(XVIII)
Afirmaba Agatocles de Tarento, en su célebre Curiosidades Latinas, que la abubilla se consideraba un pájaro de mal agüero desde los tiempos del rey Latino, antes de fundarse Alba Longa. En el mismo sentido se pronunciaba Geliano en su primera versión de Memorias del Lacio antiguo, aunque sin aportar detalles, desapareciendo toda referencia a la abubilla en una segunda versión corregida y publicada ya al final de su vida. De esos autores se valieron tratadistas posteriores, Fábulo Scultor y G. Máximo Valeriano entre otros, para desautorizar la crónica oral de Urbano Lacio en ese punto y arrojar una sombra de duda sobre el conjunto de su obra. Nada hay más infundado.
Cuando tratamos asuntos tan antiguos de los cuales no existen documentos ciertos, son inevitables las polémicas. La crónica oral de Urbano Lacio, al ser transmitida de unas generaciones a otras, debió sufrir no pocos cambios, bien a causa de errores, bien como consecuencia de olvidos o de partes añadidas por los narradores sucesivos, accidentes a los que han estado expuestas muchas grandes obras que conocemos sin afectar a su reputación. No ha sido menor el riesgo de alteraciones cuando, una vez transcrita, la crónica quedó al albur de las incorrecciones que con harta frecuencia cometen los copistas. Ello no la invalida en lo sustancial ni merma la credibilidad de muchos de sus detalles.
Respecto de las abubillas, ninguno de los autores citados aporta datos fidedignos en apoyo de sus afirmaciones, sino que se limitan a citar tradiciones más o menos vagas cuya antigüedad es imposible establecer. Frente a la debilidad de esas objeciones, no podemos rechazar la palabra de Urbano Lacio quien, en materia de presagios, prodigios y agüeros, era una autoridad indiscutible. Y él afirma que fue después de la boda de Anto cuando los albanos comenzaron a considerar a la abubilla un ave nefasta. Dio para ello razones de mucho peso, que no conviene anticipar para no alterar el orden del relato.
Existe, sin embargo, una evidencia que viene a colación ahora: de haberla considerado un ave de mal agüero, Urbano jamás hubiera prestado ayuda a Palantea cuando a la pastorcilla, bajando de un árbol tras haber alcanzado un nido de esas aves, se le quedó la túnica enganchada en una rama y estuvo a punto de caer. Pudo sujetarla a tiempo y liberarle la túnica, aunque no impedir que se le escapara de la mano un mechón de lana impregnado del líquido apestoso que desprenden las crías de abubilla para protegerse de sus enemigos y que fue a darle a él en la cara y la ropa con sus olorosas consecuencias.
Se negó la pastora a darle explicaciones por lo insólito de estar recolectando semejante pestilencia, pero sabemos que llevó la lana impregnada al taller de la orfebre Valeria que, junto con Aiara, trabajaba sin descanso pese al calor sofocante. Entre colada y colada de bronce para las fíbulas, Valeria había preparado una lámina de metal, la había perforado y redondeado a golpe de martillo para hacer la bolita que le había pedido Rea Silvia. En ella debía meter una porción del mechón y mantenerlo hasta el día siguiente. Se trataba de comprobar, antes de soldar la bolita al aro, cuánto olía y si el olor duraba suficiente tiempo. El plan de Rea Silvia era alejar un poco a los invitados, no crear un problema en la boda, así que llevando el foco del olor dentro del anillo, podría orientar los efluvios malolientes hacia un lado u otro según le conviniese en cada momento.
Todo el plan para la boda de Anto estaba en marcha. Amnesis, encargada de la elaboración del pigmento que habría de cubrir las partes visibles de la piel de Rea Silvia para darle un aspecto enfermizo ya lo tenía a punto. Reducidas a un polvo finísimo, había mezclado tierras de distintas tonalidades diluyéndolas con agua y clara de huevo. Tras varios ensayos en sus propios brazos le había aplicado una prueba a Rea e introducido las rectificaciones necesarias hasta obtener el resultado perseguido.
