viernes, junio 16, 2017

LA IRA DE MEDEA: HISTORIA DE UNA VENGANZA MEMORABLE





Así comienza mi nueva novela corta La ira de Medea:

"Sentada en un escabel, con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, Medea exponía sus largos cabellos al sol que, cerca ya del estío, calentaba con vigor y alegría un ángulo del patio porticado. De vez en cuando, la nodriza, colocándose a un lado para no hacerle sombra, le separaba con el peine las largas mechas oscuras a fin de que se secaran poco a poco y por igual. Le gustaba peinarla.

La fortaleza y la brillante negrura del pelo de su señora admiraban a todas las mujeres de Corinto, y, desde su llegada a esa ciudad, diez años antes, habían sido el primer reclamo, la llamada de atención hacia los muchos conocimientos que Medea poseía. La piel de su cara era lustrosa y tersa, tanto que, a pesar de las finas arrugas que brotaban como rayos del borde de sus ojos y unos pliegues diminutos en la comisura de la boca, nadie hubiera dicho que estaba cerca de cumplir treinta años. Era una mujer espléndida, carnal, tan bella e instruida como temible cuando se enfadaba y sus ojos dorados echaban chispas, algo que últimamente ocurría con harta frecuencia a causa de su marido. 

Para desdicha de toda la casa, desde que Jasón se había convertido en consejero del rey Creonte y frecuentaba el palacio real, se había vuelto muy exigente respecto a las comodidades y atenciones que recibía en su propio hogar. Nada era de su gusto, a todo le encontraba defectos. Medea, que ansiaba su aprobación más que el agua y los alimentos, se revolvía entonces contra la servidumbre y les auguraba los más terribles castigos y penas. Que su marido se sintiera cómodo, que recibiera toda clase de consideraciones y agasajos era lo más importante para ella y debía serlo para todos los moradores de la casa. No admitía réplica. 

          —Péiname ya, nodriza. Iremos al mercado. Necesito grano de eneldo y anís. Y ahora miraré cuánta mirra me queda. ¡No hay dama de Corinto que no quiera blanquearse los dientes y tener tan buen aliento como el de la reina Meta! —Le tendió a la nodriza un peinecillo de hueso para sujetarle el moño—. Fue un acierto mencionar que le confeccioné ese preparado a petición de su marido, el rey Egeo de Atenas, y sus relaciones maritales mejoraron mucho. 



Con los cabellos ya trenzados y recogidos en la nuca, Medea se levantó y atravesó el patio para entrar en la pequeña estancia, separada del resto de la casa, donde almacenaba las materias primas y elaboraba las pócimas, bebedizos, fármacos y panaceas que tanta y tan buena fama le habían dado en Corinto. La nodriza la observó, preocupada. Había entrado al servicio de la casa de Jasón para amamantar a Mérmero y después a Feres, los dos hijos del matrimonio, y había llegado a conocer a Medea tanto como si la hubiese amamantado a ella en vez de ser el ama de cría de sus hijos. Le bastaba verle la cara por la mañana para saber si la noche con Jasón había sido o no satisfactoria, si estaba recelosa o inquieta. Su ceño, la vivacidad o pesadez de sus gestos y el grado de oscuridad de sus ojos hablaban por Medea más que las palabras. Y hablaban también por Jasón, pues el humor de la esposa dependía del talante de su marido. No era el mejor día.

 —Niños, despedíos de vuestra madre –el pedagogo salió al patio con ellos. El pequeño, de seis años, se dirigió dando saltos hacia el cuarto de Medea, mientras Mérmero, cuyos nueve recién cumplidos lo obligaban a un comportamiento menos infantil, lo seguía andando con dignidad. Ambos tenían los cabellos rubios de su padre y la elegancia algo felina de su madre. Medea salió a su encuentro y se agachó para besarlos en la frente.

—Dame el peine que le arregle estos rizos a Feres, nodriza —y mientras se los peinaba hacia un lado, añadió—: Nosotras también hemos de marcharnos ya. Tráeme el manto ligero. Y vosotros, queridos míos, portaos bien."
NOTA: Aquí teneís la portada y contraportada de mi nueva novela corta, de la colección mitología Gredos. 

Fotografías tomadas de internet.

lunes, junio 05, 2017

QUE EL DIOS FIDIUS PROTEJA A MEDEA



Nota de Clodia a la noble Claudia

Claudia querida, ¿te importaría acompañarme hoy al templo de Semo Sancus Dius Fidius en la colina del Quirinal? He recordado que hoy se celebra su fiesta y me han entrado ganas de hacerle una petición: que proteja siempre los juramentos que me preste un hombre y lo castigue debidamente si los traiciona. No quisiera verme en la piel de Medea, la heroína de Eurípides, que se vengó ella misma del perjuro Jasón. Acabé ayer mismo de leer su historia y créeme si te digo que aún me estremezco…
 

NOTA 1.- Queridos amigos: la próxima semana, a partir del día 13, estará a la venta en los kioscos mi nueva novela corta de la colección mitológica Gredos, LA IRA DE MEDEA. Y sí, aún tengo escalofríos.

 
NOTA 2.- Semo Sancus Dius Fidius es una antiquísima divinidad latina, protectora de los pactos y los juramentos. En la fiesta que se celebraba el 5 de junio se conmemoraba la consagración, en el años 466 a.C., de su templo en la colina del Quirinal. Probablemente se trataba de un templo sin tejado. En alguna de sus dependencias se conservaban los tratados firmados por Roma con otros pueblos.