Esto había dicho Corina, en su casa, un
poco antes de responder al mensaje enviado por Ovidio proponiéndole una cita.
Me dais pena, tablillas. Más
que de cera, os desearía hechas de miel para llevar a mi amado las dulzuras de
mi amor. Mas ¡ay! vosotras que tantas veces habéis sido alisadas conocéis la inconsistencia
de las promesas de mi Ovidio, cuánto
ama él enfrentarse a dificultades y rechazos, cómo estimula y acrecienta su
ardor el hallar contrariedades en el camino. Así pues, aunque mi mano y mi
corazón y mi cuerpo entero, temblorosos, quieran decir que sí, que iré a su
encuentro gozosa, he de escribir lo contrario. ¡Que arda de furia y celos mi
poeta! Solo así me será dado retenerlo más tiempo.
Me dais pena, tablillas, pues obligándoos a mentir, os expongo a su ira. Mas vosotras solo sois madera y cera, dúctiles y, a la vez, más resistentes que mi corazón.
NOTA:
Esta fue la reacción de Ovidio al recibir la respuesta de Corina.