Su hermana Énule, entre tanto, había vuelto a la cabaña de Aurelia a tranquilizarla e informarla de los planes y de cuál debía ser su papel: seguir la corriente a su hija y, sobre todo, convencer a sus cuñados, los reyes, para que le permitieran llevársela al Aventino: el argumento debía ser que el aire libre y los cuidados maternos podrían hacerle a Rea Silvia mucho bien y, si no conseguían su curación, al menos la joven tendría el consuelo de morir entre los suyos. Cómo reaccionarían Amulio y Criseida ante la petición, era una incógnita. Sin embargo, no había más camino que intentarlo.
Un día antes de la boda, Rea Silvia mandó llamar a Anto. Le dolía no hacerla partícipe de su situación, pero le parecía imprudente: su prima no sabía fingir, ni disimular, dos artes que ella misma había aprendido a la fuerza y en las que confiaba para superar el peligro. Debía conseguir, sin ofenderla, evitar exponerse a las miradas de los invitados para no delatar su embarazo.
- Quiero que me escuches por una vez, Anto – le dijo a su prima, apenas tomaron asiento sobre el lecho.
- ¿Me riñes? – se quejó Anto – ¿Crees que no te presto atención?
- No, no es eso, prima. Estás contenta y es natural en ti el expresarlo con una charla desbordante. Pero necesito tratar contigo asuntos muy importantes para mí – dijo Rea, cogiéndole las manos –. Cuando volviste a Alba Longa hablamos y lloramos por lo que había sucedido entre nuestros padres y nos prometimos no dejarnos arrastrar nunca por sus enemistades y rencores. Nuestro afecto está muy por encima de ellos.
- Por eso quería que estuvierais presentes en los ritos de mi matrimonio. Me sois muy queridos.
- Sin embargo, lo que ha ocurrido no se puede borrar, y pesa. Tu matrimonio nos hace felices, pero nos recuerda a mi hermano, asesinado sin llegar a casarse. Y a mí misma, que no podré hacerlo. ¿Comprendes lo que te quiero decir? Cuanto más relieve adquiere vuestra dicha, más lacerante es la desgracia nuestra, porque van unidas, una es consecuencia de la otra.
- ¿Crees que he hecho mal al invitaros?
- No, no, Anto. Eso nos demuestra tu afecto. Y a él apelo precisamente para pedirte algo: permite que mi asistencia sea discreta. Por mi estado de salud y por respeto a mis sentimientos.
- ¿Qué quieres decir con eso de la discreción? No te entiendo.
- Pasar desapercibida entre los demás invitados, dentro de lo posible. ¡Demostrarás conocer muy poco el mundo si crees que la gente no va a fijarse y hablar de todo lo que ocurra en tu boda! ¿Has olvidado que mis padres volverán por primera vez a Alba Longa después de haber sido destronados? Las demás mujeres no les quitarán el ojo a tu madre ni a la mía en cuanto pisemos la cabaña real. Fue el hogar nuestro, el escenario del asesinato de mi hermano, el lugar donde yo misma estuve a punto de ser condenada a muerte por tu padre. Esto es algo que todo el mundo sabe.
Anto no respondió. Había bajado la vista y sentía las manos de su prima sujetando las suyas.
- Quieres, de buena fe, que sea yo quien te ofrezca el fuego con el cual encenderás el de tu nuevo hogar – continuó diciendo Rea tras una pausa –. ¿Sabes lo que pensarán los invitados? “He aquí a la hija de Númitor ofreciendo a su prima lo que ella misma nunca podrá tener, pues fue consagrada a Vesta precisamente para impedirle el matrimonio”. Ahórrame esa humillación y protégenos a todos de tales murmuraciones. Es mejor que yo permanezca entre los asistentes como una más, sin destacar.
- Perdona mi torpeza, Rea – respondió Anto –, tienes toda la razón. Soy tan tonta que no había pensando en eso.
- ¡No eres tonta! Al contrario, dichosa tú, que vives sin preocuparte por el presente ni por el futuro y disfrutas aún de toda tu inocencia.
- ¿Y qué preocupaciones puedes tener tú, querida prima? – respondió rauda Anto. Encontraba a Rea un poco rara, quizá demasiado solemne.
- ¡Pensar en quién puede sustituirme en el rito de presentarte el fuego del hogar! – dijo Rea Silvia fingiendo animación –. ¿Qué te parecería mi amiga la vestal Adriana?
- A ti te pasa algo, Rea Silvia. ¿Es por tu salud? Mírame y dime la verdad. No me asustes.
