lunes, diciembre 31, 2007
FELIZ AÑO NUEVO
viernes, diciembre 28, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA (VIII).- PAREPIDEMOS SAMOSATENSE
Otro que no fuera yo, hubiera respondido con cualquier improperio o amenaza ante semejante burla, alzaría el puño cerrado y, mirando a los ojos de quién le hizo esa pregunta, lanzaría una terrible y secreta maldición. Pero mi cuna allá en Samosata fue mecida por reputados sabios, y me limito a detener mi paso, sonreír y extender los brazos contestando:
- Sí, a una a la que por lo visto no has sido invitado tú.
Todo ello les viene a estas gentes de no haber visto nunca a un peregrino que engalana su báculo y cuida su vestido, que su cano cabello lo adorna con cuidados bucles, y que de su barba no cuelgan los restos de la comida del día anterior. ¡Salvajes!
Me cuesta acostumbrarme a las toscas maneras de estos pueblos, tan lejanos de aquella tierra civilizada de la que procedo, pero ¿no la abandoné con el objeto de conocer todos estos lugares, y encontrar en alguno de ellos la respuesta a esa pregunta que me atormenta?
En ocasiones, la fortuna parece querer dar un descanso a este pobre peregrino, colocando en el camino un paisaje hermoso, buenas gentes que con sencillez le hacen a uno sentirse como si estuviera en su propia casa, o todo el lujo y la hermosura que dejé allá en las orillas orientales de este mar que todo lo abarca.
Cuando llegué a Egipto, encontré en Tebas el mejor de los acomodos, confortables palacios y mercados llenos de abundancia, una nutrida biblioteca y gentes de toda procedencia. Fue allá donde conocí a un mercader de Tiro que había hecho fortuna vendiendo los rollos que, según él, rescataba de naves naufragadas. Para mí que era un pirata que saqueaba los barcos que se acercaban por aquellas costas, y vendía después todo el botín en los más ricos mercados.
Peirátes, que era como se llamaba aquel supuesto mercader, me habló una noche de un rollo que vendió en la lejana Cartago, que era muy conocido por ser la única copia existente del “Tratado sobre los efectos curativos de la brisa cruzada por diferentes arbustos” de Dendron, una obra muy valiosa que seguro que proporcionaría generosos beneficios a quién pudiera hacer alguna copia de él.
Fue así como me presenté en Cartago, solicitando a sus gobernantes permiso para examinar unos documentos que se conservan en la biblioteca de Xilón, cronista de la reina Dido. Aunque mi objetivo era el otro -¡y vaya si lo logré!-, no pude evitar el detener mi atención en los textos escritos por tal singular autor, más aún cuando tuve la fortuna de conocer a algunos de los personajes que acompañaron a aquella desdichada reina y ser tratado por ellos con las más sincera y atenta hospitalidad.
Durante varias semanas me fue imposible abandonar aquél lugar, y eso es ya raro en Parepidemos, pero eran tantas las cosas que un extranjero podía escuchar de la voz de los propios protagonistas de aquella historia, que apenas quería dedicarme a otro menester que al de dejarme llevar por el placer de su compañía y el goce de su conversación.
Es por ello que antes de marcharme quise escribir y leer en la plaza pública un poema dedicado a aquella querida reina, lo hice con todo el amor que sentí en el corazón de mis anfitriones y espero que aunque fuera sólo eso, se notara. Era lo menos que podía hacer antes de abandonar Cartago seguramente para siempre. Eso sí, también encontrarán en el templo de Juno, en el lugar donde se recogen los donativos para erigir una estatua a la reina, una importante cantidad de monedas de oro; la misma que un mercader sirio había pagado por una copia del Dendron…
Me dicen que, como peregrino, debo de ir a algún sitio y que cuál es ese. Yo, según el humor que tenga, callo, respondo alguna vaguedad que me evite el dar más explicaciones, o señalando a Occidente afirmo que marcho hacia sus confines, al lugar donde todo, incluso el sol, encuentra su fin.
- ¿Y por qué lo haces?
- Para que cada vez que vuelva la vista hacia atrás, vea que soy capaz de seguir dejando huellas en el camino de mi memoria.
Escrito por PAREPIDEMOS SAMOSATENSE, peregrino (Charles de Batz). Enlace en la columna de la derecha.
NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Con el interés de que esta experiencia pueda resultarnos interesante y atractiva, sólo os pido dos cosas: una) que el texto sea breve, porque es posible que necesite poner dos o más textos en alguna entrada; dos) que os ciñáis al objetivo principal, que es hablar de vuestro propio personaje. En cualquier caso, gracias a todos.
* Figura masculina togada. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
**Fuente en el foro romano. Roma.
***Detalle de relieve en un sarcófago. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
****Vista del lago de Villa Borghese. Roma.
*****Marcas de un juego en los escalones de la basílica julia. Foro romano. Roma.
lunes, diciembre 24, 2007
BUENOS DESEOS
jueves, diciembre 20, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRAS (VII).- SIRIO y NEOPTOLEMO
El tiempo es engañoso. Es como intentar atrapar arena entre las patas, al menos para los humanos, esos seres gigantes que se creen dueños de todo y hasta del destino. Los ojos felinos de Sirio siguen los movimientos de su ama. Le parece ayer cuando un mercader que traía raras telas de Oriente, especias y mercancías a cual mas fina, depositó en las manos de la princesita Anna su cuerpo peludo y pequeño. Un gatito singular, digno de la realeza, con ese color de ojos y ese colorido. Se amoldo fácilmente a los pliegues de la túnica y al hueco que le hacia la niña pegado a su cuerpo.
Capta la soledad y tristeza de Anna y cuando el hachón se acerca a la pira, cuando las llamas envuelven lo que fue una vida, encomienda a la Gran Diosa Gata para que reciba a quien le permitió venir, ver maravillas, cruzar medio mundo; y tiene la absoluta certeza del antes y del después, cuando el tiempo se parte en dos como se rasga una tela.
NEOPTOLEMO
Me llevaron una fría mañana a las playas de Ilión. Mi padre, cuya sombra alargada se esparcía por doquier, había muerto a los pies de sus muros.
NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Con el interés de que esta experiencia pueda resultarnos interesante y atractiva, sólo os pido dos cosas: una) que el texto sea breve, porque es posible que necesite poner dos o más textos en alguna entrada; dos) que os ciñáis al objetivo principal, que es hablar de vuestro propio personaje. En cualquier caso, gracias a todos.
lunes, diciembre 17, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA (VI).- CRISEA Y NEPTUNO
"¡Oh, diosa Juno, esposa, madre, reina!
Arde este incienso en tu honor.
Escucha nuestras palabras:
Recabamos tu protección de nuevo, ahora que la reina Dido nos ha dejado.
La más sombría época del año nos acecha.
Estas sagradas llamas deben purgarnos de todos los oscuros hechos y pensamientos.
Pero debemos recordar que la primavera siempre se encuentra en el vientre del invierno.
Así que preparémonos para el nuevo comienzo.
Oh, madre Juno, bendice nuestro incipiente destino y acompaña a Dido en su postrero viaje."
Escrito por CRISEA, vestal del templo de Juno en Cartago. (Krisish) Enlace en la columna de la derecha.
NEPTUNO
Nunca quise ser Dios y ahora vago por estos mares olvidado de todo y de todos. Nací de Saturno y Ops hace miles de años y mi destino era ser como ellos. Mi hermano fue el gran Júpiter y nuestras relaciones siempre adolecieron de una cierta rivalidad. ¡Qué lejos aquellos tiempos en que los hombres me respetaban y temían! ¡Qué lejos la buena Dido, a la que tanto admiré! Mi primera elección como dios fueron las nubes y la lluvia y a ellas dediqué gran parte de mi existencia.
Todo lo estropeó mi homónimo griego Posidón, la fama que le precedía hizo que en el año 399 a.C. me convirtieran por decreto en el dios romano de los mares. Es cierto que tengo mal genio, pero no es menos verdad que los hombres se han esforzado mucho en provocarme. No, no son gratuitos mis arranques, cuando mi tridente golpea con furia las aguas que conforman mi hogar no se trata de un gesto espontáneo y sin causa. Son ellos, esos pequeños e insignificantes seres que se arrastran sobre las aguas en sus absurdas y ridículas naves. Como ese traidor de Eneas.
Ya no está ella para calmarme. Mi amada Falacia. La primera vez que la vi su cuerpo se movía seductor entre un coro de nereidas sin que ella ni tan siquiera se percatase de mi presencia, tan poco importante era yo ante sus ojos. Quizá fue ese el motivo que provocó mi deseo de poseerla y aunque huyó a los más lejanos confines del mundo no pudo esconderse de mí. Sólo ella era capaz de aplacar mi ira con su dulce voz, y su bondad convertía un mar embravecido en una laguna serena.
Dido era como ella y he de confesar que el mar se hizo un poco más profundo cuando la reina acabó con su vida.
Escrito por NEPTUNO, dios de los mares (Antonia Romero). Enlace en la columna de la derecha.
NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Con el interés de que esta experiencia pueda resultarnos interesante y atractiva, sólo os pido dos cosas: una) que el texto sea breve, porque es posible que necesite poner dos o más textos en alguna entrada; dos) que os ciñáis al objetivo principal, que es hablar de vuestro propio personaje. En cualquier caso, gracias a todos.
* Detalle de rostro femenino. Gentileza de Krisish.
miércoles, diciembre 12, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA (V).- FILÓN
ÚLTIMAS PALABRAS
Te he abandonado esta mañana temprano dejándote, Dincer, profundamente dormida. He necesitado reunir todas mis convicciones en un impulso para arrancarme de su calor y salir a la calle. La luna iluminaba el paisaje nevado y el reflejo de sus rayos sobre la nieve ha iluminado también mi desnudez. He venido hasta aquí, hasta el tronco de esta higuera, compañera de buena parte de mi vida, y me he sentado en el suelo. El frío es intenso. Pero he tenido vigor para cantar el himno que compuse a la frugalidad y que resume todo mi pensamiento:
“¡Salud a ti, Frugalidad, placer de los hombres sabios,
Diosa reina que nació de la noble Templanza.
Salud a vosotras, Musas del corazón puro,
La ofrenda sin lujo de mi vida le ofrezco a la muerte.”
Ya no puedo mover mis miembros. Apenas puedo mover la lengua en la boca. Pero ya no siento frío. Es la muerte, que llega.
Mi queridísima Dincer, mis últimos pensamientos son para ti. Aún te queda mucha juventud por delante y no la debes malgastar junto a un viejo. Con mi muerte te abro la jaula de amor que te retenía a mi lado. No es hora de llorar, sino de reír, recuerda todo lo que te he enseñado. No hay mayor ridículo que la seriedad. Amada Dincer, tú sabes bien que el cinismo no es una filosofía sino el género de vida que acepta la risa en los momentos supremos. He vivido conforme a la naturaleza y a ella me entrego ahora. Las plantas y los animales sólo prosperan cuando siguen con normalidad, sin estridencias ni aspavientos, el fin que les ha asignado la naturaleza.
“¿Un filósofo y una bailarina?” ¡Cómo se admiraban todos de la extraña pareja que formábamos! Me había pasado la vida intentando librarme de lazos culturales y relaciones sociales, creyendo que finalmente conseguiría la libertad del viento, y acabé sin poder respirar si tú no estabas cerca. No llamaba la atención que un hombre viejo y no demasiado bien formado se enamorase de una jovencita, sino que fuese correspondido por ella con tanto entusiasmo. Y, honestamente, a mi también. Muero sabiéndome querido por quien, de ser omnipotente, yo elegiría ser querido. Adiós, Dincer, amor mío. Adiós.
NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Con el interés de que esta experiencia pueda resultarnos interesante y atractiva, sólo os pido dos cosas: una) que el texto sea breve, porque es posible que necesite poner dos o más textos en alguna entrada; dos) que os ciñáis al objetivo principal, que es hablar de vuestro propio personaje. En cualquier caso, gracias a todos.
domingo, diciembre 09, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA. (IV).- BARCE Y EOLO
De todas las personas que te rodearon y que figuran en la historia de tu vida yo fui la menos destacada y, sin embargo, fui la más cercana a ti. Fui tu amiga, tu confidente, reí contigo y también lloré. Por mi edad avanzada me permití darte unos cuantos consejos que no siempre seguiste, sobre todo cuando te enamoraste ciegamente de Eneas al que desde aquí maldigo, pues él fue el causante de tu muerte. Te lo dije niña, te lo avisé. Él no era la persona adecuada, sólo te utilizó y te enamoró con bellas palabras, pero tú no me quisiste escuchar cuando te decía que estaban huecas y en ellas anidaba la serpiente de la traición. Tú te enfadaste tanto conmigo, que incluso pensaste en retirarme de mi puesto por demasiado vieja. No te lo tomé en cuenta, sabía que tu mente no razonaría mientras tuvieras a Eneas en tu corazón.
Fueron momentos muy duros los de la huida de Tiro en busca de otro lugar donde fundar una nueva ciudad, pero tú eras inteligente y supiste dirigir, gobernar y negociar. Todos te creían fuerte y decidida, pero sólo yo, que estaba siempre a tu lado como una sombra, supe de tus dudas y de tus miedos, esos que nunca dejabas que afloraran a tu rostro ante los demás. Parece que hayan pasado ya un montón de años y, sin embargo, fue ayer cuando decidiste abandonarnos dejándonos sumidos en la tristeza y el dolor.
