Roma. De Elia a su amiga la liberta Lálage,
en Baiae.
Lálage querida, muchas veces te he censurado por faltar
a tus encuentros conmigo cada vez que a tu señora Claudia Hortensia le daba por
someterte al tormento de la tablilla y el estilo, haciéndote escribir durante
horas y horas. ¡Aún recuerdo cómo me enfadé cuando faltaste a nuestra cita en el
mercado de perlas! Tanto, que me negué a darle a Póstumo el encargo de
guardarte los pendientes que tanto te gustaban y te llevaste un disgusto espantoso
cuando los viste en las orejas de Lolia.
Pero esta vez, mi reproche se produce justo por lo
contrario. Como te quejas tanto ¡se te olvidó decirme que la historia que estabas
copiando para tu ama era apasionante…! Los libreros del Argiletum la venden
tanto que algunos han puesto, junto a la puerta, un baúl repleto con los rollos
de esta historia y el letrero “La muchacha de Catulo”, sin más explicación,
porque quienes pasan por allí saben ya de qué historia se trata.
En Roma la comenta todo el mundo, y no faltan quienes
señalan el lugar exacto en el cual la noble Clodia se enfrentó al poeta Catulo,
justo delante del templo de Jano. Y hay tantos peregrinajes a la antigua villa
de Clodia en el Trastévere como al templo de Júpiter Latiaris, y te aseguro que
no exagero. Se han vuelto a poner de moda los versos de Catulo y casi todas las
muchachas suspiran por alcanzar la libertad de Clodia… ¡Y tú me privaste de ser
la primera en enterarme de esta historia…! Te lo perdono a cambio de que tú
olvides el asunto de los pendientes.
Me marcho unos días a Ostia y aún no sé dónde me
alojaré. Pero toma nota, amiga mía, de cuanto se dicen en Baiae – pues ya sabes
que Clodia era también muy popular allí – para que puedas contármelo todo, con
pelos y señales, a nuestro regreso. Cuídate.
NOTA: Queridos amigos, me tomo unos días de descanso.
Os dejo, no obstante, algunos enlaces a la editorial y a varias reseñas que han
aparecido sobre mi novela. ¡Feliz verano!
Y aquí algunas reseñas aparecidas estos días: