan por la blogosfera. Te espero.
Hola Carmen, espero que vengas otros ratitos por aquí, yo seguiré visitándote. Un saludo.
Bueno, maik pimienta, no te faltan las sandalias, te las estoy viendo y te sientan muy bien. Es más, estoy pensando en sacarte en primera fila del desfile triunfal...La verdad es que no tenía previsto dedicar mucho espacio al desfile, pero quizá sí merezca la pena hacerlo. Sobre todo para que podais imaginar mejor cómo sería veros aclamados. Debía ser fantástico ¿no? Y las mujeres aplaudiendo a rabiar... ¡Salve!
buenas tardes Isabel la vestal romana aunque tarde, por muchas causas unas más importantes que otras, pero que me quitan mucho tiempo para estar al día contigo, acudo a leer tu novela histórica, me encanta. Las dos hablamos de la mujer ¡pero que distintas! tu dulce, pasional, yo desde un punto de vista descriptivo emplazandola en el mundo que la rodea.¿cuando sacas el desenlace? besos Nina
Hola Nina, a mí me pasa lo mismo, tengo tantas cosas que hacer que no alcanzo a todas. Uno de los temas pendientes es intentar organizarme los blogs, porque tengo un lío de "favoritos" increíble. En fin, creo que lo conseguiré poco a poco. Tienes mucha razón en lo que dices de nuestra coincidencia en el tema de las mujeres y los dos puntos de vista sobre el mismo, ambos creo que necesarios. ¡Nos complementamos a la perfección!. El desenlace llevará dos "post" más, porque resulta imposible hacerlo en uno solo. Mañana jueves saco el siguiente, y se quedará justo a punto para el final. Besotes.
Gracias por cruzarte en mi camino... de seguro, disfrutaré de tus escritos.....
A partir de hoy cuenta con una nueva seguidora...
Besos.
Cada vez tratas de modo más literario tus artículos. Me permito comentarte que, a mi modo de ver, aciertas; se te dan muy bien :-)
Que manera de dejarnos en ascuas Isa, que uno se queda con la miel en los labios al final de cada uno de tus relatos.
Esperaremos para el Jueves.Créeme que le estas haciendo severa competencia al mundial
Un abrazo/Schatz
Directa a mis marcadores ^^
Felicidades y gracias.
Saludos =)
Te voy a contratar a un escriba para que cuando pienses en voz alta él vaya recopilando todos tus pensamientos y cuando repases lo copiado, solo tengas que estampar tu firma y pulsar el botón de publicar el artículo, pese a que suelo leerlos de dos en dos, ya estoy deseando poder leer la continuación de tus maravillosos artículos.
Un abrazo
Saludos, Kat, me alegro de que hayas venido y cuento contigo. Te visito en breve. Besos.
Hola Caboblanco, creo que estoy aprendiendo, porque esta forma de escribir tan rápida e inmediata es nueva para mí. ¡Lo estoy pasando en grande! Besos.
schatz67:¡lo del mundial no me lo creo!Entre las vestales y los futbolistas no hay nada en común ¿o sí?. Si. Los dos se dedican al culto: unas a adorar y los otros a ser adorados...Ya falta poco para el final. Besotes.
Saludos, nneennaa, te visito cuanto antes. Gracias por venir. Besos.
Unjubilado, me desconciertas con la idea del escriba, ya me había acostumbrado al ordenador. Me encantan tus visitas y tu blog, tienes una manera muy simpática de plantear las cosas.¡Se nota que ya te has liberado del horror del horario...! Muchos besos.
Bueno core, no exageres. Entre un agujero negro y mis mujeres media todo un universo. Aunque, sí, las dos cosas pueden ser muy absorventes... Saludos y gracias por visitarme.
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