Júpiter se
presentó ante ti bajo la apariencia de un toro. Te engañó su fingida
mansedumbre e, inocente, aceptaste montar en su lomo. Su añagaza te llevó mar adentro hasta que fue
imposible regresar a la costa.
Ahora te
miras y no te reconoces. Se adivina en la extrañeza con que contemplas tu
rostro reflejado en el espejo de bronce. No te gustas. Y te preguntas si fue
Júpiter quien te raptó o ha sido, en realidad, un dios sediento de riquezas,
quien ha reducido a cenizas tu belleza y tu futuro. Desposeída de tu inocencia
y tu virtud, ultrajada por ese desconocido sin entrañas, empobrecida y encinta, ¿hacia dónde irás, Europa?
*La foto es mía. Corresponde a un sarcófago romano en los Museos Capitolinos.
NOTA: Conviene que nos preguntemos seriamente hacia dónde queremos ir, no vaya a ser que nos lleven a la fuerza... Para quien quiera refrescar la memoria de este mito, aquí les dejo el enlace: El rapto de Europa