(… ) en ese momento el príncipe lanzó una mirada hacia Roma y se interrumpió: frente a él se extendía, en un maravilloso y radiante panorama, la ciudad eterna. Todo el luminoso cúmulo de casas, iglesias y cúpulas estaba intensamente iluminado por el brillo del sol poniente. Por grupos o en solitario, iban apareciendo una tras otra las fachadas, los techos, las estatuas, las terrazas y las galerías; por allá aparecía abigarrada y resaltaba entre juegos de luz una masa de campanarios de cimas muy finas y de cúpulas con el ornamento caprichoso de las linternas; más allá despuntaba completo un oscuro palacio; allá se veía la cúpula achatada del Panteón; allá la punta decorada de la columna antonina, con el capitel y la estatua del apóstol Pablo; un poco más a la derecha se alzaban los remates de los edificios del Capitolio con sus caballos y sus estatuas (…)
Y sobre toda esa masa reluciente se ennegrecían a lo lejos, con su oscuro verdor, las copas de los pétreos robles de Villa Ludovisi y de la Villa Médici, y por encima de ellas descollaban en el aire, como un rebaño entero, las copas en forma de cúpula de los pinos romanos, sostenidas sobre sus esbeltos troncos. Después, a lo largo del horizonte, se elevaban y azulaban los montes, transparentes, ligeros como el aire, envueltos en una especie de luz fosforescente. ¡Ni con la palabra ni con el pincel era posible reproducir la armonía prodigiosa y la combinación de planos de aquel paisaje! (…) El sol bajó acercándose a la tierra; su reflejo se volvió más rosado y más cálido sobre toda aquella masa arquitectónica; la ciudad se hizo más vívida y más cercana; los pinos se ennegrecieron todavía más; los montes se volvieron más azules y fosforescentes; y el aire, más solemne y más nítido, estaba a punto de apagarse… ¡Dios, qué vista!"
NIKOLÁI GÓGOL.- “Roma”.
* y ** Vistas de Roma desde la Real Academia de España en Roma, en la plaza de San Pietro in Montorio, desde donde contemplaba la ciudad eterna Gógol. Fotos de Rafael Lillo.
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