- No me pasa nada, créeme – respondió Rea –. Te propongo un pacto: nos ayudaremos mutuamente pase lo que pase, en cualquier situación, ante cualquier peligro o dificultad, empleando todas nuestras fuerzas. ¿Estás de acuerdo?
- Qué boba eres, ¡claro que sí! Y no hacía falta que te pusieras tan seria.
- Para sellar este compromiso, te daré una de mis fíbulas y tú debes darme una tuya. Mira – dijo al tiempo que se la quitaba del hombro –: la ha hecho Valeria expresamente para mí. ¿Te gusta? Es una serpiente semidormida. Te recordará nuestro pacto.
Con estas ocupaciones y preparativos, Rea Silvia se mantuvo distraída y se le pasó en un soplo el tiempo que faltaba para la boda de Anto. Y fue mejor así, no pensar en el peligro, pues nada nos paraliza más que el miedo, ni nos hace más desdichados y vulnerables. Las personas sabias, y Rea Silvia iba camino de convertirse en una de ellas, viven cada día como si fuera el último o como si no hubieran de morir nunca.
Afirmaba Agatocles de Tarento, en su célebre Curiosidades Latinas, que la abubilla se consideraba un pájaro de mal agüero desde los tiempos del rey Latino, antes de fundarse Alba Longa. En el mismo sentido se pronunciaba Geliano en su primera versión de Memorias del Lacio antiguo, aunque sin aportar detalles, desapareciendo toda referencia a la abubilla en una segunda versión corregida y publicada ya al final de su vida. De esos autores se valieron tratadistas posteriores, Fábulo Scultor y G. Máximo Valeriano entre otros, para desautorizar la crónica oral de Urbano Lacio en ese punto y arrojar una sombra de duda sobre el conjunto de su obra. Nada hay más infundado.
Cuando tratamos asuntos tan antiguos de los cuales no existen documentos ciertos, son inevitables las polémicas. La crónica oral de Urbano Lacio, al ser transmitida de unas generaciones a otras, debió sufrir no pocos cambios, bien a causa de errores, bien como consecuencia de olvidos o de partes añadidas por los narradores sucesivos, accidentes a los que han estado expuestas muchas grandes obras que conocemos sin afectar a su reputación. No ha sido menor el riesgo de alteraciones cuando, una vez transcrita, la crónica quedó al albur de las incorrecciones que con harta frecuencia cometen los copistas. Ello no la invalida en lo sustancial ni merma la credibilidad de muchos de sus detalles.
Respecto de las abubillas, ninguno de los autores citados aporta datos fidedignos en apoyo de sus afirmaciones, sino que se limitan a citar tradiciones más o menos vagas cuya antigüedad es imposible establecer. Frente a la debilidad de esas objeciones, no podemos rechazar la palabra de Urbano Lacio quien, en materia de presagios, prodigios y agüeros, era una autoridad indiscutible. Y él afirma que fue después de la boda de Anto cuando los albanos comenzaron a considerar a la abubilla un ave nefasta. Dio para ello razones de mucho peso, que no conviene anticipar para no alterar el orden del relato.
Existe, sin embargo, una evidencia que viene a colación ahora: de haberla considerado un ave de mal agüero, Urbano jamás hubiera prestado ayuda a Palantea cuando a la pastorcilla, bajando de un árbol tras haber alcanzado un nido de esas aves, se le quedó la túnica enganchada en una rama y estuvo a punto de caer. Pudo sujetarla a tiempo y liberarle la túnica, aunque no impedir que se le escapara de la mano un mechón de lana impregnado del líquido apestoso que desprenden las crías de abubilla para protegerse de sus enemigos y que fue a darle a él en la cara y la ropa con sus olorosas consecuencias.
Se negó la pastora a darle explicaciones por lo insólito de estar recolectando semejante pestilencia, pero sabemos que llevó la lana impregnada al taller de la orfebre Valeria que, junto con Aiara, trabajaba sin descanso pese al calor sofocante. Entre colada y colada de bronce para las fíbulas, Valeria había preparado una lámina de metal, la había perforado y redondeado a golpe de martillo para hacer la bolita que le había pedido Rea Silvia. En ella debía meter una porción del mechón y mantenerlo hasta el día siguiente. Se trataba de comprobar, antes de soldar la bolita al aro, cuánto olía y si el olor duraba suficiente tiempo. El plan de Rea Silvia era alejar un poco a los invitados, no crear un problema en la boda, así que llevando el foco del olor dentro del anillo, podría orientar los efluvios malolientes hacia un lado u otro según le conviniese en cada momento.
