He
ido esta mañana al foro holitorio a comprar zanahorias y coles y vengo
indignada, amiga Marcela. Muchachos cuyos padres han luchado por Roma y hasta han
perdido la vida por ella, andaban famélicos descargando las barcas de verduras
a cambio de casi nada. De cuatro o cinco coles, me ha respondido uno de ellos
al preguntarle. El cónsul Mario no sabe o no quiere hacer nada por ellos,
romanos nacidos libres y a punto de caer en la esclavitud por culpa de las
deudas. Y aún me he alterado mas cuando, al volver a casa, he pasado por
delante del molino de Cario y he visto adornada con guirnaldas de flores la
rueda de moler y a su asno, también engalanado de ese modo, descansando
tranquilamente en la cuadra. He recordado entonces que hoy es la fiesta de
Vesta, tan celebrada por molineros y panaderos, y he pensado: hasta las bestias
y las piedras disfrutan hoy de mayor bienestar que muchos romanos. Eso nos
ocurre por elegir a un cónsul sin corazón.
NOTA:
el 28 de abril se celebraban las primeras Vestales, fiestas en honor de la
diosa Vesta, protectora de la ciudad y de cada uno de sus hogares. La
celebraban en especial los panaderos y los molineros que, en ese día, adornaban
a los asnos que movían el molino y las propias piedras del molino con
guirnaldas de flores y los dejaban descansar todo el día. Cada año se elegían
dos cónsules que ejercían el máximo poder de manera colegiada. Este Mario del
que hablo es ficticio.