Estoy cansada, muchos años son y muchas preocupaciones las que llevo a mis espaldas. Sin embargo, no quisiera que mis últimos recuerdos fueran tristes. Prefiero que en mi mente queden esos momentos en los que yo peinaba tus cabellos en numerosas trenzas enlazadas alrededor de tu cabeza dejando que algún mechón se deslizara por tu frente mientras charlábamos como amigas intercambiando confidencias. Y quiero que tu risa, que aun resuena en mis oídos, sea el rumor que me acompañe cuando deba partir.
Pediré a los dioses me dejen acompañarte de nuevo pues llenaste toda mi vida y sin ti, todo sería vacío y oscuridad.
Escrito por BARCE, nodriza de Siqueo, doncella y confidente de Dido (Leodegundia). Enlace en la columna de la derecha.
EOLO
Soy caprichoso y desobediente.
Alejo y acerco, acierto y yerro.
Sirvo a Juno y custodio los vientos.
Participé en esta historia.
Y en tantas otras historias del mundo.
Debo irme: hay naves que me esperan en medio del océano.
Para bien y para mal.
Adiós, reina de Cartago; adiós, Dido inmortal.
Escrito por EOLO, dios de los vientos (Gloria, de un cajón revuelto). Enlace en la columna de la derecha
* Detalle de figura femenina. Museo Termas de Diocleciano. Roma.
**Detalle de la escultura Cupido y Psique. Museos Capitolinos. Roma.
***Detalle de cabeza femenina. Museos Capitolinos. Roma.
****Flores en la terraza de isabel romana. Valencia.
*****Detalle de cuadro representando a Eolo. Gentileza de Gloria.
******Detalle de relieve representando a un viento. Gentileza de Gloria.
miércoles, diciembre 05, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA. (III).- CLOANTO
"Esta será vuestra tierra", dijiste.
Dejadme deciros esto ahora, reina de tirios y troyanos, mientras el sol entrega sus primeros haces de plata al día, y nuestras naves se alejan de la costa. Quisiera deciros, con el corazón en un puño, lo que no pudo expresaros este viejo timonel, cuando cayó arrojado a vuestros pies, embargado por la emoción de veros y de poder al fin abrazar a los míos, y al príncipe Eneas, después de que mi pueblo hubiera estado sometido a la ira de Juno, desde que Troya fue incendiada y arrasada por los griegos, y nos obligara a vagar sin rumbo por el imprevisible océano, cuyas aguas a menudo se levantaban encrespadas y nos exponían a toda clase de peligros.
Dejadme que os diga estas ultimas palabras, y que de estas sea testigo el vasto mar, donde no hay mas verdad que la que procuran sus aguas. Creo que éste es uno de los pocos rincones del orbe desde el cual se me hace posible rendiros tributo, porque en el mar nací; a el, por tanto, debo mi verdad.
Debo deciros que, como navegante, soy hombre de pocas palabras, y no soy dado a demasiadas demostraciones de afecto; pero en mi descargo diré que debo mi carácter hosco al hecho de haber perdido a los míos hace ya años, aunque intento compensar esta amargura con la franqueza de mis ojos. Y estos fueron los que os contemplaron emocionados, reina de tirios y troyanos, después de haber sufrido tantas penalidades impuestas por los dioses. Comprended pues, que éstos llorasen ante vuestra presencia, ante vuestras palabras, porque no hay cosa mas cierta que hasta el tronco del árbol mas fuerte se dobla, y de nada sirve la armadura mas recia si al final las emociones se abren como un huracán y traspasan toda la coraza. Y esas fueron las que dejaron mi alma al descubierto, abierta de par en par como la ciudad de Cartago, en la que nos acogisteis. Es por eso que quisiera agaredeceros ahora vuestras palabras, en medio de este mar por el que navego. Porque aparte de ofrecernos una tierra – "esta será vuestra tierra", dijisteis –, nuestra llegada fue objeto de un emotivo banquete de celebración propio de los dioses, el cual fue preparado por vuestra experta cocinera Sofonisba. ¡Qué decir de la velada, cuando al poco de comenzar, los criados nos llenaron los cálices con el vino de dátiles, y después hicieron aparición aquellas bellas muchachas por el centro, llevando esas grandes bandejas con pescados en salmuera, cuencos rebosantes de lentejas con castañas, amén de otras exquisiteces! Aunque os diré que lo que mas pude saborear fue la "puls púnica", dado que, desde nuestro destierro, apenas tuve ocasión de probar el queso fresco.