Todo el plan para la boda de Anto estaba en marcha. Amnesis, encargada de la elaboración del pigmento que habría de cubrir las partes visibles de la piel de Rea Silvia para darle un aspecto enfermizo ya lo tenía a punto. Reducidas a un polvo finísimo, había mezclado tierras de distintas tonalidades diluyéndolas con agua y clara de huevo. Tras varios ensayos en sus propios brazos le había aplicado una prueba a Rea e introducido las rectificaciones necesarias hasta obtener el resultado perseguido.
Su hermana Énule, entre tanto, había vuelto a la cabaña de Aurelia a tranquilizarla e informarla de los planes y de cuál debía ser su papel: seguir la corriente a su hija y, sobre todo, convencer a sus cuñados, los reyes, para que le permitieran llevársela al Aventino: el argumento debía ser que el aire libre y los cuidados maternos podrían hacerle a Rea Silvia mucho bien y, si no conseguían su curación, al menos la joven tendría el consuelo de morir entre los suyos. Cómo reaccionarían Amulio y Criseida ante la petición, era una incógnita. Sin embargo, no había más camino que intentarlo.
Un día antes de la boda, Rea Silvia mandó llamar a Anto. Le dolía no hacerla partícipe de su situación, pero le parecía imprudente: su prima no sabía fingir, ni disimular, dos artes que ella misma había aprendido a la fuerza y en las que confiaba para superar el peligro. Debía conseguir, sin ofenderla, evitar exponerse a las miradas de los invitados para no delatar su embarazo.
- Quiero que me escuches por una vez, Anto – le dijo a su prima, apenas tomaron asiento sobre el lecho.
- ¿Me riñes? – se quejó Anto – ¿Crees que no te presto atención?
- No, no es eso, prima. Estás contenta y es natural en ti el expresarlo con una charla desbordante. Pero necesito tratar contigo asuntos muy importantes para mí – dijo Rea, cogiéndole las manos –. Cuando volviste a Alba Longa hablamos y lloramos por lo que había sucedido entre nuestros padres y nos prometimos no dejarnos arrastrar nunca por sus enemistades y rencores. Nuestro afecto está muy por encima de ellos.
- Por eso quería que estuvierais presentes en los ritos de mi matrimonio. Me sois muy queridos.
- Sin embargo, lo que ha ocurrido no se puede borrar, y pesa. Tu matrimonio nos hace felices, pero nos recuerda a mi hermano, asesinado sin llegar a casarse. Y a mí misma, que no podré hacerlo. ¿Comprendes lo que te quiero decir? Cuanto más relieve adquiere vuestra dicha, más lacerante es la desgracia nuestra, porque van unidas, una es consecuencia de la otra.
- ¿Crees que he hecho mal al invitaros?
- No, no, Anto. Eso nos demuestra tu afecto. Y a él apelo precisamente para pedirte algo: permite que mi asistencia sea discreta. Por mi estado de salud y por respeto a mis sentimientos.
- ¿Qué quieres decir con eso de la discreción? No te entiendo.
- Pasar desapercibida entre los demás invitados, dentro de lo posible. ¡Demostrarás conocer muy poco el mundo si crees que la gente no va a fijarse y hablar de todo lo que ocurra en tu boda! ¿Has olvidado que mis padres volverán por primera vez a Alba Longa después de haber sido destronados? Las demás mujeres no les quitarán el ojo a tu madre ni a la mía en cuanto pisemos la cabaña real. Fue el hogar nuestro, el escenario del asesinato de mi hermano, el lugar donde yo misma estuve a punto de ser condenada a muerte por tu padre. Esto es algo que todo el mundo sabe.
Anto no respondió. Había bajado la vista y sentía las manos de su prima sujetando las suyas.
- Quieres, de buena fe, que sea yo quien te ofrezca el fuego con el cual encenderás el de tu nuevo hogar – continuó diciendo Rea tras una pausa –. ¿Sabes lo que pensarán los invitados? “He aquí a la hija de Númitor ofreciendo a su prima lo que ella misma nunca podrá tener, pues fue consagrada a Vesta precisamente para impedirle el matrimonio”. Ahórrame esa humillación y protégenos a todos de tales murmuraciones. Es mejor que yo permanezca entre los asistentes como una más, sin destacar.
