Contra los matrimonios infantiles que afligen aún a tantas niñas en tantas culturas. Ahora que las nuestras están para iniciar el curso, no las deberíamos olvidar.
Jugad, niñas, jugad. Os quedan ya pocas partidas antes de que las obligaciones os arranquen de la despreocupación y la alegría de la infancia. Pronto vuestros padres os buscarán maridos y entonces os estará prohibido el juego: al contrario, vosotras os convertiréis en juguetes de otros.
Os dirán que debéis ser dóciles e irá por delante una bofetada para que lo recordéis mejor. Las bofetadas y los golpes suelen ser muy instructivos. O quizá os ignorarán incluso a la hora de la comida: como sois jóvenes y fuertes os bastará con las sobras. O se acordarán de vosotras sólo por las noches o cuando a vuestros maridos les haga falta añadir, a los golpes y los abusos habituales, algún azote más para desahogarse. Hay que comprender que salir a ganarse el sustento, como hace él, resulta muy duro. ¡Y no protestes, si no quieres recibir más!
Jugad, niñas. Ahora sois las hijitas del corazón de vuestros padres. Luego, quizá no seréis nada. O menos que nada. O menos aún que menos que nada. Jugad mientras estéis a tiempo. Y pedid a la fortuna que os sea favorable en el juego y en la vida, puesto que ningún auxilio podéis esperar de vuestras familias ni de la sociedad.
NOTA: El maltrato que se describe aquí no se producía en la sociedad romana respecto a las mujeres libres. Un varón jamás habría pegado a una mujer libre, el maltrato a las romanas era desconocido. Sí era común, en cambio, el matrimonio en edades muy jóvenes, tanto de mujeres como de hombres. Hay que tener presente, no obstante, que la esperanza de vida en esa época era muy corta (la mayoría de mujeres moría antes de los 30) y la vida discurría mucho más deprisa que la nuestra. En cuanto a las esclavas, su suerte era desigual, pero generalmente solían ser objeto de uso y abusos sexuales. Este post, por tanto, no se refiere a esa sociedad romana, sino a la sociedad actual, donde tan implantado está el abuso institucionalizado y sistemático de las niñas. Y a ello contribuyen, desgraciadamente, sus propios padres.
*Dos muchachas jugando. Exposición “La belleza del cuerpo” en el MARQ de Alicante.
**Detalle de mosaico en la fachada de una iglesia en Roma.