Seguro que el actor Anarkasis os lo comentaría, que apenas hablé, a pesar de las insistentes señas que me hacia Iskias para que el comerciante Palemón la dejara en paz, pero sÍ que pude comprobar, asombrado, que vuestra presencia irradiaba luz en la magna estancia. Y os diré que nunca vi rostro tan colmado de felicidad, tan henchido con la cornucopia de la placidez, sobre todo cuando os levantasteis para invocar al padre Júpiter, y pronunciar aquellas palabras, las que rememoro ahora con emoción, mientras navegamos hacia el Lacio, en medio de este infinito mar:
"Esta será vuestra tierra", dijisteis.
Escrito por CLOANTO, un timonel troyano (Rafael p.q.) Enlace en la columna de la derecha.
NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Con el interés de que esta experiencia pueda resultarnos interesante y atractiva, sólo os pido dos cosas: una) que el texto sea breve, porque es posible que necesite poner dos o más textos en alguna entrada; dos) que os ciñáis al objetivo principal, que es hablar de vuestro propio personaje. En cualquier caso, gracias a todos.
*Ribera sacra del Sil. Lugo. España.
**Detalle de un cuadro de Julien de Parma. Imaginemos, aquí, que representa la destrucción de Troya.
***Ruinas de Cartago. Túnez. Fotografía de MORGANA.
****Hojas de acanto. Foro romano. Roma.
domingo, diciembre 02, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA. (II).- MOOK Y CUPIDO
Te extraño mamita. Así me atreví decirte siempre y te gustaba aunque nadie lo escuchara. Me siento solo. Desprotegido. No debería porque tengo a mi lado a Anna, pero nada me consuela. Ni siquiera las hojitas otoñales que tanto te gustaban. ¿Cómo serán mis siguientes días sin mi amada reina? ¿Alguien piensa en mí? El dolor de tu ausencia es tan fuerte que he decidido guardar silencio por un largo tiempo. No tengo apetito. Camino lentamente. Respiro tu jardín. Recorro con detalles cada uno de los sitios que acostumbrábamos pasear. Recuerdo tu rostro, tu mirada. Nuestros ojos eran cómplices. Tantos secretos que compartimos y guardamos. Extraño tus manos suaves sobre mi pecho. Tu perfume tan peculiar aún lo traigo impregnado. Tu voz retumba como un eco. La dulce voz que mencionaba mi nombre con tanto cariño. No más. ¿Qué voy a hacer sin ti? Nada que decir. Sólo contemplar. Dormir.
Escrito por MOOK, perro de la reina. (Movie, perro de Clarice Baricco). Enlace en la columna de la derecha.
CUPIDO SE LLEVA SU MERECIDO
Juno estaba seriamente enojada y su esposo, el poderoso Júpiter, sabía cuál era la razón: había muerto su protegida, la reina que había erigido la ciudad de Cartago sometiéndola a su protección. Esa había sido la única forma que había hallado Dido de burlar a ese hombre que pretendía tomarla como esposa por la fuerza, como si se tratara de una esclava.
La reina de las diosas estaba también enfadada con Venus. ¿Acaso creía que todo el mundo debía arrodillarse a los pies de su hijo Eneas? ¿Que en cualquier parte del mundo lo iban a recibir como al hijo de una diosa? ¿Y era justo que hubiera herido de amor tan gravemente a Dido? Juno estaba decidida a imponerse sobre Venus, una diosa que, cuando ama, se convierte en piedra.
Y así, con la aprobación de Júpiter y en presencia de Venus, Juno hizo comparecer al dios Cupido y le mostró un mechón de cabello rubio.
- ¡Ah sí! – dijo Cupido reconociéndolo –. Ese cabello es de la fenicia. Pero yo la herí de amor por orden de mi madre Venus, no por mi propia voluntad…
- Pues se acabó el jugar con el amor y con los seres humanos – respondió enojada Juno – pues de seguir así, los hombres nos perderán el respeto, nos destronarán y no recordarán de nosotros más que nuestros vicios.
Y al mismo tiempo que decía esas palabras, le quitó el arco y el carcaj lleno de flechas y, sin mostrar la menor emoción ni piedad, apuntó al corazón del propio Cupido y disparó.
Venus, herida en su pasión de madre, quedó petrificada. Y Cupido, traspasado de amor y de dolor, estalló en lágrimas y apretó contra su corazón el mechón rubio. En ese mismo instante, supo lo que era enamorarse y perder a su amor.
Escrito por CUPIDO, hijo de Venus y hermano de Eneas. (Lady Ice). Enlace en la columna de la derecha.