- Perdona mi torpeza, Rea – respondió Anto –, tienes toda la razón. Soy tan tonta que no había pensando en eso.
- ¡No eres tonta! Al contrario, dichosa tú, que vives sin preocuparte por el presente ni por el futuro y disfrutas aún de toda tu inocencia.
- ¿Y qué preocupaciones puedes tener tú, querida prima? – respondió rauda Anto. Encontraba a Rea un poco rara, quizá demasiado solemne.
- ¡Pensar en quién puede sustituirme en el rito de presentarte el fuego del hogar! – dijo Rea Silvia fingiendo animación –. ¿Qué te parecería mi amiga la vestal Adriana?
- A ti te pasa algo, Rea Silvia. ¿Es por tu salud? Mírame y dime la verdad. No me asustes.
- No me pasa nada, créeme – respondió Rea –. Te propongo un pacto: nos ayudaremos mutuamente pase lo que pase, en cualquier situación, ante cualquier peligro o dificultad, empleando todas nuestras fuerzas. ¿Estás de acuerdo?
- Qué boba eres, ¡claro que sí! Y no hacía falta que te pusieras tan seria.
- Para sellar este compromiso, te daré una de mis fíbulas y tú debes darme una tuya. Mira – dijo al tiempo que se la quitaba del hombro –: la ha hecho Valeria expresamente para mí. ¿Te gusta? Es una serpiente semidormida. Te recordará nuestro pacto.
Con estas ocupaciones y preparativos, Rea Silvia se mantuvo distraída y se le pasó en un soplo el tiempo que faltaba para la boda de Anto. Y fue mejor así, no pensar en el peligro, pues nada nos paraliza más que el miedo, ni nos hace más desdichados y vulnerables. Las personas sabias, y Rea Silvia iba camino de convertirse en una de ellas, viven cada día como si fuera el último o como si no hubieran de morir nunca.
27 comentarios:
Es realmente importante vivir cada día como si fuera e último, porque nadie garantiza que no vaya a serlo.
Cuanto odio, rencor, avaricia y envidia se evitarían.
La historia me gusta, me encanta. Estoy enganchada desde el prmer capítulo y ninguno permite que mi interés decaiga.
Rea Silvia se ha vuelto sumamente inteligente, para convencer al menos a su prima de pasar desapercibida y con muy buenas razones.
La verdad es que me muero de ganas de leer con profusion de detalles LOS CAPITULOS de la boda: nada de uno, porque ahi hay mucha tela para cortar, desde la pinta de Criseida, la novia dichosamente atolondrada, como es el novio del que no se sabe una palabra, como apareceran los padres de Rea,los demas invitados, y por supuesto con que aspecto aparece Rea. Si anto la vio mas o menos bien, no puede aparecer verde como el increible Hulk al dia siguiente, ademas de los ritos de la boda, la decoracion y hasta que comieron!
Vivir al día. Parece que se nos está olvidando vivir al día, ser feliz al día, y todo lo posponemos al mañana.
Me encanta, Isabel, esa conversación entre ellas, esa astucia de Rea Silvia, estoy emocionada!
Un besito
♥
La historia mantiene el interés. ¡Adelante!
♥
Me encanta el camino que está tomando la historia.
Bicos
Buen consejo, vivir al día, el momento y disfrutarlo, no sabemos que hay después.
Capítulo tranquilo de alguna forma, pero que deja entrever la tensión que se avecina, ¿no es asi?
Bien, vamos a esperar esa boda tan decisiva.
Besos, Isabel
Queridas amigas mariajesusparadela, alejandra sotelo faderland, África, melba Reyes A, dilaida, elysa, muchas gracias a todas por vuestros comentarios.
Quiero pedir disculpas a vosotras y las demás lectoras y lectores por no haber respondido a los comentarios de la entrada anterior y no estar visitándoos tanto como quisiera. Estoy pasando una época un poco apurada de trabajo y es muy poco el tiempo que puedo dedicar a internet. ¡Y ese poco tiempo me lo roba la niña Rea...! Espero que pase pronto y que, por lo menos, nos emocionemos con ella.
Tomo nota, alyx, de que la boda tendrá que ser más de un capítulo... ¡Al final saldrá una novela kilométrica!