NOTA.- He realizado una propuesta a nuestros amigos que han participado como personajes en la historia de Dido. Consiste en que cada uno de ellos escriba un breve texto para darnos a conocer algo más de su personaje de ficción. Por ejemplo, cual fue su futuro, o su pasado, o qué opinó o sintió respecto a los acontecimientos narrados. Puede hacerlo del modo que mejor le parezca. Por mi parte, iré colgando esos textos en esta página hasta final de diciembre y es compatible con que cada cual ponga su texto en su propia página. Con el interés de que esta experiencia pueda resultarnos interesante y atractiva, sólo os pido dos cosas: una) que el texto sea breve, porque es posible que necesite poner dos o más textos en alguna entrada; dos) que os ciñáis al objetivo principal, que es hablar de vuestro propio personaje. En cualquier caso, gracias a todos.
martes, noviembre 27, 2007
LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE DIDO TIENEN LA PALABRA. (I).- SOFONISBA
ÚLTIMO BANQUETE OFRECIDO A DIDO POR SU COCINERA SOFONISBA
Desde aquel fatídico día, el tiempo pasa más despacio, ya nada es igual,…hasta mi cocina parece distinta. Sentada ante el fuego, jamás hubiera pensado que mis pucheros no me proporcionarían la alegría de antaño y que la ilusión por elaborar platos nuevos ya no sería el objetivo de mi existencia.
El crepitar del fuego me trae a la memoria recuerdos de un pasado feliz, en el que la llegada de un nuevo día, con el traqueteo de las cacerolas, indicaba la puesta en marcha de mi cocina, seguido de un ir y venir para que todo estuviera a punto.
En este momento, un vacío inunda mi alma y sólo me queda recordar los momentos vividos. En mi mente está grabado el brillo de sus ojos al pedirme que preparara un menú de bienvenida para Eneas, portador de tanta alegría y tristeza a la vez.
Jamás hubiéramos imaginado el trágico final que nos deparaba el destino y que ese menú sería el principio y el final de una vida. Pero no quiero que mi reina parta de este mundo sin recibir de su cocinera un último servicio; una cena digna de la reina de Cartago.
Para empezar, mi reina, he aquí esos cogollos de col que tanto te agradaban y que me solicitabas con una sonrisa que iluminaba toda tu cara. Aún recuerdo cómo los partías para buscar en su interior los puerros rehogados con pasas. Para acompañar estas verduras, aquel vino de pasas que degustabas con los ojos cerrados y una inspiración profunda que me llenaba de alegría.
Para continuar, pollo asado a la Numidia, relleno de pimienta, comino, cilantro en grano, benjuí, ruda, dátiles, piñones, garum, vinagre, miel y aceite, al que acompañabas con un vino tinto rebajado con agua para que el sabor agridulce del ave no se perdiera al mezclarse con la bebida.
Querida reina Dido, ya en el oscuro reino que habitas ahora, recibe de Sofonisba, tu fiel cocinera, esta postrera ofrenda y esta libación de vino puro para que los olores y sabores, aunque no te puedan alcanzar, te hagan recordar tiempos de felicidad plena cuando la esperanza de un amor eterno llenaba tu vida.
Mi anhelada Dido, que te acompañe en tu nueva andadura este himno. La diosa Venus cegó tus ojos con la venda del amor:
“Voy a cantar a Citerea, nacida en Chipre, la que
concede a los mortales presentes gratos como la miel.
En su deseable rostro siempre hay una sonrisa.
Y deseable es también la flor que lleva sobre sí.
Salve, diosa protectora de Salamina, la de hermosas construcciones,
y de toda Chipre. Concédeme un canto que mueva a deseo,
que yo me acordaré también de otro canto y de ti."
jueves, noviembre 22, 2007
EL ADIOS A CARTAGO.- (y XIV).- La señora Imilce y Karo ponen el punto final.
Le dedico una sonrisa amplia, tanto como le es posible sonreír a una vieja sin que sus mejillas se conviertan en un océano de arrugas. Me he propuesto ser hoy amable con el troyano y no enfadarme con él por mucho que me provoque. Al fin y al cabo, celebrar esta fiesta fue una idea suya.
Desde la cuesta por la cual descendemos se ven los alegres entoldados instalados en la playa. Gran parte de la chiquillería está jugando en la arena o metida hasta el cuello en el agua y algunas madres se desgañitan llamando a sus hijos al orden. No parecen tener mucho éxito, como es natural. No conozco a ningún hijo que obedezca de inmediato a sus progenitores. Salvo Eneas, claro. Pero de eso hace ya tanto tiempo…
- Ven – insiste –. Te acompañaré hasta tu toldo. Hemos elegido para ti un lugar muy fresco, a la sombra de los pinos.
- Estupendo – respondo –. Así no se me calentará la cabeza.