Besos a montones.
Cada día Rea Silvia, madura más, su serenidad es desbordante y su inteligencia su mejor arma...Isabel es una delicia leer y disfrutar de tu arte. Gracias.
Un abrazo!
Debo confesar que el relato es de una impecable factura, pero lo más admirable, querida amiga, es tu profundo conocimiento de la historia y de su entramado. Abrazos.
La sabiduría es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad... :)
P.D.:REA SILVIA esta obteniendo un crecimiento epiritual inmenso y lo demuestra con creces!!
BESITOS REFLEXIVOS
Las novelas kilometricas si son buenas, tanto mejor. Ademas, nadie se esta quejando aqui de eso, sino por el contrario, de saber mas!
Por cierto, esos pajarracos que nombras por aqui no se conocen. No digo una detallada explicacion ornitologica, pero bueno, sabemos que tienen mal perfume.
Asi que a preparar ese casorio como los dioses mandan, con todo detalle, desde los preparativos previos hasta en la cocina, como se acicala la bruja de Criseida, como se preparaba la novia en esos tiempos, como era el atuendo (entiendo que azul???) que usaban llevar, ademas de la preparacion de Rea.
Luego los invitados, la ceremonia y lo que haya de suceder. Me encantaria que a alguien se le caiga una fuente sobre Criseida, de otro pueblo of course y le manche el vestido, por ejemplo.
Asi que, si, darle a los detalles, que son los que vuelven real, como si la vieras a una novela... o la zarpa de Divaida estara lista para arañar a quien te quite tiempo.
Estoy tan atareada con los preparativos de la boda de Anto que, si me descuido, no llego a la apacible orilla de Claudia Hortensia, donde me gusta recrearme en cada frase y soñar con cada envite narrativo.
Y es que es tremendo, mi querida narradora, pero una vez que el miedo ha sido domeñado con su estéril secuela, llegan otros frentes que precisan cuidados y reflexiones. No me preocupa en exceso, pues estoy en tus manos y compruebo que me haces acreedora de la madurez que he ganado a golpe de sufrimiento.
Delicioso, Isabel. Me encanta este trajín para ocultar a Rea Silvia lo más posible.
Miles de besos.
Amiga Isabel, despreocúpate, porque cada maestrillo tiene su librillo que frecuentemente choca o contradice lo que otro ha dicho desde los siglos por los siglos !ave!. Facultad de la que escribe es tomar aquella fuente que quiera entre las muchas, contrastarla debidamente y luego escribir a su antojo que por algo crea FICCIÓN y no tesis ni ensayo ni historiografía para sesudos, eso creo. Doy por hecho amiga, que te has docuementado honestamente y a fondo, ten por seguro que a ciegas te sigo, me importa tu historia por encima de todo.
A lo del pájaro, mira que en catalán se le llama "puput" o sea que "put" que desprende mala olor:a «la puput», provinent del llatí upŭpa modificat per influència de cucut o de put per la seva pudor.
Todo nos viene o del latín o del griego.
En este capítulo de preparativos muy astutos, meticulosos, la que me enternece es la niña Anto, en plena euforia a punto de casarse enamorada. Le caen un cúmulo de circunstancias que no había pensado ella, inocente. Le deseo, yo, Acca que conoce los placeres de Eros, un matrimonio feliz y gozoso, asistidla Venus, Silvana, la Mater, Vesta, los faunos y las ninfas porque lo merece su pulcro deseo sin mancha ninguna que no sea amor el cual està límpido de cualquier mancha.
Nos vemos Isabel, siempre + besitos que me tienes prendada lo sabes.
Querida Isabel, la historia está cada vez más interesante.
Los preparativos de boda son perfectos
Besos
Hola mayte, esta niña nuestra crece deprisa, ya se ve. Y está muy enérgica, hay que decirlo. A mí también me gusta. Besitos.
Hola fgiucich, me encanta que te guste la historia y el entramado y las urdimbres, porque todo eso sois vosotros, no lo dudes. Besos enormes.
Hola gabu, me gusta lo que dices de la sabiduría. Creo, sin embargo, que aún hay más, porque nos ayuda a salir de las dificultades o a encajarlas, en tiempos de prosperidad y en tiempos de dificultades. Abrazos, guapa.