Karo me da un codazo. Lo he hecho partícipe de mi propósito de buena conducta y se lo ha tomado muy en serio. Temo que me someta a vigilancia y en todo el día no se despegue de mí. Lo miro y me doy cuenta de cuánto ha madurado mi ayudante en estos meses. Ha crecido gallardo como un árbol, alto y recio.
Una ovación nos recibe al penetrar bajo el toldo. Me sorprende y me aturde. De pronto, me veo en los brazos de Jacinta y enseguida en los de Amneris, la tejedora, quien a punto ha estado de hincarme su bastón en el pie. También Kostas se aproxima y, más comedido, toma mis manos y me las aprieta. Ayer por la tarde, cuando Parepidemos Samosatente terminó de leer en la plaza del granado el último episodio de mi historia, vi a Kostas llorar. No fue el único en emocionarse, pero me conmovió en un hombre tan curtido. Es comprensible, porque la muerte de la reina nos marcó. Aquel día, junto con ella, se nos fue una parte de la infancia.
- Déjame felicitarte, señora Imilce – dice Caius Pertinax, quien como su propio nombre sugiere, jamás se cansa de insistir en lo suyo –. Ahora que has concluido tu historia, espero tu permiso para difundirla. Tendrá mucho éxito.
Me hago la despistada. No tengo ganas de cavilar. Me apetece más disfrutar de los agasajos, sentir todas esas mejillas que se acercan y presionan la mía, estrechar las manos, percibir tanto cariño. Eso es todo lo que una vieja, cualquier vieja, necesita. Pienso en Barce. Se vio privada del afecto de la reina, a quien amaba tanto, y además se culpó por no haber adivinado sus intenciones e impedido su muerte. Ella nunca comprendió la decisión de Dido.
Mi nuera me ofrece asiento, refrescos y algunos caprichos para picar. Se ha hecho cargo del almacenaje y distribución de los comestibles y bebidas que cada cual aporta y anda incansable dando órdenes aquí y allá. Mandar es lo suyo. Y su energía me recuerda a la querida Sofonisba.
Todas las conversaciones giran en torno a la muerte de la reina. Hoy podemos hablar con más tranquilidad, sin la emoción desbordada de anoche. La luz de este día radiante vence definitivamente a la tristeza y aquellos acontecimientos, aunque los sintiéramos próximos, vuelven a parecer lejanos. Una y otra vez se alzan voces en contra del amor, un peligro aborrecible del cual debemos precavernos todos. Pero cuanto lo señalan como causante de la muerte de Dido, empiezo a rebullir en mi asiento y, al final, salto.
- ¡ Para qué me habré tomado la molestia de contar esta historia! ¿Es que nadie se acuerda ya de por qué llegamos los fenicios aquí? – todo el mundo se calla. Respiro hondo y trato de contener el genio –. Dido era reina de Tiro, que no se nos olvide. Y huyó de allí dejando hasta su trono para evitar una guerra civil. Amaba a su pueblo y no quería someterlo a un baño de sangre. Y no descansó, ni de día ni de noche, hasta fundar Cartago. Todo lo supeditó al bienestar de su pueblo.
Así que olvidaros de Eneas - les digo - porque la reina no se mató por él. Lo hizo por nosotros. Para preservar nuestra libertad. Si Yarbas, de buen grado o por la fuerza, se hubiera casado con ella, habría impuesto en Cartago su autoridad y sus leyes. La reina no lo podía consentir. Y bien que supo burlar al rey libio, dejándolo sin argumentos, aún al precio de sacrificar su propia vida.
- Sin embargo, señora Imilce, se inmoló sobre un montón de recuerdos de Eneas e incluso utilizó la espada que le había regalado ella misma... – interviene Trailo.
- ¡Y ya me contarás si eso dice mucho en favor del troyano! Un gran guerrero a quien no le importó dejar a una mujer expuesta al peligro, y perdona mi crudeza. Si no se hubiera largado de forma tan vergonzosa, la situación hubiera podido solucionarse de otro modo. Eso es lo que Dido quiso remarcar, que la había abandonado a su suerte. Pero ya basta. Estoy harta de Eneas. La reina dijo que para ella había muerto y, por lo que a mí respecta, así fue.
Se oye un murmullo de aprobación y algunos aplausos. Llegan bandejas con comida, y cada cual se aplica a probar los manjares elaborados por otros. Hace calor. Trailo me trae una copa de vino en un gesto de concordia. Se la acepto, sin poder evitar un comentario.
- Para serte sincera, querido amigo, me hubiera conformado con que Eneas hubiera sido la mitad de leal que Mook, el perro de la reina. O que el gato Sirio, quien jamás abandonaba a Anna.