Ja, ja alejandra sotelo faderland, ya que no tenemos a mano mandarte una muestra del perfume de abubilla, te mando aquí un enlace para que leas algo sobre ella:
http://es.wikipedia.org/wiki/Abubilla
Lo que no dice en esta página, porque no entra en particularidades de cada zona, es que en Italia se la considera ave de mal agüero. ¡Por algo será...!
En cuanto a la boda, procuraré poner cuantos detalles me sea posible. Estamos en la edad de Hierro y lo que sabemos del Lacio en esa época es lo que da la arqueología, pero ahí no están los ritos ni las comidas ni nada semejante, pero trataré de acercarme, honestamente, lo más posible, inspirándome en etapas posteriores. Y ahí estarás tu en primera fila, eso seguro... Un abrazo muy fuerte.
Hola isabel martínez barquero, ¡qué suerte tienes de tener a tu alrededor a tanta gente que te quiere y quiere tu bienestar! También eso es mérito tuyo, como el haber madurado, el tener tanta energía y el afinar el instinto para salvarte y salvar a tus hijos. ¡Y la suerte que tenemos de que Urbano Lacio estuviera allí para contarlo! Besos, querida amiga.
Hola natalia tarraco, ya lo creo que me despreocupo de esos viejos carcamales de los que, por otra parte, nadie salvo Claudia Hortensia ha oído hablar jamás. Se perdieron tantos textos, tanta información... En fin, así están las cosas. Parece ser que el nombre viene del "upup" que debe ser su gritito y en Italia la tienen por ave de mal aguero quizá porque canta en el ocaso. Aunque yo, sinceramente, creo que habrá que escuchar los argumentos de Urbano Lacio antes de aceptar cualquier versión.
Y mi niña Anto, es verdad, qué inocente y que fácil es quererla. Hagamos votos para que su matrimonio sea feliz y su marido la merezca. Hay que invocar, como dices, a todas las divinidades, conocidas y desconocidas, en su favor. Besazos, querida amiga.
Hola charo marco, no sabes cómo echo de menos a una cocinera como Sofonisba para organizar el banquete de esta boda. Pero, claro, Dido era una gran reina y los albaneses aún viven en cabañas... Besos, querida amiga.
Intrigadísima estoy en cómo se presentará Rea Silvia. Eres una tejedora impresionante de historias...no sé ni cuantos hilos manejas...¡y siempre sorprendiéndonos con giros nuevos en la historia!
Un abrazo (con la boca abierta)
Pues si lo dice Urbano Lacio, bien dicho está, que siempre puede haber distorsiones, cambios o alteraciones indebidos pero el rigor de nuestro cronista es indudable y su "ética periodística" y humana, algún fondo fiable habrá. Es que mi Urbano Lacio me hace derramar la pasión.
¿Y qué habrá de pasar tras la boda de Anto? Ay, por Júpiter, que ya estoy en aprensión.
Mira que el truco de Rea Silvia es bueno, con sus bolitas y los mechones "perfumados", ¿Qué ha de fallar? Si también la propia Anto está colaborando de manera encantadora.
Vamos a la boda como Anto, entretenidos en sus fíbulas y terribles conocedores por anticipado de la crónica de Urbano Lacio, pero también de la historia de la fundación de Roma...
Ay, qué miedo.
Besazos.
No sabes la alegría tan inmensa que me he llevado al descubrir otra vez tu blog querida Isabel. Tras el curso ahora puedo por fin ponerme al día con la historia de la fundación de Roma.
Me han gustado mucho el camino que van siguiendo los acontecimientos. Confío en que Rea sepa sobrepasar la prueba de la "mirada pública", espero que con la ayuda de todas las que la amparan y de los dioses pueda hacerlo.
Un fortísimo abrazo de Tito Tacio, rey de los sabinos.
Mira lo que ha aprendido la "ingenua Rea Silvia". Parece cándida e inocente y ha preparado un complot para engañarnos a Criseida y a amí, los más grandes, los reyes. Veremos si se sale con la suya. Aunque sé que cuenta con el beneplácito de la novelista que la salvará como sea.
Rey Amulio.
Querida, esta esquizofrenia me está llevando lejos. Ahora mejor que nunca comprendo a Jekyll y a Hyde.
Salud y República
Me pongo al día ilusionada de ver lo bien que vas llevando la historia y esperanzada de que todo salga bien en la boda.
Abrazos.
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