- Ese es un asunto que tenemos pendiente – dice el troyano sin perder su media sonrisa –. Me refiero a Anna. Me comprometí a contarte con cierto detalle lo que le ocurrió tras su huída de Cartago. Pero como estás enojada conmigo…
- ¡Será que sueles tener en cuenta mi humor…! Humor de vieja, por otra parte. Un poco desabrido. ¿Por qué no vienes mañana tarde a mi casa y hablamos? – hace un gesto de asentimiento y se aparta.
----
A media tarde, se levanta la brisa y agita los toldos. Hasta nosotros llega el griterío de muchos bañistas, pues también los adultos se han metido en el mar. Sólo los viejos tememos exponernos al sol y no abandonamos ni un momento la sombra. Hablamos y hablamos y hablamos. Amneris propone llevar mañana ofrendas a la tumba de Dido. Es una buena idea a la que se suman todos los presentes. Las cenizas de Barce y de cuantos sirvieron a la reina están a su lado, en un pequeño túmulo junto al camino que se inicia en la puerta sur de la muralla y se dirige hacia las ciudades libias.
Suena otra vez la música y unas cuantas jóvenes bailan. Karo no se ha separado de mí ni un momento, pero ve entre las bailarinas a Salma y le falta tiempo para unirse al grupo. Con la cara embobada de siempre la observa danzar y sus propios ojos se mueven encandilados al ritmo de ella. ¿Quién no ha sentido alguna vez la llamada del deseo y del amor? También en eso la reina fue superior a nosotros, porque se atrevió a entregarse a ellos.
- Señora Imilce – dice Karo cuando, ya noche cerrada, regresamos a casa y yo me entretengo en el patio encendiendo unas lucernas al pie de la higuera –.¿Crees que alguien recordará el enorme trabajo que hemos hecho? ¡Ojala se hable de nosotros como los relatores de la historia de la reina y la fundación de Cartago! Yo como simple ayudante tuyo, desde luego.
No le contesto enseguida. Las manos me tiemblan y debo concentrarme para prender los pabilos.
- He pensado en hacerme poeta – dice al cabo .
- Si no te vuelves un estúpido presuntuoso como ya sabes quién, tendrás mis bendiciones. En cuanto a ser recordados… No siendo reyes ni grandes generales, nuestras vidas y nuestros actos carecen de interés. Desde esa perspectiva, para la posteridad no contamos, Karo. Alégrate de cuanto hemos aprendido y desprecia toda vanidad: nosotros sólo somos carne de olvido...
NOTA DE LA TRASCRIPTORA. Eneas y sus troyanos llegaron a las costas del Lacio. Allí pretendieron quedarse y entraron en guerra con sus habitantes, súbditos del rey Latino. Al fin, firmaron la paz y la sellaron celebrando un matrimonio entre Eneas y la hija de Latino. Ambos pueblos se fundieron en uno solo que decidió llamarse a sí mismo pueblo latino. El hijo de Eneas, el niño Ascanio (también llamado Iulo), fundó más tarde la ciudad de Alba Longa. Y de una vestal de Alba Longa nacieron, siglos después, los gemelos Rómulo y Remo, considerados los fundadores de Roma. Con la trágica historia de amor entre Eneas y Dido, los romanos trataron de explicar la rivalidad entre Roma y Cartago, tan intensa, que dio lugar a tres grandes guerras, conocidas con el nombre de guerras púnicas.
NOTA: Gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí. Os merecéis un premio, porque ha sido mucho tiempo el que hemos necesitado para contar esta historia, y eso cansa. Habéis sido partícipes y testigos de la creación de una novela que, sin vuestras aportaciones y aliento, no habría llegado a existir. Mi agradecimiento será, como Roma, eterno.
PREMIO PARA LOS LECTORES
*Detalle de cabeza femenina. Museo Massimo alle Terme. Roma.
**Detalle de relieve de una procesión. Ara Pacis. Roma.
***Detalle de relieve en un sarcófago. Museo Massimo alle Terme. Roma.
****Detalle de relieve con figura masculina. Ara Pacis. Roma.
*****El gato Sirio, tal como es en la actualidad. En su casa de Argentina.
******Detalle de pintura mural. Catacumbas de Domitila. Roma.
*******Restos de un mausoleo en la vía Appia. Roma.
********Detalle de relieve con un joven. Museos Capitolinos. Roma.
*********Detalle de decoración exterior en una casa de Vía Coronari. Roma.
**********Premio: detalle de pintura mural de Polidoro y Maturino. Iglesia de San Silvestre al Quirinale. Roma.
amor,mujer, mujeres, relatos, historia, fotos